Con denominación de origen

Diario de las Artes

CANDI GARBARINO

Museo de Cádiz

CÁDIZ

Obra de Candi Garbarino.
Obra de Candi Garbarino.

Candi Garbarino es artista de Cádiz; tan de Cádiz como su pintura; esto que podría parecer verdad de Perogrullo tiene, sin embargo, ciertas connotaciones que te llevan a poder afirmar que no todos los pintores de la ciudad hacen una obra que encierre una total vinculación a Cádiz de forma mediata o inmediata. Pintura de Cádiz es la que hace Lita Mora, la de Manolo Cano, la de Carmen Bustamante o la de Pepe Baena, por poner sólo algunos nombres. La de otros, aun relatando asuntos relacionados con la ciudad gaditana, dudo mucho que sean absolutamente pintura de Cádiz. La obra de Candi Garbarino lleva consigo ese sustrato que hace emanar una esencia especial con Cádiz como referente denominación de origen; esencia de lo que se intuye, de lo que hay pero, también, de lo muchísimo que hubo, de la gente que dejaron huella indeleble y de lo que ha quedado, que, por supuesto, manifiesta la eternidad de lo que no se puede eludir porque es indiscutible. Y eso es Cádiz. Por eso me gusta infinitamente más la pintura pintura de Candi que esas formulaciones extrapictóricas que, a veces, realiza, sobre todo, impulsada por activos actuantes que conducen a poco. Vuelvo a decir que Candi es pintora pintora; con un lenguaje personal y hasta intransferible que no necesita de nada extraño para encontrar un camino que le sea propio. 

Además, su nombre ha ocupado, sin duda, un lugar de importancia en el tejido cultural y artístico de Cádiz. A su condición de pintora en ejercicio hay que sumar que fue directora del Museo de Cádiz, que ha sido profesora de dibujo del Instituto Columela y que tuvo que ver con un espacio expositivo que ocupó un sitio de relevancia en la infraestructura artística de la ciudad cuando ésta estaba bajo mínimos. También perteneció a un grupo que quería plantear ciertos registros de modernidad en un estamento artístico, todavía, con poco entusiasmo por lo nuevo. Es, por tanto, una personalidad en el mundo artístico de la capital y de la provincia y alguien a quien se ha tenido muy en cuenta en el desarrollo de una profesión en la que ella siempre ha tenido bastante que decir. Pero, no cabe duda, que, además de todo esto, su potestad gaditana le viene por ese sentido donde una realidad propiamente de la ciudad se manifiesta sin una razón definitiva que la defina.

Obra de Candi Garbarino.
Obra de Candi Garbarino.

Candi Garbarino es una artista con una línea de actuación sin sobresaltos; sólo aquellos condicionados por unas maneras necesarias a determinantes momentos pero que a nada conducían, sólo establecer las posiciones que imponían unas circunstancias, probablemente, erróneas. Ha pintado mucho con unas formas basadas en el poderoso manejo de la materia plástica, con un dominio del color que lo llena todo, que deja al margen cualquier otro argumento y que abre las perspectivas de un intenso proyecto representativo; todo desde la fuerza determinante de una plástica que no se queda en meros asuntos ilustrativos.

Hacía tiempo que la artista gaditana no mostraba su obra en un espacio importante; creo que la última comparecencia fue en el ECCO. Ahora vuelve manifestando esa realidad poderosa donde la figuración se nos muestra exultante y sin los aditamentos de un realismo pacato, mimético, facilón o amable y lleno de poca enjundia creativa. En su obra los efectos del color nos conducen por una realidad llena de energía expresiva, con todo magnificado por esa voluntad cromática que deja al margen situaciones efectistas y poco garantes de una verdad absoluta.

La exposición en el recinto museístico plantea una pintura de suma fortaleza cromática que engloba y envuelve una representación que es elevada a la máxima potestad expresiva.

Obra de Candi Garbarino.
Obra de Candi Garbarino.

La pintura de Candi Garbarino fortalece plásticamente la realidad que se plantea. Una fauna marina, mediata o inmediata, sirve de elemento sustentante para formular el testimonio de un planteamiento colorista muy bien desarrollado que anula el sistema ilustrativo y da mayor efecto a la composición matérica. La pintora gaditana se sitúa en una especie de fondo marino desde donde compone un bello paisaje en verdes y azules que, por sí solo, constituye una sutil sinfonía de sistemas cromáticos y que, cuando aparece la todopoderosa figura del pez, adopta un mayor aporte plástico que da potencia visual al elemento representado y contribuye a un mayor expresionismo de una imagen que aparece llena de energía y entusiasmo pictóricos.

Lo mismo que ocurrió en su anterior comparecencia en Rivadavia con aquella pintura de temática floral que quedaba supeditada a los efectos de una plástica contundente, ahora, Candi Garbarino se posiciona en los parámetros de una pintura circunscrita a la emoción arbitraria que produce el color, aquella que envuelve de fuerza y expresividad una realidad que subyace bajo las exuberancias de unos verdes y de unos azules expectantes y abiertos a todo cuanto determine su poder simbólico.

La pintora gaditana expone en el Museo que ella tuvo la oportunidad de dirigir. Las estancias que habitan los más inquietantes vestigios de la Historia del arte se ven inundadas de las azuladas posiciones de una pintura figurativa a la que la autora ha diluido muchas de sus vertientes representativas para dotarla de un especialísimo sentido plástico.

De nuevo el nombre de Cándida Garbarino se nos hace presente con su potestad de buen hacer pictórico

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