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Praga: night and day

Arquitectura · La belleza intangible

Ramón González De La Peña

13 de agosto 2014 - 01:00

LA noche del 4 de diciembre de 1990, diez años después de ser asesinado John Lennon y apenas un año desde la caída del Muro de Berlín, una calle del barrio de Mala Strana en Praga, una calle de una sola línea de casas a un lado y una tapia al otro, se nos apareció mientras caminábamos toda llena de velas encendidas en recuerdo del beatle asesinado. En la tapia algunas pintadas de amor y dibujos o inscripciones de un trozo de alguna canción del grupo.

Fue uno de tantos momentos mágicos que pueden ocurrir en Praga. Hasta la caída del Muro, los Beatles habían estado prohibidos en los países del Telón de Acero, pero en Praga, desde la muerte de John, las pintadas reaparecían sobre este muro, a pesar de que fueran borradas cada vez por las autoridades. Con el tiempo se reivindicó como el muro de la libertad de expresión, y con la posterior llegada masiva del turismo, el muro se ha convertido en una especie de grafiti permanente continuo, un atractivo más de la ciudad, en cierto modo banalizado y artísticamente desnaturalizado.

Praga es una ciudad para disfrutar de muchas cosas más allá de la arquitectura, aunque son innumerables los palacios barrocos, que hablan de su pasado esplendor; un gótico estupendo en su Catedral y algunas otras iglesias; un montón de locales diseñados en estilo Modernista; y el museo del Cubismo checo, en el que se exponen muebles diseñados en ese estilo, cosa que ocurrió apenas en esa ciudad, donde también se construyeron algunos edificios cubistas, como el que alberga el museo. Fue también la ciudad donde se inventó la cerveza Pilsen. De hecho, la famosa Budweiser es una marca praguense, "reutilizada" por algún espabilado americano.

Todavía se puede beber en las cervecerías de Praga la Budweiser checa. En una de estas escribió Jaroslav Hašek 'Las Aventuras del buen soldado Svejk', que se adaptó a posteriormente como serie de televisión, con gran éxito en España y otros países europeos. El Teatro Negro, las tertulias literarias los conciertos de música clásica o las representaciones de ópera, abundan en esta hermosa ciudad.

En un pequeño teatro con ventanales abiertos al Moldava (al que Smetana dedicó una de las cuatro partes de su más importante obra, Mi Patria, componiendo una de las más hermosas melodías que se han creado en la historia de la música), recuerdo haber asistido a una representación operística denominada 'Lo mejor de Mozart', que como su nombre anuncia, era una panaché con los mejores pasajes de la ópera del célebre músico, interpretada por maravillosas voces jóvenes procedentes de la incontables escuelas de música de la ciudad.

Eran tiempos de estreno de una libertad largamente añorada y aunque todavía seguían en el poder los mandatarios del régimen anterior, en las calles se respiraba un ambiente de libertad e ilusión semejante al que pudimos vivir en nuestro país unos años antes, en la época en la que todavía conservábamos la ilusión por los cambios que habían de acontecer en nuestras vidas.

En el puente de Carlos, llamado así en memoria de Carlos IV, el emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, se vendían toda clase de utensilios y recuerdos estampados con los símbolos soviéticos, ahora rebajados de su inicial significado, convertidos en una anécdota aunque para muchos la dominación soviética fue muy dura durante muchos años. Luego vendrían la "revolución de terciopelo", la democracia de la mano del autor teatral Vaclv Havel, la partición en dos del país, la irrupción de los mercados, las nuevas tiendas de Chanel, Luis Vuitton, Loewe, etc, la incorporación a Europa, la banalización de la arquitectura con Frank Ghery al frente, seguido de Jean Nouvel, Ricardo Bofil y otras "estrellas" de la arquitectura mundial.

En la reciente película de Giuseppe Tornatore 'La mejor oferta', cuya trama nada tiene que ver con este relato, el protagonista acaba acudiendo a Praga, a un café Día y Noche, que desconozco si existe, junto al famoso Reloj Astronómico de Praga. El reloj fue construido en 1410, es un mecanismo que además de dar la hora, representa las posiciones del sol y la luna, los meses del año y tiene incluso unas ventanas por las que se pasean algunos de los apóstoles de Jesucristo. La parte más antigua es el mecanismo del cuadrante astronómico construido por el relojero Nicolás de Kadan y por Jan Šindel, profesor de matemáticas y astronomía de la Universidad Carolina de Praga. Alrededor de 1490, fueron añadidos el calendario y las esculturas góticas que decoran la fachada. En el siglo XVII se añadieron las estatuas móviles de los laterales del cuadrante astronómico. Las estatuas en madera de los apóstoles fueron añadidas en el siglo XIX. Los días 7 y 8 de mayo de 1945, horas antes de la capitulación alemana en Praga forzada por el avance del Ejército Rojo, el reloj sufrió fuertes daños. Los soldados alemanes dirigieron sus ataques de vehículos blindados y de antiaéreos a la Ciudad Vieja de Praga en un esfuerzo por silenciar la iniciativa provocadora de la radio por parte de la resistencia checa. El ayuntamiento y los edificios cercanos fueron incendiados junto a las esculturas de madera del Reloj y la esfera del calendario. Una vez reparado el reloj volvió a funcionar a partir de 1948.

Aquella mañana de diciembre del 1990 estaban a punto de ser las 12. A esas horas el reloj mostraba su mejor artificio. La plaza del Ayuntamiento tiene otra plaza contigua, unidas por uno de sus ángulos. Cuando el reloj empezó su habitual recorrido de sonidos hacía unos minutos que nevaba. Terminada la música del reloj, sin solución de continuidad, en la plaza de al lado comenzó a sonar 'I saw her standing there' de los Beatles, en directo. Evidentemente era un grupo checo que los imitaban, tan bien que a nosotros, que pertenecemos a una generación que no tuvo la oportunidad de escucharlos en vivo, nos sonó como si hubieran sido John, Paul, George y Ringo.

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