'Al menos dos caras' vuelve a sorprender con un dúo cuerpo a cuerpo de vértigo
Sharon Fridman logra el éxito con su danza corporal
Sobre el escenario del Teatro Villamarta un hombre camina encima de un muro. El patio de butacas deja ver las caras extrañadas de los asistentes a la obra. De repente, esa figura que camina desde las alturas cae. La mano firme de otro bailarín evita que se desplome contra el suelo, y en ese preciso momento comienza un viaje cuerpo a cuerpo entre ambos bailarines. Sharon Fridman apostó por un preludio que consistía en romper el silencio a través de los gritos del público. Ese hombre que caminaba sobre el muro pudo no haber sido salvado por un premeditado ejercicio de fuerza, pero ahí es donde reside la magia del espectáculo.
El coreógrafo y bailarín israelí, afincado en Madrid, apostó por sorprender desde el primer instante con una combinación constante de luces y sombras que impedía al espectador parpadear y perderse así, algún detalle del improvisado combate que ambos bailarines protagonizan.
La escenografía móvil de paneles de madera sirvió de telón para mostrar u ocultar sólo lo que se quería dejar a la vista, en una constante elipsis argumental que se movía a ritmo de dos cuerpos sin miedo a malherirse. La búsqueda de un espacio virtual a través del lenguaje físico donde el público pueda sentir e imaginar fuera de una realidad racional, era la única pauta. La técnica 'contact' que ya popularizara este dúo, desde que lo coprodujera el mismo Fridman en 2010 en La Gomera, hasta el estreno de la obra en el Teatro Pradillo de Madrid, sigue impresionando por su efectiva puesta en escena. La música ayudó a intensificar la expresividad. La combinación de sonidos electrónicos casi experimentales, claustrofóbicos y resonantes, con una banda sonora de tipo circense, como si de un tío vivo se tratase, envolvió las butacas del teatro con entretenimiento en estado puro. El espectáculo latía con vida propia, dinámico en cada salto, convirtiendo el escenario en un compendio de realidad y ficción, que desde la desnudez de sus bailarines, y el hipnotismo de sus cuerpos, consiguió parar el tiempo desde que comenzó. No se puede decir que el entusiasmo que generó la actuación fuera inesperado, pero la representación cinética de ambos actores transmitía una frescura innovadora. Explicación de porqué el coreógrafo israelí se ha erigido en la escena nacional e internacional como uno de lo referentes artísticos, con una importancia cada vez más reconocida por los jurados de los diferentes festivales recorridos.
Sharon Fridman se apoyó en la fragilidad del cuerpo humano, midiendo cada uno de sus pasos, mientras el acompañamiento musical, de tipo instrumental, creaba una atmósfera en la que la danza era la única protagonista. EI I Encuentro Internacional de Coreografía y Danza echó el cierre tras una semana dedicada a la danza entre el 11 de julio y el 18 de julio, con una asistencia reducida aunque se demostró que sigue habiendo lugar para la danza contemporánea en el teatro Villamarta, incluso en la complicada situación económica de la ciudad. 'Al menos dos caras' sigue siendo tan innovadora como al principio, y sus intérpretes mantienen el entusiasmo y la intensidad precisa, en cada uno de sus forcejeos y acrobacias, para que el público, tras acabar la función, aún en una nube, se uniera en un sincero aplauso al unísono.
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