Mariano Fortuny renace en la Alhambra
El Museo de Bellas Artes del Carlos V repasa la fascinación que ejerció el monumento en el pintor catalán
Granada/Los pintores son de donde les da la gana y Mariano Fortuny eligió Granada para volver a nacer. Llegó a la ciudad en 1870 después de cobrar un dineral de la época por su cuadro La vicaría y de exponer en la galería parisina Goupil y conseguir que el legendario crítico Théophile Gautier se rindiera a sus pies. Tenía fama y dinero, pero puso rumbo al sur para reinventarse y explorar a fondo los límites de su genio. 140 años después de su partida el Museo de Bellas Artes del Palacio de Carlos V acoge la muestra Tiempo de ensoñación. Andalucía en el imaginario de Fortuny, que repasa a lo largo de 202 obras la fascinación que sintió por un espacio que parecía flotar entre las brumas del pasado. La exposición reúne la mayor parte de las mejores creaciones granadinas del artista y, por primera vez, el público podrá contemplar juntas pinturas paradigmáticas como Ayuntamiento viejo de Granada -que fue adquirido por la Junta de Andalucía en 2003-, Paisaje de Granada o Músicos árabes, que es una obra que se encuentra todavía en Venecia y que llegará mañana para unirse al resto de cuadros por un retraso en los trámites burocráticos. Pero también obras como Carmen Bastián, un personal desnudo que supone una rareza en el contexto de su obra y que contribuyó al reconocimiento canónico del artista y a la fijación de la imagen de Granada en el exterior. "A partir de la llegada de Fortuny la percepción de la ciudad será diferente", señaló el comisario de la exposición, Francesc Quilez.
La muestra, organizada por el Patronato de la Alhambra y Generalife, la Obra Social la Caixa y el Museu Nacional d'Art de Catalunya, presenta un aspecto singular y, además, expone una serie de dibujos que ahora ven la luz de manera conjunta. "Esta presencia tan destacada de obra gráfica da una visión de la importancia que Fortuny concedió al dibujo para superar los tradicionales prejuicios que lo consideran como obras menores", continuó el comisario sobre unos trabajos que acercan al espectador a su proceso de creación. Contrariamente a lo que se pudiera pensar, era un trabajo "concienzudo, analítico y reflexivo", a pesar de que destaca por ser un artista "con una gran facilidad de factura, pleno de recursos técnicos y con un virtuosismo fuera de toda duda". "Las obras realizadas en Granada transmiten una sensación de felicidad, de empatía con el entorno que reflejan un gran momento de sosiego y felicidad personal del artista, lo que se puede visualizar perfectamente en el recorrido por la exposición", apunta Quilez sobre un pintor que llegó a pensar en establecerse definitivamente en Granada. Sin embargo, la muerte de su criado Spiner, al cuidado de su estudio romano, acaecida en 1872, le obligó a volver a Italia, donde fallecería dos años después por una úlcera de estómago.
Las necesidades comerciales le obligaban a satisfacer los encargos de su marchante, Adolphe Goupil, con quien había firmado un contrato de exclusividad y que pasaba por ser un lince para los negocios artísticos. Pero, por otro lado, tenía la íntima necesidad de tener la libertad creativa que acabó encontrando en Granada. "Se deja seducir por el entorno y convierte este material visual en un alimento creativo inusualmente fecundo", señala el comisario de la muestra, que destaca que muchas de las obras que realizó en la ciudad están inacabadas, lo que ahonda en el principio de Leonardo Da Vinci de la distancia que separa la realidad del deseo, la imposibilidad de materializar la idea artística.
La muestra se estructura en un intenso y extenso recorrido a lo largo de siete ámbitos temáticos. El primero está dedicado al Mapa de la ciudad, con algunos hitos como Paisaje de Granada. Un segundo espacio se centra en Los placeres y los días para reflejar la atmósfera en la que se va "embebiéndose y empatizando". En tercer lugar está Entre la realidad y el deseo, donde se refleja el conflicto entre el cotizado pintor y su ansia de libertad y de crecer como artista. Después llega La Alhambra como telón de fondo, una serie en la que el monumento es el escenario de sus composiciones. En el siguiente apartado de Realismo naturalista se encuentra una obra insólita y poco común como Carmen Bastián y a continuación El fetichismo del objeto, que muestra su pasión desbordada por el coleccionismo, una afición que acrecentó en Granada. El itinerario cierra con La huella de Fortuny, "ya que su casa se convirtió en un lugar de encuentro para los amigos que le visitaron durante los dos años que permaneció en Granada", concluye Quilez, conservador de dibujos del Museu Nacional d'Art de Catalunya.
Una docena de instituciones de prestigio nacional -como Biblioteca Nacional, Museo del Prado, Museos de Bellas Artes de Granada y Bilbao y Museo del Traje- e internacionales -entre las que se encuentran Museo del Louvre, Museo de Orsay y Palacio Fortuny de Venecia- y un importante número de coleccionistas privados han cedido obras para esta exposición, que surge durante una colaboración del gabinete de dibujos del MNAC para la exposición Ángel Barios. Creatividad en la Alhambra, comisariada por el actual director del Patronato de la Alhambra y Generalife, Reynaldo Fernández Manzano.
La consejera de Cultura, Rosa Aguilar, resaltó que la muestra acerca más de 200 obras del pintor catalán, que además atrajo hasta a Andalucía a otros artistas a los que contagió su pasión por las luces y sombras de esta tierra. "La exposición nos permite acercarnos a la obra de un artista catalán que encontró en esta tierra que invita a soñar nuevos horizontes para su pintura", señaló Aguilar en una presentación en la que estuvo acompañada por el alcalde de Granada, Paco Cuenca, y la directora general adjunta de la Fundación La Caixa, Elisa Durán.
Tiempo de ensoñación. Andalucía en el imaginario de Fortuny estará en el Palacio d e Carlos V hasta el próximo mes de marzo y después comenzará su itinerancia por Zaragoza y Sevilla. Se irá pero, al igual que el pintor, dejará una huella imborrable.
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