Entusiasmo por la pintura
Diario de las artes
Carmina Cabrera
Sala de la Torre de Guzmán
CONIL
La importancia de la realidad artística de una zona determinada viene dada por un cúmulo de circunstancias que, todas juntas, contribuyen al entusiasmo, al dinamismo y, por extensión, a la fortaleza de la creación plástica. La provincia de Cádiz goza de una vitalidad artística muy por encima de la que existe en la mayoría de las otras zonas españolas. De esto no me cabe duda a juzgar por la cantidad de personas que, de una manera u otra, se dedican a lo artístico. Mi experiencia de cuarenta años de observante me ha demostrado que una de esas circunstancias positivas que interviene en el contexto general del arte de un determinado espacio geográfico es el ejercicio apasionado de los autores aficionados que existan en el lugar. Ellos dan vida, potencian y sirven de banderín de enganche para muchos que, con ellos y desde ellos, se apuntan al carro del arte. Artistas aficionados con ansias exageradas de aprender, de asimilar conceptos, fórmulas y planteamientos que los acerquen a ese arte que tanto les aporta y al que ellos, sin imaginarlo ni pretenderlo, imprimen absoluta vida y potencia creativa. La provincia de Cádiz es un auténtico vergel. No hay nada más que mirar el número de exposiciones -de toda índole, claro- que vemos; la cantidad de academias que sistemáticamente inician en los complejos parámetros de lo artístico; la impresionante nómina de realizadores y, por supuesto, gracias a esa gran cantidad, la calidad de muchos de sus artistas, algunos en los primeros segmentos del arte español contemporáneo.
Para constatar mis argumentaciones y como homenaje a ese estamento ilusionante de artistas aficionados prácticos muy bien puede valer la exposición que actualmente ocupa los espacios de la Sala de la Torre de Guzmán en la todopoderosa población veraniega de Conil. Una sala que lleva tiempo siendo espacio demandado y sede de muchas y buenas muestras no sólo de autores noveles sino de muchos de los que hoy tiene un pequeño sitio en el amplio esquema del arte de la provincia.
Carmina Cabrera es una apasionada pintora que, además, tiene unas inmensas aptitudes que son fácilmente observables en esta exposición conileña. Es autora con oficio; no hay nada más que contemplar su capacidad compositiva, su estructura dibujística, su manejo fácil del color y su lucidez a la hora de elegir los temas sin caer en esas repeticiones de pintura paisajística de amable representación y manida fórmula distributiva.
La muestra se centra en un cuidado conjunto de escenas playeras protagonizadas por esas construcciones pseudo efímeras que tanto abundan en las zonas costeras de nuestro entorno. Con una notable selección cromática, de poderosa fuerza y contundencia fórmula colorista – nada de gamas fáciles buscando la fidelidad a los modelos- la autora nos conduce por escenarios cercanos que ella magnifica con la fuerza suprema del color, acentuando las líneas compositivas y ampliando las marcas pictóricas desde esa cuidada expresión de unas gamas de color que potencian sin límites la escena representada. Me gusta la distribución de los espacios, dando vigor a las texturas de los diversos materiales que se usan en tales construcciones y desarrollando unos esquemas interpretativos cuidados y sin excesos ni imposturas.
Me parece muy acertada la selección de escenarios escogidos. No hay una redundancia en el paisaje costero, con playas y orillas de escueta resolución. La pintora pone mayor énfasis en esos espacios de naturaleza libertaria donde prevalece una estética kistch, un poco hortera, que define esa realidad paisajística de algunas de las zonas playeras de la provincia de Cádiz.
Carmina Cabrera se nos aparece como una pintora que hace lo que le apetece, sin sujeciones a nada, con una conciencia creativa libre, bien ajustada a un sucinto expresionismo cromático que suscribe unas pautas personales, poco sujetas a los manidos episodios de una pintura demasiado igual. Se trata de una autora que marca las normas que ella misma se impone y lo hace con una soltura y una disposición muy al margen de las estrictas referencias que definen los cánones hanituales de la pintura de este tipo.
Creo que exposiciones como está sirven para encontrarnos con la realidad entusiasta de una pintura hecha sin compromisos y abierta a todos los estamentos. Con autores como Carmina Cabrera se descubre el porqué de ese dinamismo creciente que existe en el arte de la provincia de Cádiz. Su pintura, como la de otros tantos, sirve para posicionar un arte pasional, sujeto sólo a los intereses de ese entusiasmo creativo que argumenta una realidad artística poderosamente estructurada.
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