“En el escenario siento mucha paz interior a pesar de la adrenalina”
Leonardo Joel Sánchez. Tenor
El joven cantante mejicano debuta en España con su actuación en el Teatro Villamarta, los días 24 y 26 de enero, en el papel de Tamino en la ópera ‘La flauta mágica’ de Mozart
Originario del estado mejicano de Veracruz, el joven tenor Leonardo Joel Sánchez debuta en España con sus actuaciones los días 24 y 26 de enero como Tamino, en ‘La flauta mágica’ de Mozart, en el Teatro Villamarta. Acude “feliz” a la entrevista, “porque en esta tierra me siento como en casa, me siento parte de ella”. Y lo hace también con el corazón cubierto por una camisa hecha a mano por su madre, bordados incluidos, “porque es una forma de llevar a mi mamá a todos lados, a mi familia en general. Estoy como a unos 10.000 kilómetros de mi casa y así los llevo conmigo. Me hizo siete”. Bajo el peso de la responsabilidad del debut y de que los tenores mejicanos tiene muy buen cartel, confía en el calor del público, al que asegura que no piensa defraudar.
–Debuta en España y en esta obra. ¿Cómo se siente?
–Es un gran reto porque aunque sé que no hay una gran audiencia alemana en España, tener que preparar un rol, en alemán, en un idioma tan diferente al nuestro, pues implica una gran responsabilidad y profesionalidad. Eso por la parte que requiere más compromiso, y por la parte linda, yo creo que Mozart es el compositor más grande de todos los tiempos. Cantar su música es un gozo completo para mí. Tamino es un personaje que requiere mucha nobleza, elegancia y eso es lo que más disfruto. Es un gran gusto para mí poder debutarlo en el Villamarta, que sé que tiene mucha tradición en la región andaluza y además con un cast tan bonito, lleno de gente y colegas que son muy buenos interpretativamente, con mucha experiencia, algo que obliga a estar a la par de ellos y te hace crecer.
–¿Cómo ha sido la preparación del papel?
–Vivo en Zurich y ahora estoy en un Programa de Jóvenes Artistas que creo que es uno de los cinco más prestigiosos de todo el mundo. Ahí he preparado el rol por una parte.
–¿Qué espera de esta obra y del público que vaya a verla?
–Bueno, sé que las audiencias de España son mucho más cálidas que las centroeuropeas, donde tienen más reprimidos los sentimientos. Es una ópera que va a gustar, es una obra muy dinámica que está todo el tiempo mandando mensajes al espectador. Está llena de momentos cómicos pero también de momentos muy heroicos, triunfales y también íntimos, donde a pesar de que los personajes son de la realeza, tienen aspectos muy humanos. Momentos en que el público va a sentir una empatía. Como artista, si logras que el público empatice, puedes irte tranquilo que has hecho bien tu trabajo. Espero que se vayan contentos. Hay una buena reputación de los tenores mejicanos y platicando con el cast, con Rocío Ignacio (Pamina), me decía que ella las voces más bonitas cree que son las de los tenores mejicanos. Tenemos a Javier Camarena, a Ramón Vargas, Rolando Villazón , el mismo Plácido Domingo, que creció en México, y que cree que gran parte de la cultura musical del canto viene de las raíces mejicanas. Y es que nosotros tenemos el mariachi y la música folklórica, así como aquí tienen el flamenco, el pasodoble… toda la música popular española, nosotros tenemos la tradición del mariachi que es una fusión de la música española con la indígena mejicana. Siempre se espera de los tenores mejicanos que hagamos un buen papel y yo creo que no les voy a defraudar.
–Usted, que es tan joven, ¿de qué peligros le advierten los más ‘mayores’ en esta profesión?
–Mira, creo que, como cantante lírico, hay peligros evidentes como son la toma de decisiones en un repertorio que no es el tuyo porque tu voz no está preparada. La voz requiere una madurez física y mental. Siempre ocurre que te quieren dar un papel más grande del que tu voz puede ejecutar. Primero hay que cantar mucho bel canto que son las cosas que te enseñan a cantar sanamente y ya, luego, cuando la voz te lo pida y vaya madurando, pues abordar cierto repertorio. Y el segundo peligro es perder los pies de la tierra, cuando el ego comienza a ganar, que va muy de la mano de querer hacer otro repertorio cuando la voz no te lo pide.
–¿Qué espera de su carrera y qué metas tiene?
–A mí me gustaría hacer una carrera muy planificada, lenta y no tengo urgencia por nada, quiero conseguir una técnica sólida y ser una persona de la que digan que hay algo que escuchar. Creo que el artista, más que virtuoso, tiene que ser comunicativo con el público, que tengan algo interesante que escuchar de ti. Y también me gustaría poder cantar en los grandes teatros, pero todo a su tiempo. Y vendrá.
–¿Cómo llegó a la música?
–Es interesante porque en mi familia no hay ninguna persona que sea músico profesional, ni nada que les haya dado de comer como trabajo. Soy el único profesional en mi familia. Yo estaba decidido a estudiar Medicina y de hecho hice un año y medio de la carrera. Y, de repente, la música llegó a mi vida un poco tarde, puede decirse, porque mi primera lección de canto la tomé a los 18 años. Poco a poco, conforme más me acercaba al arte de la música, más me alejaba de la medicina porque me sedujo completamente y cuando tuve la oportunidad de pisar un escenario, con la orquesta y con el público, me sentí completo, una persona llena, sin vacío emocional, sentí mucha paz interior a pesar de que tenía mucha adrenalina. Fue cuando decidí hacer una carrera de música. Hablé con mis padres, que siempre me han apoyado. Ellos siempre me han dicho que lo importante es que sea feliz con lo que haga. Cuando terminé de estudiar salí de mi país y me vine a Europa para seguir mi desarrollo.
–¿Usted siempre ha cantado en casa, desde niño?
–No. Tenía acercamiento por mis padres que siempre ponían mucha música en casa de Silvio Rodríguez, de Serrat, Aute, Mercedes Sosa… Yo me acerqué a la música cuando entré en un grupo folklórico, ya estudiando Medicina, y me dijeron, ¡ándale, canta! Y yo no cantaba ópera, de hecho, cantaba muy mal, la verdad. Pero mi padre fue el que me descubrió en ese sentido. Él hizo una maestría en Nueva York donde se acercó al arte, la ópera, el ballet. Y un día me dijo que yo, por cómo hablaba, podía cantar algo más allá. Yo sólo cantaba trova, ni siquiera con impostación. Y cuando me dijo que podía cantar ópera, mi primera reacción fue decirle que eso era música de viejitos (ríe). Me tomó, me llevó al Palacio de Bellas Artes y vimos ‘Tosca’. Yo salí impresionado y le dije que llevaba razón, que yo quería hacer eso pero que no creía tenerlo. Empezamos a ir al maestro Genaro Zurbarán, un barítono. Iba los fines de semana mientras estudiaba Medicina. Luego tuve la oportunidad de que mi universidad de Las Américas Puebla me apoyara y me dieron una beca para música. Empecé como barítono y, de repente, algo hizo clic y empecé como tenor. Mi maestro tenía una buena manera de enseñar y siempre le estaré muy agradecido por esa iniciación.
–¿Se sorprendió de usted mismo?
–Sí, ya empezaron a darme los solos en el coro y vi que mi padre llevaba razón. Cuando hice mi debut en México, en la Ópera Nacional de Bellas Artes, y mis padres estaban ahí, pues verlos llorando porque su hijo hace cuatro años estaba estudiando y ahora estaba ahí, pues fue una de las experiencias más hermosas de mi vida. Ellos me regalaron ese momento y yo les regalé ese gusto de hacer algo que me hacía feliz. Fue muy muy muy lindo.
–¿Y Medicina lo dejó del tirón?
–Sí, quizás vaya un día a cantar a los hospitales…, pero sí lo dejé, no sé si para siempre, pero lo dejé. La música clásica es muy demandante y siempre hay que estar estudiando. Y el hecho de hablar idiomas te simplifica el estudio y el panorama cultural y musical es mucho más grande porque entiendes lo que cantas y le puedes dar una intención.
–¿Qué proyectos tiene a la vista?
–Ahora en febrero tengo mi debut en el Teatro de la Zarzuela, en Madrid, con la ópera de Tomás Bretón ‘Farinelli’, y que desde su estreno (Teatro Lírico de Madrid, el 14 de mayo de 1902) no se ha vuelto a hacer. Para esta obra hay un trabajo de investigación, se va a hacer una grabación ya que es un acontecimiento musical importante, porque no hay una grabación de cómo se escucha la ópera. Farinelli, el contratenor, estuvo en la corte española y estuvo unos cinco años sirviendo al rey.
–¿Se siente cómodo en España?
–De todos los lugares de Europa, España es el más bonito que hay, incluso para vivir. Hay mucha humanidad, la gente es abierta y te hacen sentir parte de algo. Sus expresiones, las bromas, las tradiciones, me siento como en casa. Estoy muy orgulloso de nuestro idioma. Y en Jerez me levanto feliz todos los días antes de venir a ensayar, pasar por donde hacen los churros, los colores, el sol… En Zurich no hay sol en invierno y como mejicano necesito el sol, el mar, los sabores... y eso España lo tiene y le sobra. Eso es lo más bonito de venir a trabajar a España, y aquí me siento parte de ella.
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