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Diario de las Artes

RODRIGO BÁEZ

Espacio Abierto

JEREZ

Detalle de la una obra de Rodrigo Báez.

He comentado en numerosísimas ocasiones que las Fiestas de la Vendimia deberían convertirse en el momento cultural más importante de la ciudad. Hay muchas cosas para que así fuera; es verdad que se hacen muchas, cada vez más; pero, todavía, se necesitan más buenos proyectos; más importantes buenas exposiciones; importantes programaciones de ciclos de conferencias con las personalidades más significativos en distintos los distintos campos; que haya actuaciones de primerísima categoría en el Villamarta; más conciertos en las calles y en los lugares emblemáticos o adecuados para ello; es necesario, ya, -nosotros lo venimos pidiendo desde hace mucho tiempo- un importante Certamen de Artes Plásticas, el mejor que uno pueda idear. Hay que convertir a Jerez en el centro neurálgico de la cultura de España; aunque fuera por unos días la ciudad debería rebosar actividad. Existen cosas, lo vuelvo a repetir, negarlo sería faltar a la verdad, pero hay que luchar por muchísimas más. Aspirar a de la Capitalidad Europea de la Cultura puede ser un buen punto de partida. Porque, además, no se debe olvidar la ingente realidad artística existente en la zona, con pintores, sobre todo, que están entre lo más selecto del arte español y, asimismo, con una legión de autores de una solvencia y trascendencia creativa que no existe en ningún otro lugar de España.

Las exposiciones en este inicio de temporada coincidente con las Fiestas de la Vendimia -Antonio Rojas, en la Sala Pescadería; Mariola Naranjo, en la Sala de Profundis de los Claustros de Santo Domingo; Jesús Rosa, en la Sala Arteadiario; Rodrigo Báez, en Espacio Abierto; Alan Pérez, en el Campus de las Asunción; y las fotografías, 'In vino veritas' del grupo gaditano Tercero Efe, en las Sala de las Cerchas, en la planta alta de los Claustros de Santo Domingo, son un pequeño testimonio de una programación que, de seguro, va a ir a mucho más. Sería lo justo y necesario.

San Dionisio, obra de Rodrigo Báez.

La primera muestra en el Espacio Abierto de la calle Alvar López, esa que, con las ideas claras y mano firme, dirige Lucía Franco, coincide con el inicio de la séptima temporada de la galería; algo importante en un tiempo en el que el fenómeno de las galerías de arte está de capa caída y no pasa por su mejor momento; viéndose, con desánimo absoluto, cómo muchas, incluso de las poderosas, han echado el cierre; es por lo que hoy, cada vez más, son menos las que mantienen una situación actuante para una producción artística necesitada de infraestructura expositiva adecuada para canalizar las obras de los artistas; máxime en una ciudad como Jerez que posee tan grandísimo número de creadores en constante y permanente actividad.

Rodrigo Báez es pintor de larga y amplia trayectoria en el contexto general del arte de Jerez. Es autor curtido en mil batallas artísticas y con un oficio sólidamente consolidado, capaz de adentrarse por cualquiera de los vericuetos de la pintura por complejos que estos fueran. Si hace dos temporadas, en este mismo espacio artístico, le vimos una exposición con varios desenlaces expresivos – idea clara de que su pintura nunca se proyecta a una única situación plástica y estética, dominando la esencia abstracta y planteando una figuración que ilustra, con enjundia, los parámetros de lo real-, en la exposición actual en Espacio Abierto nos conduce por una pintura figurativa bien estructurada y con un alto poder narrativo; una pintura que destila conocimiento de los estrictos postulados representativos y la mejor manera de llevarlos a cabo sin estridencias, con rigor y solvencia artística. Un pintura que ilustra escenarios cercanos y la gente que los puebla y da vida. Plazas de Jerez que el artista representa en su total magnitud, sacándoles la esencia de las mismas y el sentido de las personas que por ellas deambulan.

Doña Blanca, obra de Rodrigo Báez.

La exposición es un homenaje a Jerez en todos sus estamentos, sobre todo, el humano, el artístico y uno más, el de un animal entrañable, que es justo patrimonio de la ciudad, el perro bodeguero que aparece en todos sus cuadros como invitado ilustre y una constante representativa. La Catedral, la iglesia de la Victoria, el Gallo Azul, San Francisco con la gente de la Plaza, las Angustias, la Paquera de Jerez en su Plazuela, la iglesia de San Pedro en los medios de la Albarizuela, San Miguel, la Plaza Plateros en día de agua, Santo Domingo, San Dionisio, Lola en la Cruz Vieja ante el palacio de Villapanés, el Puesto de los Churros de Lolo o la Basílica de la Merced son elementos de ese felicísimo argumentario callejero que Rodrigo Báez plasma con conocimiento y amabilísimas formas de una pintura urbana que, además, está impregnada de un absoluto grado de emoción.

De nuevo, uno de los pintores conocidos de la ciudad abandona la soledad del estudio y nos adentra por una pintura dominante, fresca, que llega a todos los estamentos y que deja un sabio regusto a Jerez.

Encara la séptima temporada este espacio multiusos que, en unos años, se ha convertido en el centro expositivo para gran número de artistas. Artistas necesitados de buenos planteamientos para ofertar una creación que debe ser conocida para unánime goce y respeto. Ese es el camino.

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