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Gumersindo Ruiz
C op 29, una visión optimista
JEREZ está lleno de restos romanos. Se trata fundamentalmente de restos de fustes de columnas, cimacios de mármol, molinos de piedra, marmolillos, etc. Se hallan colocados como guardacantones en las esquinas de las edificaciones para preservar sus muros de los daños que pudiesen infringir los antiguos carruajes o reforzando el interior de los viejos muros.
Entre estos destacamos dos fustes partidos colocados en la entrada de la calle Cordobeses, una columna de mármol en la esquina derecha de la puerta principal de San Lucas, un fuste de mármol con inscripciones en la esquina izquierda de la mencionada iglesia -quizá un miliario, cuya grafía está oculta por el encalado de toda la pieza-, restos de un molino romano con su muesca así como varias columnillas de mármol incrustadas en una edificación del siglo XVIII en la calle Cabezas, una gruesa columna de mármol al final de la calle Pescadería Vieja que sirve de barrera al tráfico rodado, etc. Quizá una gruesa columna de mármol rosa partida de gran diámetro en una esquina de la calle Doña Felipa sea también romana.
En realidad, las columnillas o basas de mármol están presentes por todo Jerez. Existen varias en la calle Cabezas y otras en el entorno de la iglesia de San Lucas. De forma dispersa hemos observado este tipo de restos en numerosas calles jerezanas: Almendrillo, Consolación, San Ildefonso, Balderramas, Plaza del Mercado, Justicia, Plaza Belén, Alcaidesa, Juana de Dios Lacoste, Benavente Alto, Plaza Melgarejo, Plaza Santos, Latorre, Consistorio, Cerrón, San Cristóbal, Judería, Plaza Rafael Rivero, Pavón, etc. La mayoría de ellas parecen ser de época romana.
Aunque estos elementos romanos dispersos podrían hacernos pensar en la existencia en Jerez de un municipio, tal vez un pagus o quizá un conjunto importante de villae, lo cierto es que la arqueología descarta con rotundidad una ciudad romana en la actual Jerez, al no encontrarse sólidas estructuras urbanas. Por ello, ha de pensarse que todas estas basas y columnas se trajeron de yacimientos cercanos, sin duda de Asta Regia, Gibalbín o de los asentamientos rurales de las ricas villae de la periferia jerezana, sobre todo de las existentes en el entorno de Sidueña.
Numerosos restos romanos son citados en la historiografía tradicional dispersos por todo Jerez. En Jerez ocurre un hecho diferente a lo que se observa en otras ciudades españolas. En algunas de estas, se traían restos de civilizaciones antiguas de otros lugares para reivindicar el pasado esplendoroso de una nueva ciudad, colocándose las columnas y capiteles en lugares públicos o embelleciendo los palacios de los nobles. Se traían los restos antiguos para que se viesen y así la ciudad aparentaba una antigüedad y un prestigio que en realidad no tenía. En Jerez, los restos romanos citados por los historiadores antiguos se hallan reforzando la muralla islámica, los muros de las casas o reutilizados como simples guardacantones. Por tanto, los restos romanos existentes en Jerez no se utilizaron para una reivindicación de antigüedad, sino como simples materiales reaprovechados por su utilidad. Es un caso similar a lo que se produce en Sevilla, donde numerosas columnas sirven de guardacantones esquineros, aunque en este caso se cree rotundamente que proceden de la antigua Híspalis, de las que tampoco se han encontrado apenas restos urbanos consistentes.
Parada y Barreto nos habla en el siglo XIX de la existencia de "alcarrazones" romanos o grandes cisternas de agua en la zona del Pozo del Rey, en las cercanías de la actual Plaza de Madre de Dios. Asimismo, numerosas fuentes nos hablan como en 1753 el ayuntamiento jerezano dispuso la recogida de restos romanos dispersos por la ciudad para trasladarlos a dependencias municipales. Entre ellas, varios pedazos de esculturas que aparecieron imbuidas en un muro en un edificio de la Plaza Quemada, dos esculturas togadas en la casa de D. Bruno de Villavicencio en la calle Ídolos y algunas inscripciones existentes en la calle de la Carne y en la Puerta de Santiago (Archivo Municipal de Jerez (AMJF), legajo 300, expediente 8.937). Las dos esculturas togadas de la calle Ídolos pasaron a utilizarse posteriormente como guardacantones en la Plaza Belén hasta que el arquitecto José Esteve y López las donó a la recién creada sección arqueológica de la Biblioteca Municipal. También se descubrieron restos romanos en el Alcázar (Laureano Aguilar, "Estudio de materiales arqueológicos procedentes del Alcázar de Jerez de la Frontera", 1998). Se encontraron, siguiendo al referido autor, "tégulas, ánforas, desechos de hornos de construcción y fragmentos de siguillata… junto a restos constructivos aprovechados en las edificaciones medievales…".
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