Muere Fernández Paz, el autor que acompañaba los sueños de los pequeños
Al lado de la cama, en la mesilla de noche, cientos de niños y adolescentes posaron las letras de Agustín Fernández Paz, que desde ayer descansa en paz, al igual que sus libros sobre la madera, siempre tentando a ser releídos.
El autor nacido en Villalba (Lugo) en 1947, hace algo más de 69 años, usaba a Cunqueiro para explicar que un escritor debía ilustrar sus relatos de forma "clara, seguida y bien", con el fin último, en todo momento, de que el pequeño que agarraba el libro con sus dos manos debía "beber sueños como quien bebe agua".
Esos sueños ocuparon, y aún siguen ocupando, las noches de varias generaciones que crecieron escribiendo junto a Fernández Paz las Cartas de inverno y se perdieron hasta encontrar el Centro do labirinto.
Desde Xerais, la editorial que dio forma a sus obras, sobresalen la contribución "literaria y personal" a la dinamización de su proyecto, uno de los motivos por lo que lo consideran "una de las figuras más destacables de la cultura gallega".
Los libros de Fernández Paz fueron constantemente reeditados y traducidos a todas las lenguas y entre los numerosos premios que recogió destacan el Lazarillo por Contos de palabras (1990), el Edebé de literatura juvenil por Trece anos de Branca (1994), el Rañolas al mejor libro juvenil por Cartas de inverno (1995) o el Frei Martiño Sarmiento por Corredores de Sombra (2006). Hace nueve años, O único queda é o amor sobresalió como Premio Nacional de literatura infantil y juvenil, Premio Neira Vilas de la AGE y el Premio de la AELG, entre otros.
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