La mujer y la prensa gráfica histórica
Lectores sin remedio
En 1928 aparece en Madrid 'Estampa: revista gráfica y literaria de la actualidad española y mundial', de la Casa de Rivadeneyra, cuyos talleres eran entonces propiedad del ingeniero Luis Montiel, impulsor del magacín. Según la Hemeroteca Digital de España fue, junto a 'Crónica', la que modernizó el periodismo gráfico español de actualidad. Gracias a su adaptación a las modernas técnicas de impresión, pudo abaratar su precio de venta hasta los treinta céntimos el número, desbancando así a otras competidoras que alcanzaban incluso la peseta. Por ello entró triunfalmente en muchos hogares españoles, pues aunque conservadora, profesaba un moderado feminismo con variadas secciones dedicadas a la mujer. Entre ellas, 'La mujer en el hogar de los hombres célebres', una de cuyas entrevistas la protagonizó Carmen Polo, quien fuera esposa del muerto de moda, por entonces joven general del ejército e ignorante del papel que el futuro le deparaba en la Historia. De hecho, preguntado sobre su más ferviente deseo, contestó que era "pasar en todo momento desapercibido, pues resulta molesto sentirse frecuentemente contemplado y comentado". Como sabemos, no pudo disfrutar de tan anhelada tranquilidad. La portada que presentamos también la protagonizan las féminas: varias chicas estudiantes de derecho visitan al ministro de Gracia y Justicia para solicitarle "que se autorice a las mujeres abogados para ser registradores de la propiedad, jueces y notarios". Tres años después, un Decreto de la II República permite su ingreso en estos cuerpos de élite tradicionalmente masculinos. Previo ruda oposición, obviamente. Otro número lo abren dos alumnas de la Escuela Normal de Maestras de Madrid con labores de costura y un pie de foto revelador: "se puede conocer el Discurso del Método y al mismo tiempo saber zurcir". Titulares como "la mujer española en la Universidad", "¿deben fumar las mujeres?", o secciones como "Eva, páginas de la mujer" y "Damas españolas", evidencian también la importancia que tributaba la revista al género femenino. Aunque no tan proclive al feminismo, desde 1894 destacó otra publicación eminentemente gráfica, "Nuevo Mundo", que sería absorbida por "Mundo Gráfico" en 1913. Pionera en arrinconar el grabado en favor de la fotografía, en sus páginas firmaron escritores de la talla de Unamuno o Maeztu. Dedicó mucho espacio a la publicidad, con algunos anuncios rabiosamente actuales, como la pomada "Hair Grower", que aseguraba el retorno de los calvos a una testa "cubierta de fuerte y sedosa cabellera". Y yo que la viera. Otros se dirigen directamente a ellas: las "pilules orientales" del Dr. Ratié para conseguir unos "senos desarrollados, reconstituidos, hermoseados y fortificados", o las "pilules Apolo", que "no se limitan a hacer desaparecer la grasa sino que actúan contra la causa misma de la obesidad". Ambas revistas casi coincidieron en la fecha de desaparición: 1933 y 1938, época ominosa en la que dos bandos de descerebrados provocaron en España el desastre que hoy aún nos enfrenta. Natalio Benítez Ragel
Tufo
CUANDO leyó aquello en el periódico local, saltó como un resorte de su butaca, fue al cuarto de baño y se lavó a conciencia las manos, se olisqueó la ropa. No encontró olor que no fuera el suyo o del jabón del lavabo. "Hay que acabar con todo lo que huela o suene a Pemán", habían proclamado los grandes jefes, y él, que gastaba fama entre los suyos de ciudadano ejemplar, no podía permitirse que de nada ni de nadie de su familia pudieran sospechar que oliesen o sonasen a Pemán, lo que habría supuesto graves y terribles consecuencias. Por eso, las instrucciones a su mujer y a sus dos hijos fueron precisas: había que extremar la limpieza para no oler ni lejanamente a Pemán y mucho cuidado con los sonidos. Para ello y para curarse en salud, cambiaron el ambientador del hogar y el suavizante de la ropa por la marca "la flor de mi secreto", una fragancia insulsa pero libre de toda sospecha. Al cabo de unos días, su hijo mayor le contó que el maestro había expulsado de clase a un alumno por oler a Pemán que apestaba, y que él y unos cuantos amigos lo habían esperado en el recreo, le habían quitado el bocadillo y le habían dado unas cuantas collejas. ¡Bien hecho!, fue la respuesta de aquel ciudadano modelo, padre también ejemplar. Y ya incluso se confirmaba que había habido depuraciones en su trabajo; una compañera había sido despedida porque el jefe la había acusado de que el motor de su coche tenía un cierto sonido a Pemán. Y cuando vio en los periódicos la foto del jefe supremo que no tenía escrúpulo alguno en negociar con criminales y golpistas, y al que habían pillado en algún que otro fraude (¡envidia de enemigos!, lo justificaba), se dijo para sí extasiado en la contemplación de la imagen que aquel eximio doctor nunca olería a Pemán. Un día, su hija pequeña le preguntó a bocajarro: "Papá, ¿a qué huele o suena Pemán?". Él por única respuesta solo acertó a decirle: "No sé, hija. Pero tú calla y obedece". José López Romero
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