Paisaje de siempre
La belleza intangible
ESTOS Fabio, ay dolor, que ves ahora, campos de soledad, mustios collados... Así recordaba Rodrigo Caro en su famosa canción a Itálica, la ciudad romana construida en el año 206 a.C. cercana al río Betis. La nostalgia del pasado. Mustios collados también son ahora los que envuelven la ciudad de Jerez, que en un pasado no muy lejano fueron viñas que rayaban de liños verdes nuestro paisaje más reconocible, inmediato a la ciudad. Paisaje que se remonta a la antigüedad, a tartessos, fenicios, romanos y demás culturas que poblaron estas tierras.
En el I Encuentro de Historia Cultura y Patrimonio Rural que se está celebrando en la ciudad, intervino recientemente la profesora Lola Lozano Salado, profesora titular de Historia Contemporánea de la Universidad de Cádiz, con la ponencia titulada El siglo de la vid. Recorrido por el paisaje agrario jerezano del XIX. Dicho recorrido ha sido posible a partir de los datos obrantes en el llamado Apeo de Garay, un registro de las propiedades y bienes rurales de España, realizado entre los años 1818/1820 con objeto de la realización de una reforma fiscal que incluyera el pago de impuestos por parte de la Nobleza y la Iglesia, cuyos privilegios les eximía de los mismos. La reforma fracasó pero dejó una gran base documental sobre el paisaje agrario, la propiedad de la tierra y la explotación del agro. Entre 1754 y 1847, el suelo cultivado de viñedo pasó de 9600 a 16000 aranzadas, es decir que casi se dobló. Entremedias hubo aumentos y decrementos en función de las circunstancias: enfrentamiento entre cosecheros y bodegueros, la Guerra de los Siete años, las fuertes limitaciones a la exportación. En 1768 se produce la liberación del almacenamiento del vino, que generará nuevas expectativas de crecimiento de la viña y que dio lugar también al espectacular crecimiento de las bodegas en la ciudad a partir de esa fecha.
(Aranzada se corresponde con una superficie de 0,4472 hectáreas, es decir, 4.472 metros cuadrados. La aranzada era una unidad de medida que nunca quedó en desuso en esta zona pese a la entrada en vigor del sistema métrico decimal en España a partir de 1849. Aranzada procede de Arenzata y proviene del latín Argenteus, que significa plata, antigua moneda del Reino de Castilla, el valor de una suerte de terrenos de los metros mencionados, al menos en algún momento de la historia.)
En las últimas décadas, desde la entrada de España en la Comunidad Económica Europea, hemos asistido a varios y sucesivos procesos de subvención de levantamiento, plantación y levantamiento de viñedos. Estas actuaciones se realizaron cada vez sin un proceso de cualificación en función, por ejemplo de la antigüedad de la vid (que tiene una vida útil de unos 50 años), o del lugar donde se produce, es sabido que hay unos pagos mejores que otros, dependiendo de la constitución de los suelos. Todo ello no ha sido más que una manera de acallar las protestas de los cosecheros a cambio de la limitación de la producción.
Pero la viña, no puede ser tratada desde un punto de vista exclusivamente económico, aunque importa. Pero más allá de ello, el viñedo y la elaboración del vino pertenece a la identidad cultural de esta ciudad y desde como tal debe ser tratado. No es una cuestión ecologista, que lo es, ni patrimonial, que también, es la suma de todas estas circunstancias las que constituyen el legado que hemos recibido de nuestros antepasados. Sin embargo este legado no nos pertenece sino que es nuestra obligación preservarlo y transmitirlo a las generaciones venideras.
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