Llamas hasta la 'madrugá'
El público responde a la propuesta de cultura la 'Luna de San Juan', en la que sobraron plazas pero donde se saborearon grandes dosis de cante, toque, baile y hasta flamenco fusión
Pasadas las dos de la madrugada, la Cruz Vieja aún podía rezumar flamenco. Las gargantas de Juanillorro, El Cañero y Eva de Rubichi (en pleno fin de fiesta y con el baile de Juan Garrido y Fernando Jiménez) todavía tenían fuelle para alimentar la sed de los 'incansables', para saborear el cante, el baile y el toque de la Plazuela una noche perfecta para estar en la calle. Ni siquiera el viento que durante las horas previas al acontecimiento había azotado a la ciudad quiso ser inconveniente, dejando una temperatura agradable, de esas con la que se puede estar a la intemperie sin problema alguno.
El cante en la Cruz Vieja del Cuadro Flamenco de la Peña La Bulería ponía el punto y final, porque fueron los últimos en terminar, a una iniciativa interesante, original pero a la que habría que pulir pequeños detalles si el año que viene se vuelve a impulsar. Pese a todo mis felicitaciones a artistas, hosteleros y sobre todo a las peñas de La Bulería, Los Cernícalos y Terremoto, cuyo trabajo resultó fundamental a pesar de que más de uno se llevó alguna que otra decepción.
Evidentemente, el público respondió y salió a la calle para disfrutar de eso que tanto gusta en Jerez, el arte gratis, si bien es verdad que la multitud de propuestas programadas a la misma hora dispersó un poco a la gente, que no obstante, optó por elegir a su modo los platos fuertes de la noche.
La cita comenzó con retraso, y las cuatro plazas preparadas para la ocasión, Santiago, San Lucas, La Asunción y la Cruz Vieja dieron luz verde a la programación a las diez y media y no las diez, como estaba previsto. La bisoñez pero al mismo tiempo las buenas maneras de Rafael El Zambo y Fernando del Morao abrieron la noche en Santiago, la voz acaramelada de Mara Rey, con Manuel Jero a la sonanta, lo lo hizo en San Lucas, la plaza que más expectación levantó pues el gentío entre sus callejuelas sólo se produce un par de veces año coincidiendo con la Semana Santa. En la Asunción, Macarena de Jerez fue la encargada de estrenar la cita, mientras que en el barrio de San Miguel, la Peña Los Cernícalos, con Gasolina hijo, Ana María López y la despampanante Carmen Herrera, de rojo carmín, hicieron las delicias de un público bullicioso.
Paulatinamente, los artistas fueron desfilando por los cuatro escenarios previstos. Unos en medio de enorme ambiente, como en el caso de Juana la del Pipa, a la que sus incondicionales esperaban en pleno corazón de Santiago, pero cuya actuación no superó los doce minutos. Contados por reloj. Sólo tangos y bulerías que dejaron a todos con la miel en los labios. Otros, por el contrario, se sumaron a la fiesta casi de manera espontánea, como Fernando Soto en San Lucas. Transgresor y enfundado en una americana rosa con tirantes y pajarita del mismo color, el jerezano fue el apéndice perfecto (con esa forma de moverse y cantar por el escenario que pocos manejan como él) a la magnificencia que otorga la garganta de Felipa del Moreno o la visceralidad y potencia de Ana de los Reyes. Ambas formaban parte de un cuadro en el que el baile correspondió a Saray de los Reyes, Rocío Marín y Mercedes Pantoja, y la guitarra, asentada y acompasada como de costumbre, Miguel Salado. Un cuadro que culminó con una pataíta "de mi primo el Jiro al que voy a invitar a subir", dijo Fernando. Y vaya pataíta que se marcó el bailaor japonés, a compás y con gracia, un detalle que el público correspondió con ovación.
Las sorpresas positivas no quedaron ahí pues Jerez disfrutó por primera vez de la voz de Alonso Núñez 'Rancapino Chico', un cantaor novel, arraigado a la tradición familiar de su gente, y cuyo metal es dulce como la canela. Con Manuel Jero como guía, que exhibió serenidad y aplomo en el escenario, el chiclanero se despachó con alegrías de Cádiz, fandangos, tangos y bulerías, todas con un sello personal y ese aire camaronero intrínseco a su singular filosofía artística.
Igual de apabullante fue el estreno del grupo Sinetiketa. De todas las propuestas planificadas, era la más desconocida y la más atrevida, y con ese respeto y sensación se plantaron en el escenario. Con Manu Soto al cante, Pedro Pimentel a la guitarra, Carlos Merino a la percusión, Pepe Pulido al bajo, Manuel Cabrales a la batería y el portuense Juan Fernández al baile, Sinetiketa ofrece una apuesta clara por la fusión, aunque con la base flamenca que todos poseen. Sin perder la raíz, su recorrido musical pasa de la bulería por soleá a melodías jazzísticas de una manera sutil, sin condimentos innecesarios. Esto gustó al público, atento a cada movimiento y receptivo con el baile de Fernández, con hechuras, y a la voz de Manu Soto, con un porvenir enorme.
El último sorbo de La Ina fresquito se pudo dar viendo el incontestable metal de Luis Moneo, que en su barrio y con la guitarra de su hijo Juan Manuel, se mostró cómodo y perspicaz en el cante; observando a la maestría de Mateo Soleá y la sonanta de Paco Lara, ambos arropados por la familia del primero, o disfrutando del sonido más actual, ese que proponen Musho Gitano y José Gálvez, un artista que sigue teniendo en Jerez su legión de seguidores.
Así, con movimiento continuo y con el centro de la ciudad mucho más agitado de lo habitual, se cerró una velada acertada, en la que quizás sobraron plazas, pero que contentó al público pese a no contar con una tradición importante. Seguramente, siguiendo esta línea a buen seguro que se convertirá en otro referente para la ciudad y para los amantes del flamenco, que celebraron el pasado viernes por la noche su particular solsticio de verano y de paso su propio Día de la Música.
También te puede interesar