Lo que se cuece en el estudio
A José Piñar le quedaban muy pocos espacios ilustres donde presentar su obra. Las estancias de la vieja Cartuja de Santa María de las Cuevas, la que después fue fábrica de cerámica Pitman, quizás, hayan sido de las pocas grandes áreas expositivas donde las obras del pintor granadino no se hayan visto expuestas de forma individual.
Es José Piñar uno de los artistas importantes de esta Andalucía que, desde los años 90, han conformado uno de los más activos grupos de creación que existen en España. Miembro de honor de aquella pléyade de artistas salida de la Facultad de Granada y que han copado los mejores catálogos de arte en nuestro país. Debo decir en este sentido que la pintura de José Piñar es la más eminentemente abstracta de sus compañeros de generación -sólo el nombre de Paloma Gámez, que también está exponiendo en estos mismos espacios, se le acerca en cuanto a credo e intencionalidad ajenas a cualquier tipo de referencia concreta -. Además, es un pintor con un lenguaje personalísimo, con unas marcas cromáticas que convierten a su pintura en indiscutible y con una determinante particularidad plástica y estética.
La exposición que se presenta en el Centro de Arte Contemporáneo de la Isla de la Cartuja tiene mucho de prolongación del estudio que José Piñar tiene en ese espacio maravilloso que es la Azucarera del Genil; allí donde se cuece gran parte del mejor arte que se hace en Granada. Los viejos recintos de la fábrica del Puente de los Vados, convertidos en una especie de moderno Bateau Lavoir, sirven de talleres a grandes artistas de esta Granada tan prolífica -junto a José Piñar, allí tienen sus estudios, entre otros, Marisa Mancilla, María Acuyo, Ángeles Agrela, Susi Lozano, Carmelo Trenado, Paco Lagares, Pedro Osákar, Manolo Vela, Agustín Ruiz de Almodóvar, Domingo Zorrilla, Paco Pomet, Santi Ydáñez y Andrés Monteagudo- José Piñar, como todos ellos, trabaja -y casi vive - en los otrora espacios fabriles. En ellos guarda sus obras, aquellas que han cumplido su función artística, que han ido y venido a muestras importantes y que han formado parte de ese arte moderno español tan comprometido. En el estudio reposa el trabajo de años; un trabajo que descubre al artista, que define al pintor y que desentraña la esencia pictórica del que es uno de nuestros más selectos e interesantes artistas del momento. De esta manera, el artista presenta su pintura, esas líneas coloristas que trascienden más allá de la pureza compositiva y abre las perspectivas para que la más expectante emoción amplíe sus horizontes más allá de los límites del lienzo.
Pero junto a su obra, a la par que contemplamos esa pintura de inquietante cromatismo, con sus áreas rojas, verdes y moradas perfectamente estructuradas en un orden y equilibrio formal, el espectador se encuentra con una serie de cuadros, dispuestos como si estuviesen en el estudio, trasunto de esa realidad profesional que encierra todo ejercicio y que, nunca debe ser separado del trabajo propiamente dicho.
La exposición que Juan Antonio Álvarez Reyes ha llevado hasta la Cartuja sevillana es totalmente justa y necesaria. José Piñar es uno de los artistas andaluces más serios, con mayor proyección y, ya, auténtico valor de nuestro arte más interesante. Por eso, el interés de mostrar nuestro más significativo ejercicio artístico paralelo a lo más selecto del Arte nacional e internacional es un acierto y, casi una obligación, del principal Centro de Arte de nuestra comunidad; verdadera locomotora que debe tirar de nuestro panorama artístico, en estos momentos muy adormecido.
Muy bien por el CAAC. Ese es el auténtico camino y que todos esperamos.
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