Encuentro de la Fundación Cajasol
Las Jornadas Cervantinas acercan el lado más desconocido de Cervantes en Castro del Río (Córdoba)
Lectores sin remedio por Ramón Clavijo y José López Romero
Jerez/LOS estudios históricos sobre el periodo conocido en nuestro país como posguerra, y del que su periodo más virulento –por la penuria económica, y represión que padeció la población- es denominado primer franquismo (1939/53), han sido escasos hasta el momento. Por un lado, el necesario distanciamiento que debe mantenerse con respecto al periodo objeto de estudio y, por otro, la larga duración del régimen franquista, explicarían de alguna manera esa carencia. Afortunadamente desde hace pocos años comienzan a aparecer trabajos que van recomponiendo aquella etapa y que seguramente, con esos otros estudios que sabemos están en pleno proceso de elaboración, finalmente nos logren dar una imagen completa y objetiva de la misma. Nos referimos a libros como Los años del miedo de Eslava Galán, Los años de Plomo de Fernando Hernández o Madrid en la posguerra de Pedro Montoliú, entre otros. En el caso de Jerez, los estudios sobre la posguerra prácticamente son inexistentes, salvo si mencionamos la visión general y breve de la misma que dio el profesor Diego Caro Cancela en el tercer volumen del indispensable libro Historia de Jerez de la Frontera (servicio de publicaciones Diputación Provincial). Es cierto que otros historiadores han escarbado aspectos colaterales de este periodo, sobre todo el cultural o urbanístico, o repasando la represión ejercida sobre ciertos personajes como Roma Rubíes, Miciano o Teófilo Azabal, entre otros muchos, pero es muy poco todavía para tener una visión objetiva y de conjunto. Este todavía escaso material aportado por la investigación histórica, contrasta con la atención que a aquellos años ha prestado desde siempre la literatura. Y es que esos años han ejercido un poder casi hipnótico sobre escritores de muy distinto perfil que han ido dibujando literariamente una época sobre la que los historiadores hace muy poco han empezado a hurgar. Desde aquellos novelones de José María Gironella, pasando luego por La Colmena de Cela –del que por cierto se cumple este año el centenario de su nacimiento, y entre otros actos se prepara una edición completa de dicho libro, incorporándole lo que en su día la censura eliminó-, siguiendo por el indispensable Tiempo de silencio de Luis Martín Santos y, para terminar, con la nueva hornada de escritores como Martínez de Pisón –magnífica su La mala reputación-, Almudena Grandes o los ya desaparecidos Alberto Méndez o Chirbes. En el caso de Jerez también aquí volvemos a toparnos casi con un desierto, pero con unas muy honrosas excepciones como las que representarían la novela La gran borrachera del sevillano Manuel Halcón, que dibuja un Jerez que no gustó al entonces alcalde de la ciudad Tomás García Figueras, o Arcadia Feliz del desconocido escritor jerezano Manuel Moreno Barranco, inédita durante décadas y publicada en 2003. Pero mención aparte merece la excepcional y valiente Dos días de septiembre de Caballero Bonald, la novela que mejor logra atrapar la esencia de lo que fue nuestra ciudad en una etapa oscura y aún en penumbras como es la posguerra española.
RAMÓN CLAVIJO PROVENCIO
También te puede interesar
Encuentro de la Fundación Cajasol
Las Jornadas Cervantinas acercan el lado más desconocido de Cervantes en Castro del Río (Córdoba)
Lo último