Viaje al alma de un torero
La Fundación Teresa Rivero acoge hoy la inauguración de la muestra de fotos 'Maestro... Es la hora', en la que Leo Cobo y Carmen Asenjo desvelan los momentos antes de que Padilla salte al ruedo
A la hora en la que aparezcan publicadas estas líneas, Juan José Padilla aún no habrá visto nada de la exposición que protagoniza. Lo que el público podrá presenciar desde el 16 hasta el 30 de julio en la Fundación Teresa Rivero (en horarios de 10:00 a 14:00 y de 19:00 a 21:00, plaza Rivero, entrada libre) es el noble proceso que un torero vive entre que abandona cualquier disfraz de calle, de esos que visten comúnmente los hombres terrenales, y se viste de lo que de verdad es. Y tan suyo es ese traje de luces -aunque a veces se vea obligado a terminar la faena en pantalón vaquero- que la fisionomía del ilustre jerezano por el que todos tuercen su mirada y avisan al que llevan caminando al lado (mira, mira, el Padilla), se vuelve irreconocible debajo de la montera. Como si los músculos de su rostro se dispusieran de diferente manera una vez que comienza la liturgia previa a jugarse, como el que dice cualquier cosa, la vida. Esto es lo que presentan la jerezana Carmen Asenjo y el madrileño Leo Cobo en 'Maestro... Es la hora'.
"Era impresionante el gran silencio durante la hora y media que estuvimos en la habitación del hotel", dice Carmen, para apostillar luego que "sólo se interrumpía con el sonido de las cámaras haciendo las fotografías". Aún más impresionante es ver a Padilla sufriendo por entrar en el pantalón de luces, o rezando frente a una colección de estampas que preside el Señor de las Penas de San Mateo. Además, ambos se sintieron completamente invisibles, ya que aquel al que retrataban es el que es siempre antes de torear, según Leo Cobo.
La exposición es un regalo para cualquier aficionado a la fotografía, al toreo, o para el que no se interesa por ninguna de las dos cosas. En formato de 70x50 vertical, blanco y negro, sin flash y con cámara digital, estos dos fotógrafos se adentran en el mundo del toreo desde una perspectiva diferente. Como ellos mismos indican, el interés no estaba en ver al toro sino al torero, verlo crecerse cuando aún restan muchos minutos antes de saltar al coso y no está rodeado por vítores y tablas coloradas, sino entre paredes que ni siquiera son las suyas. La lucha entre lo interior y lo exterior se presenta en forma de luces y sombras, un retrato intimista que logra acercar al público hasta las mismas entrañas de un Padilla desconocido y nuevo. No esperen menos que eso. Un hombre expuesto a la mirada descontexutalizadora de dos fotógrafos urbanos que abandonan las aceras para explorar el psique de un hombre en riesgo de muerte. "Sólo alguien que se ha visto en una igual, marchando a la guerra, por ejemplo, puede entender lo que está viviendo él en ese momento". Mienten. Ellos, lo demuestra la envergadura de sus fotos, también lo han entendido.
Por su parte, Juan José Padilla se muestra "muy orgulloso como torero y como jerezano" de formar parte de este proyecto. Halaga también el trabajo de Asenjo y Cobo, todo un hito en "el mundo del toro y la fotografía, y lo hicieron con mucha seriedad y respeto". Para el jerezano fue, en parte, como una obra de teatro, a diferencia de lo que exponen los autores, ya que ante el requerimiento que le hicieron Cobo y Asenjo de que actuara como si estuviese toreando, él se metió tantísimo en el papel que "habiendo tal emotividad y tal silencio, llegué a pensar que estaba toreando dentro de aquella habitación, fue muy bonito".
A las 20.30 de esta noche está prevista la presentación, que contará como maestro de ceremonias con Javier Bocanegra, crítico taurino, además la presencia confirmada del propio torero y de los autores. La entrada en este acto es también libre, hasta completar aforo.
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