Renovado éxito de La Traviata

Crítica

El brindis de 'La Traviata' llena el Teatro Villamarta
El brindis de 'La Traviata' llena el Teatro Villamarta
R.K.

13 de noviembre 2010 - 10:49

La Traviata es a justo título la obra más conocida y famosa de toda la historia de la ópera; en ella se conjuga un drama que se actualiza con cada representación, cuyo atractivo y fuerza se expanden por la genialidad de un compositor con ideas muy claras: tanto a la hora de estructurar la partitura -y por ende el libreto- como por conocer perfectamente al auditorio al que va destinado, planteamientos que mantienen su vigencia a pesar de haber transcurrido más de siglo y medio desde su composición.

No ocultó Verdi su malestar al verse obligado a aceptar un cambio de ambientación para poder llevar a cabo su estreno en el Teatro de La Fenice de Venecia en el invierno de 1853, exigencia impuesta para disminuir la carga crítica sobre la forma de vida contemporánea, situando la acción durante el reinado de Luis XIV, hecho que provocó el efecto contrario dada la incongruencia entre escena y argumento, además de que la protagonista, Fanny Salvini-Donatelli, se presentara, tanto vocal como estéticamente, como la antítesis de la paradigmática Marie (Alphonsine) Duplessis, personaje real sobre el que Alexandre Dumas hijo se inspiró para crear su ‘Dama de las camelias’, obra que serviría de base a Francesco María Piave para elaborar el libreto de La Traviata.

Lo importante de todo ello es lo que Verdi explica y expone con una prodigiosa claridad en su música, cargando las tintas en situaciones, sentimientos y actuaciones que poco o nada han cambiado desde entonces: amor, pasión, incomprensión, hipocresía, etc y que el autor de Busetto diseña sin el más mínimo complejo a la hora de recurrir a motivos musicales a veces simples pero muy efectivos.

Francisco López, director de escena de la producción jerezana, desmenuza con pulcritud este planteamiento musical dando claves y mostrando detalles que descubren no sólo los momentos más brillantes de la partitura sino los perfiles más significativos del drama, proceder que ha ido gestando y enriqueciendo durante más de una década pues no se debe olvidar que ésta fue la primera producción escénica que salió de la factoría Centro Lírico del Sur allá por el mes de junio de 1998, revelándose como una de las más efectivas de la veintena que hasta el día de hoy se han representado.

Entre las virtudes de la visión de López destaca su conocimiento delineando el perfil psicológico de cada personaje, así pues, Violetta se nos muestra no solamente con el refinamiento y la belleza de la célebre cortesana, sino con toda la fuerza y el valor de quien sabe renunciar por amor al lujo y la fortuna y luego resignarse a perder a su amado por deshonestas coacciones sociales, intuyendo, incluso, su inexorable final.

María Ercolano fue la encargada de dar vida a Violetta, un papel que si de por si es comprometido, en el caso de la soprano napolitana cobraba mayor responsabilidad al asumir con toda valentía su debut del personaje en las tablas del Villamarta. La gesta mereció la pena. Si en un primer momento pareció acusar cierto nerviosismo, su aplomo como avezada cantante de ópera barroca y su extraordinaria técnica se impusieron pronto para brindar una imagen certera y apasionada de la cortesana, mostrando así el lado esencial y más humano de la Traviata.

No es difícil advertir -junto a su pasión- la inconsciencia de Alfredo, un joven de Provenza deslumbrado por la belleza de Violetta pero fiel a su rango y condición, como se muestra sobre todo en los dos cuadros del segundo acto de esta producción: primero por su ilusoria estancia en la mansión campestre, que sufraga Violetta, y luego por el carácter de venganza que reclama durante la fiesta de Flora, nublando cualquier atisbo de comprensión y amor hacia quien hasta hacía pocas horas era el “latir de todo su universo”. Ismael Jordi tiene bien asumido -por carácter y trayectoria- este hermoso rol desde hace tiempo, siendo precisamente Francisco López quien le ha influido decisivamente en el montaje de este personaje. El tenor jerezano es un valor seguro a la hora de enfrentarse a Alfredo, su hermosa línea de canto, la belleza de su voz y su depurada técnica garantizan su éxito.

Javier Franco, al que ya se conocía por su intervención en la ópera Le Villi de Puccini, en marzo de 2007, desplegó una eficaz representación de un personaje que no por detestable deja de ser interesante, pues, siguiendo con los perfiles descriptivos, Giorgio Germont, padre de Alfredo, modelo de la provinciana clase burguesa del XIX, guarda y exige unas formas discriminatorias que ponen poco reparos en humillar a Violetta para conseguir sus propósitos. Bastante significativa es la frialdad que muestra Germont cuando la joven le pide “abrazadme como a vuestra hija... así seré fuerte” después de que el anciano le haya pedido el enorme sacrificio de que abandone a su amado para siempre. Sorprendió gratamente el timbre claro y rotundo del barítono gallego.

Carlos Aragón, quién también debutaba esta Traviata como director musical, título que ha trabajado durante años como maestro repetidor, encaró con entrega y decisión la lectura de una partitura que exige una alta dosis de intuición dramática y empatía con el elenco si se quiere ofrecer una visión equilibrada de una ópera que se ha convertido en el paradigma del género, logrando unos resultados más que satisfactorios al frente de la Orquesta Manuel de Falla, formación que nunca antes había interpretado este título.

Bien el resto del reparto, el ballet, el Piquillo de la bailaora jerezana Mercedes Ruiz (todo un lujo para la fiesta de Flora), y el Coro del Teatro Villamarta, quién acusó algunos desajustes de tiempo compensados con su habitual entusiasmo y entrega.

Cálidos y dilatados aplausos del publico demostraron una vez más el éxito de esta Traviata.

Ópera en tres actos de Giuseppe Verdi (1813-1901). MARIA ERCOLANO, Violetta Valery. ISMAEL JORDI, Alfredo Germont. JAVIER FRANCO, Giorgio Germont. BEATRIZ LANZA, Flora Bervoix. ANA TRONCOSO, Annina. PABLO GARCÍA LÓPEZ, Gastone, Vizconde de Létorières. FRANCISCO SANTIAGO, Barón Douphol. DAMIÁN DEL CASTILLO, Marqués D’Obigny. ÁNGEL JIMÉNEZ, Doctor Grenvil. MERCEDES RUIZ, Piquillo. CARLOS ARAGÓN, director musical. FRANCISCO LÓPEZ, director de escena. ORQUESTA MANUEL DE FALLA. CORO DEL TEATRO VILLAMARTA. Teatro Villamarta. Jueves, 11 de noviembre, 20.00 hora

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