Los caminos de la Vía Augusta en torno a Jerez (I)
La ciudad de la Historia por Eugenio J. Vega Geán Y Fco. Antonio García Romero
LA Vía Augusta es un amplio proyecto de comunicación terrestre entre la Bética y la capital del imperio. Iba, pues, de Gades a Roma. Existen referencias arqueológicas y literarias sobre su recorrido a través del 'conventus' gaditano, como nos muestran los vasos de Vicarello y el itinerario de Antonino Pío, recogido, entre otros, por el Anónimo de Rávena. La confusión y el desconocimiento que presenta el recorrido de la Vía Augusta por la provincia de Cádiz está motivado por la presencia de numerosas zonas inundables, marismas, lagunas, riachuelos, esteros, arroyos naturales y artificiales, etc., que hacen hoy día muy difícil reconstruir su camino original.
El entorno de la actual Jerez en época alto imperial estaba lleno de zonas inundadas, que harían intransitable los caminos que comunicaban las poblaciones que debieron existir dispersas en la zona. Una época, el siglo I, donde el clima debió ser más lluvioso que el actual, más parecido al húmedo clima oceánico que al seco y caluroso clima mediterráneo y donde la fuerza de las mareas en los estuarios y esteros de los ríos se hacía sentir con más virulencia que en la actualidad.
Todavía en el siglo XIX las fuentes nos hablan de que los caminos de Jerez a Sanlúcar, Sevilla o Arcos eran intransitables durante gran parte del invierno. La zona de la actual Jerez, elevada, dominaba zonas de marismas y arroyos. El Guadabajaque por el sur y oeste, bañaba las playas de San Telmo hasta la zona de Raboatún y Montealto. El entonces caudaloso arroyo de Balac o Badalejo, junto con el arroyo Salado, llegando su influencia prácticamente hasta El Trobal y las laderas de Gibalbín, rodearían prácticamente por el este y norte el ámbito rural de la actual Jerez. Caulina debió ser un gran humedal que recibía las aguas del noroeste de Jerez y del Badalejo. El Guadalete era mucho más caudaloso y navegable en parte de su recorrido, siendo su anchura mucho mayor que en la actualidad y encharcando en sus crecidas parte de las actuales Playas de San Telmo. Todo el entorno estaba lleno de lagunas como las de Medina y Torrox, de mayor amplitud que en la actualidad.
Todo lo que rodeaba a Jerez era marisma, agua y fango, en cuyos cerros más altos crecían con suma fertilidad trigales, olivos y viñedos. Sin duda, el 'ager Ceretanus' de Columela. Más al oeste, se encontraban los esteros del Guadalquivir con las zonas inundables de Tabajate y Asta. Hacia el norte, entre Lebrija y Gibalbín las marismas del Bujón, Albina y Tollón. Un panorama acuático que harían confundir al propio Avieno, y a los que describieron la zona antes que él y en los que inspiró su 'Ora Marítima', creyendo que la zona formaba una fértil isla, a la que llamó Cartare.
La actual Jerez también estuvo llena de arroyos naturales, hoy canalizados, como el de Curtidores y aquellos que atravesando la ciudad de oeste a este desembocaban en las zonas bajas de la Canaleja y Caulina, lugar donde desembocaban las madronas de aguas sucias y pluviales de la ciudad del XIX y que a través del Badalejo conducían al Guadalete.
El análisis geográfico resultante nos presenta una zona donde era más fácil el tránsito fluvial que el terrestre. De hecho, sería común entre los distintos y numerosos emplazamientos rurales existentes el transporte en pequeñas embarcaciones a través de los arroyos y humedales como si de Venecia se tratase. Sería más que probable que arroyos naturales o artificiales comunicasen las cuencas de los ríos Guadalete y Guadalquivir, sobre todo para el transporte de mercancías, aunque en algunas zonas altas este transporte se hiciera a pie.
Debió existir un arroyo natural o artificial que conectaba por el norte las zonas inundables del Badalejo y Caulina con los esteros de Asta, discurriendo junto a la Cañada Ancha. Quizá también por el sur, otro ramal de vías fluviales comunicaban discontinuamente las Playas de San Telmo por donde discurría el Guadabajaque con el arroyo Morales hacia los esteros de Tabajete y Asta Regia. Sin duda, Asta y El Portal (Ad Portum) debieron ser grandes puertos de exportación fiscalizadores de productos a los que se llegaría con mayor facilidad por vía fluvial. Asta Regia fue un importante puerto interior, que recogería más productos agrícolas y ganaderos que mineros, para trasladarlos a Gades y desde allí a Roma.
La Vía Augusta es la alternativa terrestre en la zona a la navegación marítima y fluvial. Debieron servirse de ella con frecuencia las zonas de producción agrícola más alejadas de los cauces pluviales, así como los contingentes militares. Fue vital para el transporte de trigo, base del impuesto de la Annona que mantenía a los ejércitos. El recorrido de la Vía Augusta resulta más o menos claro desde Hispalis hasta Ugía (Torres de Alocaz). En el camino, el puentecillo de La Alcantarilla cercano a Utrera, aún conserva una inscripción original que nos indica que por allí discurría.
Parece también más o menos claro el camino de Gades hasta 'Ad Pontem', puente de Suazo en San Fernando, y a través del barrio Jarana y la carretera C-133 hacia el punto fiscal de 'Ad Portum', más probablemente El Tesorillo en El Portal que Bolaños o El Puerto de Santa María.
Pero, ¿cómo era el paso desde Alocaz hasta El Portal atravesando zonas de marismas, inundables e impracticables para el transporte? Muy complejo debió de ser el camino, pues todos los documentos nos llevan a identificar a Asta Regia, en las Mesas de Asta, como una 'mansio' o zona de descanso en el camino oficial, lo que obligaba a atravesar por alguna parte las marismas junto a Nabrixa, los esteros del Guadalquivir y posteriormente los humedales de la zona y demás arroyos del Guadalete hasta llegar hasta la ribera oriental de este río.
Parece lógico pensar que existieron en la zona caminos anteriores a la presencia romana que fueron utilizados habitualmente por los pueblos pre-romanos para unir los núcleos más importantes. A falta siempre de la certeza de las excavaciones, la población anterior a Asta Regia y la púnica establecida en Doña Blanca (quizá Tartessos, quizá Gadir, y probablemente, después, la Saduña o Sidueña islámica) debieron estar bien comunicadas. Probablemente este camino iba a través de la actual cañada del Carrillo, que atravesando Cantarranas, San Julián y Macharnudo Bajo y Añina llegaba hasta el Tabajete y Asta Regia (Bartolomé Gutiérrez nos certifica la existencia de tumbas en el Pago de San Julián).
Jesús Caballero Ragel
Centro de Estudios Históricos Jerezanos www.cehj.org
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