Un arte necesario en duros ambientes
Artistas de Jerez
Metidos de lleno como estamos en este estado de suprema incertidumbre, con el dichoso virus fuera de control, con mucha gente sin darse cuenta - sin darnos cuenta - que esto es algo más que malo y con la ciudadanía sin saber si el toque de queda, el cierre perimetral, las dudas de dónde se puede ir, cómo poder entrar o salir y todo esto que ustedes saben, el universo cultural continúa intentado que exista cierta nota de normalidad cuando la normalidad es algo que, ahora, ni por mucho tiene actualidad. Por eso, con la mosca detrás de la oreja y pensando en que existe una gran probabilidad de que esto vaya a más y nos veamos abocados a algo parecido al trece de marzo, seguimos asistiendo a las pocas exposiciones que existen y a las que debemos apoyar desde todos los sectores. Por eso, hay que acudir a ellas, hay que seguir manteniendo viva la llama de la ilusión y asistiendo a las salas porque, en nuestros espacios expositivos, estoy seguro de ello, hay menos posibilidad de contagio que en cualquier otro lugar ciudadano. No dejemos a lo artístico desamparado, hay que seguir apoyando y contemplando una realidad artística que, ahora, está más viva que nunca y que necesita infinitamente más de todos nosotros.
TRAYECTORIAS. Palacio de Villavicencio. JEREZ
El Conjunto Monumental del Alcázar de Jerez acoge en estos días una exposición con tres artistas muy implicados en el contexto general de la ciudad y con una obra muy cuidada que nos ofrece tres episodios de los muchísimos que intervienen en la pintura contemporánea.
El argumento que une el contenido pictórico de los tres artistas - Elisa Soria, Miguel Castilla y Javier Varela - es el buen oficio que los tres desarrollan; los tres con sobradas formulaciones técnicas de una pintura que dominan y a la que saben sacar todas sus máximas posibilidades. En los tres se adivina un conocimiento total de esta pintura de ahora en la que todo es susceptible de trascender artísticamente siempre que postule emoción y lleve a los segmentos donde anida la máxima expectación del arte por el arte mismo. En esta ocasión los tres artistas lo consiguen. En las obras expuestas se adivinan claridad de ideas, formas adecuadas a lo que se quiere transmitir y valores esenciales de una pintura atractiva en fondo y forma.
MIGUEL CASTILLA
es un pintor de muchas cualidades técnicas, sabedor de cómo se debe formular la realidad para que ésta no se quede en meros efectismos embaucadores. Para esta ocasión se adentra en los infinitos registros de la figura humana con objeto de profundizar en muchas de sus circunstancias plásticas y dejar que la misma se abandone a un estado de bella ensoñación donde lo más real pierde sus connotaciones para desentrañar un mundo de evocaciones y referencias mediatas, llenas de encanto visual y dulces sugerencias. En sus obras yuxtapone la realidad de la imagen , aderezada de enigmáticas formas, a la suma plasticidad de los fondos, consiguiendo una esencial abstracción que permite cómplices guiños al poder sugeridor de la figura. Además sabe interactuar con el propio soporte para que éste se convierta en un elemento más del relato final.
ELISA SORIA profundiza en los infinitos registros que proporciona el paisaje. En su obra, la normal disposición del mismo, sus exactas connotaciones ilustrativas, han dejado su posición más concreta para, a su vez, formular una nueva realidad presentida que potencia la representación para hacerla más íntima, más enigmática, hasta más sensual. En sus paisajes todo parece haber sido traspasado por una bruma celeste que desvirtúa los contornos y ofrece una nueva dimensión. Lo real y lo irreal diluyen sus contornos, la naturaleza se pierde en una bruma circundante que aleja lo ilustrativo y hace renacer un misterioso episodio lleno de expectativas y emoción.
JAVIER VARELA nos conduce por una pintura paisajística en la que el camino marca los planteamientos conceptuales. Con muy buen tratamiento pictórico acentúa los perfiles de lo real, a la vez que nos deja entrever asuntos que se inmiscuyen más en las posiciones abstractas. Sabe manejar los tiempos del relato representativo y abarca, con muy buen tono, los parámetros de un paisaje al que estructura con acertada disposición. Su mirada se detiene en muy buenos encuadres para conseguir que la imagen desarrolle su máxima posición expresiva. Es un pintor que sabe lo que hace y que pinta sin sujeciones; marcando muy bien los aspectos de una realidad que levanta tras un asentamiento de posiciones monocromas; desde ellas atempera el sentido colorista y deja que se produzca un atractivo posicionamiento formal de acertada distribución plástica.
Son tres artistas, activos de la pintura de Jerez; comprometidos con el arte y ejecutores de una realidad que, en sus más diversas posiciones, relata las múltiples circunstancias de la moderna figuración. La exposición del Alcázar sirve, además de para reencontrarnos con tres artistas poderosos, para dar una nota de normalidad a un tiempo que necesita muchas más actuaciones.
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