Libros para estantes desordenados

Blackie Books publica 'Cosas que los nietos deberían saber', la autobiografía de Eels · Sendas aproximaciones heterodoxas a 'Los Simpson' y al mundo de los 'yippies' completan el catálogo de la joven editorial barcelonesa

Francisco Camero / Sevilla

06 de enero 2010 - 05:00

Creado por Jan Martí, filósofo de formación y miembro de la banda barcelonesa Mendetz, el sello Blackie Books ha entrado este otoño en el mercado editorial con la aspiración de "despistar las estanterías" con "mezclas imposibles". La tercera y hasta el momento última referencia de esta nueva empresa de espíritu heterodoxo ha sido Cosas que los nietos deberían saber, la autobiografía de Mark Oliver Everett (Virginia, 1963), más conocido en el mundo de la música como Eels, una de las figuras más extrañas, impredecibles y desgraciadas surgidas de la escena independiente estadounidense de los años 90.

Leyendo el libro, titulado como el corte que cerraba el irregular pero estupendo y emocionante doble álbum Blinking lights and other revelations (2005), es difícil no imaginarse -como sugiere en el prólogo Rodrigo Fresán- a Everett como un personaje apócrifo de las películas de Wes Anderson, con su colorido extravagante, sus familias perturbadas y su sentido del humor agridulce.

Hijo de un físico autor de la teoría de los universos paralelos, amigo de Einstein y empleado de la CIA con graves problemas de comunicación y de una casa que lloraba mientras pasaba la aspiradora, hermano de una muchacha adicta a todo tipo de drogas y finalmente suicida, primo de una azafata que murió en el avión que se estrelló el 11-S contra el Pentágono, íntimo de al menos medio docena de personas fallecidas en un lapso de tiempo impresionantemente breve (entre ellos el cantautor Elliott Smith), novio de numerosas mujeres kamikaze como las llama Woody Allen, Eels hace canciones con tendencia al solipsismo y que suelen tratar de una misma cosa: "estamos aquí, no fue fácil, no es fácil, nunca va a ser fácil, y falta menos para el final", en palabras del escritor argentino.

Cosas que los nietos deberían saber es un viaje al fondo de Eels, "más oscuro que un sótano" pero con lucecitas parpadeantes como las de un árbol de Navidad, y es también la Piedra Rosetta que descifra la manera de sentir de un músico cuya discografía adopta con frecuencia maneras de catarsis y saga fúnebre. Podría haber sido otro relato de artista torturado que encuentra en la música su curación, pero la "triunfante sonrisa vencida", la distancia irónica, la sensatez con la que vive el éxito (como un accidente que depende de los otros) y la extrañeza que vela la crónica de sus hazañas lo convierten más bien en la sincera celebración de estar vivo de un hombre sin familia que ya ha asumido que la vida nunca se parece a nuestros planes.

Los otros dos lanzamientos de Blackie Books son Do it! Escenarios de la revolución y Los Simpson y la filosofía. El primero es una crónica corrosiva y disparatada de un viaje a dos extremos separados por una sola vocal: de yippie a yuppie. El autor es Jerry Rubin, cofundador del Partido Yippie, esa extraña mezcla de pensamiento hippie, espíritu de nueva izquierda y bolchevismo psicodélico surgida en los campus universitarios de Estados Unidos en los años 60. Rubin, una persona a la que nunca dejaron de gustarle los supermercados gigantes, las páginas deportivas de los diarios, la televisión en color, los coches y las películas de Hollywood, "incluso las malas", retrata aquel pastiche utópico para "ratas de ciudad" de su juventud con tendencia al humor absurdo, a la boutade y a la teatralidad, un planteamiento lúdico que no sólo incumbe al texto, sino también a la propia composición del libro, abundante en cambios de tipografía y collages imposibles.

Fallecido a los 56 años en 1994, Rubin casi fue elegido alcalde de Berkeley, cuando todavía ponía en pie de igualdad a Mao, Dylan y Marx, pero eso fue antes, mucho antes de renegar de todas esas ideas, engancharse al yoga tántrico, convertirse en uno de los inversores pioneros de Apple, proclamar el "naufragio" de la izquierda y espetarle a Daniel Cohn-Bendit durante un encuentro: "Vete hoy a hablar con los pobres. ¿Qué quieren? ¡Triunfar! Quieren el éxito, no la revolución".

El escritor E.B. White advirtió que el humor era "igual que una rana: puede diseccionarse, pero muere en la operación". A ello se pone de todos modos una veintena de pensadores, coordinados William Irwin, Mark. T. Conard y Aeon J. Skoble, en Los Simpson y la filosofía, un volumen que trata de apoyarse en la enorme popularidad de la serie de televisión para explorar cuestiones filosóficas normalmente alejadas del público no especializado.

Homer visto desde el punto de vista aristotélico, Lisa como símbolo de la tradición antiintelectual estadounidense, Bart como insospechado discípulo nietzscheano, la familia amarilla al completo a la luz del pensamiento kantiano, capítulos de un libro que nace de la fascinación por la manera en que la sátira, el sarcasmo, la parodia y la semiótica más afilada -estudiada por sus guionistas, "un montón de empollones de Harvard"- llevan dos décadas colándose en millones de hogares de todo el mundo.

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