Patético
Lectores sin remedio
En más de una ocasión he acudido a una de las conclusiones a las que llegaba Francisco Ruiz Ramón (en su magnífico libro ‘Historia del teatro español’, vol. 1), para explicar el fracaso de la tragedia renacentista en España, en concreto, al diseño de los personajes, cuyo exceso trágico terminaba por convertirlos en “seres desmesurados, a todas luces más dignos de un disparatado tratado de patología que de una tragedia”. Al leer alguna novela me he acordado de esta afirmación.
El autor o la autora ha cargado tanto las tintas en algunos aspectos psicológicos de sus criaturas que ha terminado por convertirlos en monstruos, de tan ridículos que acaban siendo patéticos. La última, ‘Los días perfectos’ de Jacobo Bergareche. Una novela bien construida en dos cartas escritas por Luis, el protagonista, una dirigida a su amante, Camila, y la otra, más breve (¡faltaría más!) a su mujer, Paula.
Hasta aquí todo correcto e interesante, incluso las cartas de William Faulkner que está consultando en el Harry Ransom Center de Austin y que le sirven a Luis como hilo conductor de las suyas. La narración o, mejor diríamos, confesión a las dos mujeres de su vida fluye con excelente estilo, con reflexiones que le llevan a lector a pensar en el paso del tiempo, en la memoria de las relaciones personales, en las complicidades necesarias en toda pareja para no caer en el “tedio”, en esas cenas en celebración de San Valentín tan tristes que terminan con el acta de defunción de una vida juntos que ya no tiene ningún sentido.
Si la novela, como en alguna ocasión ha confesado el propio autor, pretende ser una reflexión sobre el desgaste del amor en pareja, podemos decir que el objetivo a primera lectura está conseguido. Y sin embargo… El personaje de Luis es tan excesivo que pasa de patético a gilipollas en unas cuantas páginas iniciales, perfil que mantiene e intensifica a lo largo de toda la novela. Entre las “virtudes” que adornan al personaje se puede contar el desprecio hacia los demás, en particular el insulto gratuito a la compañera de trabajo, la gorda tetona, con quien en un momento de debilidad provocado por el alcohol mantuvo relaciones sexuales, cuyo recuerdo ahora le asquea; o tildar de pedófilo a un compañero de su amante, porque este ha pretendido invitarla a una copa.
Descalificaciones de toda punto innecesarias pero que ya nos advierten de la catadura moral de quien le está confesando a su amante (otro rasgo de cinismo) que sus días perfectos son pasarlos en la cama con ella, pues la relación que mantiene con su mujer ya es una pesada carga de la que no puede o no sabe desprenderse. Y en el colmo de la gilipollez esnobista, el amigo Luis se dedica a reparar y pintar en sus ratos libres motos antiguas y a hacer escabeches para sus amigos. Y así a lo largo de toda la novela, hasta convertirse en un ridículo insufrible. Todo un personaje el tal Luis. Pero no nos equivoquemos, la culpa, evidentemente, no la tiene Luis, sino su creador, que ha querido hacer una novela sobre el desgaste del amor en pareja, y le ha salido como el culo. ¡Ah! Por cierto, no se pierdan la crítica a esta novela en el Diario de Sevilla (1-08-2021). Sin palabras. José López Romero
A cuatro manos
Cuando José López Romero y yo publicamos nuestra primera novela de la serie del inspector Castilla, ‘Asta Regia’, muchos se sorprendieron pero no tanto porque investigadores hasta ese momento centrados individualmente en dar a la imprenta publicaciones de sus respectivas especialidades se pasaran a la novela policiaca, sino sobre todo por el hecho de que esas novelas se escribieran a “cuatro manos” como popularmente se suele decir. A partir de ahí cada nueva novela de la saga mencionada ha venido acompañada irremediablemente por un rosario de repetitivas preguntas sobre cómo lo hacemos o cuál es nuestro método de trabajo, que tratamos de sobrellevar con humor mientras nos vamos acostumbrando a ello.
Pero pese a todo nos sigue sorprendiendo tanto a Pepe como a mí, tanta curiosidad por un asunto, este de escribir novelas por dos autores, que pese a todo no es nuevo en la historia de la literatura y cualquiera que hurgue un poco en ello lo comprobará. Incluso podemos mencionar casos verdaderamente curiosos y hasta cierto punto poco conocidos, como es el protagonizado por Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy Casares, cuando a mediados de los cincuenta del siglo pasado crearon al singular personaje de Isidro Parody que protagonizaría varias historias resolviendo intrincados casos policiales, claro que lo hicieron escondidos bajo el pseudónimo de Bustos Domecq. A mediados de los 70 muchos recordamos con agrado aquella pareja formada por Dominique Lapierre y Larry Collins un auténtico fenómeno de masas para la época, tras la publicación de libros como ‘Oh, Jerusalén’ o ‘Arde París’. Más recientemente y ya en nuestro país la pareja formada por Andreu Martin y Jaume Ribera iniciaron una fructífera colaboración cuyo exitoso resultado es la serie protagonizada por el detective Ángel Esquius. Pero de todos los casos que podríamos poner, el que personalmente me atrae más es el de la sociedad formada por los italianos Giacometti y Ravenne que siguen publicando novelas entre lo policiaco y fantástico entre las que destacaría la primera de ellas, ‘La mujer del domingo’, que luego sería llevada al cine en una película del mismo título, protagonizada por Marcello Mastroianni y Jacqueline Bisset. Ramón Clavijo Provencio.
Reseñas
El curioso impertinente. El cautivo
Miguel de Cervantes. Castalia, 2002.
A cargo de uno de nuestros grandes cervantistas, Francisco Sevilla Arroyo, la editorial Castalia (prestigiosa por sus ediciones de clásicos hispánicos), en su colección Prima, tuvo la idea de publicar estas dos novelas cortas, extraídas de la primera parte de ‘El Quijote’, que todos coinciden, sobre todo la primera, en considerar como novelas al estilo de las ‘Ejemplares’. ‘El curioso impertinente’ o ‘Historia de dos amigos’ (I, caps. 33-35) es un relato o proceso en el que se pone a prueba la honestidad de Camila, mujer de Anselmo; y la historia del capitán cautivo (I, caps. 39-41) se inscribe en la temática que ya Cervantes tratara en sus comedias tituladas ‘Los baños de Argel’ y ‘Los tratos de Argel’. Una manera de acercarse a ‘El Quijote’, el gran clásico por excelencia de nuestra literatura, a través de dos narraciones cortas y que pueden abrirle al lector las ganas de seguir leyendo. J.L.R.
Mendelssohn en el tejado
Jirì Weil. Impedimenta, 2016.
Jirì Weil (1900-1959) fue uno de los muchos judíos de Praga que sufrió la invasión nazi y de los muy pocos que lograron sobrevivir al Holocausto. ‘Mendelssohn en el tejado’ es un relato en el que vuelca Weil su experiencia de primera mano de aquellos terribles años que le tocaron vivir. Partiendo de una anécdota, la orden de retirar del tejado del Rudolfinum la estatua del judío Felix Mendelssohn y la incapacidad de los obreros por reconocer al famoso músico, Weil nos va narrando a través de diversos personajes la angustia, el miedo a los temidos transportes al Este, la resignación y la desesperanza de la vida en el gueto de la Praga ocupada y saqueada por las SS y la Gestapo. El propio Weil trabajó durante la ocupación en el Museo Judío de la capital checa, que aparece en la novela. Una historia de víctimas y verdugos que nadie debe olvidar. J.L.R.
Junil, en tierras de barbaros
Joan Lluis-Lluis. Club Editor, 2022.
Lo primero que debo decir es que no había leído hasta ahora ningún libro anterior de este autor, algo que intentaré solucionar tras la grata impresión que me ha provocado las páginas de esta novela. Para mí por tanto ha sido todo una sorpresa, una agradable sorpresa por la delicia que es leer en un estilo cuidado, algo no tan común hoy día, una historia donde la aventura, la reflexión sobre “los otros” y el homenaje a autores y textos clásicos forman un todo cuya argamasa sea ese tono poético que empapa esta historia y sin el cual quizás nada sería igual. Todo comienza en una muerte de un indeseable y una huida, la de Junil junto a un grupo de esclavos en pos de la libertad buscando traspasar las fronteras del Imperio romano. R.C.P.
Perros mirando el cielo
Eugenio Fuentes. Tusquets, 2022.
Es indiscutible que vivimos una época dorada de la novela policiaca. Los autores y títulos proliferan y este género ya no es aquel menor e infravalorado de hace años, donde muchos transitaban por motivos alimenticios. Pero por todo ello hay que caminar con cautela por este paisaje para encontrar autores como Eugenio Fuentes, siempre capaz de aportar algo nuevo al lector en un género donde es difícil encontrar la sorpresa y fácil caer en la truculencia. Novela esta que comienza con una nostálgica mirada atrás de un veterano médico que busca unos días de descanso tras la primera ola de la pandemia. Pero en el pequeño pueblo donde se refugia solo le aguarda la muerte. Calidad en las formas y una tensión creciente para una excelente novela. R.C.P.
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