Programación
Navidad en el Zoobotánico de Jerez

Completísimo y esclarecedor paisaje expositivo sevillano (I)

Diario de las Artes

Obra de Patricio Cabrera.

YA hemos comentado en numerosas ocasiones el buen momento por el que pasa el paisaje expositivo sevillano, con los espacios, galerías de arte y salas institucionales, a pleno rendimiento y con unos volúmenes artísticos de primerísima categoría, que dan pie para señalar que, sin caer en excesivas manifestaciones hiperbólicas, pueden ser de las de mayor entidad de los últimos años. Algo que es fácilmente constatable y que convierte la ciudad hispalense en el centro neurálgico de la actividad artística de Andalucía; sobre todo, tras el manifiesto cambio de ritmo malagueño, con un incomprensible paso atrás en el organigrama expositivo al verse el Museo Ruso totalmente fuera de juego y el CACMÁLAGA cerrado y en un lamentable estado de indecisión administrativa y política. ¡Cuánto se os va a echar de menos José María Luna y Fernando Francés!

En estos días prenavideños, varias han sido las exposiciones que han iniciado su andadura; muestras de muchísimo calado que vienen a testificar esa bonancible realidad del actual panorama sevillano. Importancia expositiva que va a dar para varias entregas.

Obra de Dorothea von Elbe.

Galería Rafael Ortiz: DOROTHEA VON ELBE. La voz silente de lo sutil

A la artista alemana afincada en la silente espiritualidad cordobesa e historia viva de esta galería, siempre la hemos tenido como una pintora genial que hace de lo sutil y exquisito máximas proposiciones para los sentidos. Con un domino aplastante de la técnica, con un determinante y contundente dibujo de concisa y elegante línea gráfica y una precisa y justa pincelada capaz de estructurar, con lo mínimo, máximo gestos que ilustran bellos esquemas representativos.

Conocí a Dorothea en los años ochenta de la anterior centuria. Rafael Ortiz era su galerista natural, lo mismo que el de su compañero, el gran José María Báez. En la calle Mármoles me cautivó la suprema esplendidez de su mancha, gesto conformador de una realidad bellamente representada. Después vendrían sus participaciones en Carmen de la Calle y sus medidas comparecencias que nos dejaban un felicísimo regusto y la perentoria necesidad de mucho más. Y es que la obra de Dorothea Von Elbe es como ella, silenciosa, justa, sin excesos, medida, con ciertos toques pictóricos para que la más absoluta esencia de lo real magnifique, aún más, todo el potencial ilustrativo que lleva consigo.

Obra de Dorothea von Elbe.

La pintura floral de esta artista es un bello canto a la sutileza. La artista dialoga con los motivos; les susurra; existe una especie de íntimo roneo hasta que la conjunción es perfecta. Entonces, la pintora, como si fuera una callada frase de amor muy cerquita de la planta, le extrae toda la esencia de su ser y lo plasma con verdad y sentimiento en un soporte para hacerla indiscutiblemente eterna. Así es la obra de Dorothea, íntima, silenciosa, bella, sutil, impactante. En cada pieza la autora construye une ente superior donde subyace toda la gran manifestación natural de los elementos aprehendidos. Es una pintura esencial, básica, mínima pero llena de máximos... y, sobre todo, planteando un diálogo eterno entre el hombre y la naturaleza, entre la intimidad de lo interno y la exacta magnitud del universo exterior.

Obra de Dorothea von Elbe.

La exposición de Dorothea Von Elbe nos sitúa en los bellos parámetros artísticos de una pintura eterna.

Sala Atín Aya. PATRICIO CABRERA. Escuetos esquemas de una mediata realidad

Patricio Cabrera fue de lo artista importantes de los años ochenta; aquellos iniciáticos momentos que tanto se buscaban en una Sevilla, todavía, con muchos registros trasnochados. Era pintor de la Máquina Española, allí donde se forjaron tanta ilusiones y tantos proyectos de artistas que, después, eclosionaron en una pléyade de suma potencia creativa. Además, el artista de Gines ha sido, probablemente junto con Curro González, el pintor más pintor de aquellos tiempos. Artista que ha creído, sin reveses, en la pintura segura; la que expresa y relata, la que se confecciona con materia y no sólo con efluvios conceptuales, la que desprende el poder inquietante de una conciencia creativa sin reveses. Por eso, ha sido un pintor presente en los mejores estamentos y un pintor en quien confiar por sus seguras manifestaciones de un credo consciente y con la claridad de lo que debe ser la pintura moderna.

La exposición que se presenta en la sala que lleva el nombre del gran fotógrafo sevillano, nos conduce por la obra sin complejos de un artista que parece como si se fuera desprendiendo de algunos de los argumentos que, quizás, sobraban en su anterior pintura. Ha dejado en ella lo esencial, el misterio de lo simple, la proposición estricta del color, el esplendor escueto de la naturaleza; episodios marcados de brillantez lumínica y cromática que nos llevan a escenarios presentidos donde se escenifica un paisaje que se nos hace más inmediato para conducirnos por la esencia de lo más simple. Paisajes que yuxtaponen elementos cotidianos a otros mucho menos cercanos, construyendo horizontes de posibles imposibles.

Obra de Patricio Cabrera.

A Patricio Cabrera la pura realidad se le ha quedado estrecha y busca en ella episodios menos constreñidos, mínimas posiciones representativas donde lo real ha adoptado una imagen menos previsible. Pintura pura, que respira, que relata sin demasiados esquemas elitistas, sin posiciones oscuras donde perderse. En su obra el espectador camina por un jardín poblado de escuetas estructuras florales que comparten espacio con esquemas menos inmediatos y que completan sus registros. Presencias y ausencias de realidades que juegan en una mismo estamento. Una pintura que descubre a un artista total y en plena efervescencia creativa.

Casa de la Provincia. GERARDO DELGADO. Las esencias del abstracto.

La pintura sevillana de la segunda mitad del siglo XX no sería lo mismo sin la figura de Gerardo Delgado. Él, con otros esforzados de esa ruta que quería desembocar en la meta de la Modernidad, Carmen Laffón, Miguel Pérez Aguilera, Jaime Burguillos, José Ramón Sierra, Manolo Salinas, Juan Suárez, Pepe Soto, Enrique Ramos Guerra o Paco Molina, entre algunos más, con el principal actor de todo aquello que fue Enrique Roldán desde su atalaya de La Pasarela, pusieron las bases de una nueva plástica en aquella Sevilla de efluvios resabiados y argumentos, todavía, bastante trasnochados.

Gerardo Delgado fue arquitecto; realizó una pintura nueva, de gestos, reducciones geométricas y campos de color interactuantes. Sus propuestas, siempre, con la abstracción como punto de partida, desarrollan una plástica de acción, esa que acumula márgenes coloristas para desarrollar la mágica función del color como vehículo integrador de acciones que son asumidas con pasión, rigor y sumo concepto artístico.

Obra de Gerardo Delgado.

Al artista de Olivares, la abstracción le marca los cauces de una pintura que siempre le ha llevado por rutas de suma espiritualidad plástica. Abstracción pura, de conceptos formales ilimitados, con campos de color interactivos que se ajustan a planteamientos geométricos que desarrollan posiciones racionales donde entran en juego sustanciosos esquemas de acumulada emoción.

La pintura de Gerardo Delgado nos sitúa en los escenarios del mejor abstracto, ese dominio en el que todo queda supeditado a la fuerza inquietante de la materia plástica, a esas coloristas superficies rotas por las estructuras que delimitan los espacios y crean límpidas zonas estructurales. Su abstracción conjuga los desarrollos meramente pictóricos, la reflexión absoluta a través del medio cromático en esos campos puros de color y los desenlaces semánticos a los que se llega desde un sutil juego metafórico que evidencia su preclara posición arquitectónica. Las interactuaciones cromáticas se dan la mano con los espacios actuantes, toda una suerte de sistemas geométricos o simplemente coloristas donde la pintura se posiciona para crear una escenografía cromática que alberga la mejor pintura abstracta en la que uno puede pensar.

Obra de Gerardo Delgado.

Gerardo Delgado es un sabio creador de esencias abstractas; él consigue con su obra la sobriedad de una plástica en la que los elementos compositivos dejan entrever esa feliz referencia de aquella pintura que los americanos, en los años cincuenta, hicieron cambiar los conceptos, para bien, de una pintura que, desde ellos, fue distinta; una pintura que descubre a los muy buenos y deja atrás a los que poco tienen que decir. Gerardo Delgado lo ha dicho todo y lo ha dicho bien.

Primera entrega de una feliz historia expositiva. Habrá más.

No hay comentarios

Ver los Comentarios

También te puede interesar

Lo último