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Crítica de Cine
GHADI
Comedia dramática, Líbano, 2013, 100 min. Dirección: Amin Dora. Guión: Georges Khabbaz. Fotografía: Karim Ghorayeb. Música: Nadim Mishlawi. Intérpretes: Georges Khabbaz, Lara Rain, Emmanuel Khairallah, Camille Salameh, Rodrigue Sleiman, Samir Youssef, Caroline Labaki, Tarek Bacha.
El mal llamado cine periférico suele encontrar dos vías de acceso a nuestra homogénea cartelera: la denuncia o la fábula. Y a ser posible con una estética que pueda emparentarse rápidamente con las formas neorrealistas o con el trazo del costumbrismo más amable y didáctico. Es lo que ocurre con esta cinta libanesa, planteada como un cuento para adultos (o no tanto) sobre cómo superar el trauma de la discapacidad y la diferencia desde los buenos sentimientos y el sentido comunitario.
Ghadi es el nombre del tercero de los hijos de la maestra Lara y el profesor de música Leba (Georges Khabbaz, también guionista), un buen hombre de un pequeño pueblo costero que nos narra su historia desde la infancia hasta la llegada de su vástago en una primera y elíptica primera parte del filme, donde también se traza, con ánimo caricaturesco, el variado perfil humano de las gentes de un barrio que busca encerrar una metáfora de la propia y plural condición humana sometida a la inevitable simplificación de tipos y comportamientos.
El meollo del filme llega cuando, para contrarrestar el acoso y las quejas de los vecinos por las molestias causadas por Ghadi, Leba decide convertirlo en un ángel, escenificando, cual Pepe Isbert en Los jueves, milagro, una serie de apariciones y sucesos extraordinarios que, a la postre, ponen al mezquino vecindario a los pies de esta beatífica e inocente criatura.
Amin Dora elude así todo realismo en su tratamiento de un problema íntimo (realmente el hijo nunca existe como personaje) y social para sobrevolar por el territorio amable de la caricatura costumbrista y edificante, lo que hace de su Ghadi una película demasiado ingenua (por no decir moralizante y profundamente conservadora) para espectadores que le pidan al cine algo más de complejidad o edad mental.
Con todo, en su concepción fabuladora al vacío, el filme nos permite acercarnos, de eso debe tratarse también, a la realidad popular libanesa desde una perspectiva amable, sentimental y tópica que, a la postre, busca situarla en la misma esfera de normalidad que cualquiera otra del planeta.
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