El fotógrafo Diego González Lozano, en su 150 aniversario
La otra mirada
HEMOS prometido dedicar de vez en cuando esta página a la historia local de la fotografía. Y lo hacemos en esta ocasión resaltando la figura de Diego González Lozano, uno de los fotógrafos, a mi juicio, que más han influido en ella, y un injusto desconocido para la mayoría.
Diego González nace en 1860, hace ahora 150 años, en la jerezana calle Moral nº 4. Aunque comienza su actividad fotográfica con anterioridad, no es hasta la muerte de Gervasio Alonso de Montenegro en 1888 cuando se asocia con la viuda de Éste y se coloca al frente del afamado estudio de c/ Larga 15. Sería en ese estudio, de la primera planta del inmueble, en el que Diego González desarrollaría toda su labor fotográfica. Aunque la principal característica de este fotógrafo es precisamente la contraria, el salir de las paredes del inmueble para reflejar con su cámara la realidad social que le rodeaba. Y es así como se forja una ingente colección de fotografías de los más diversos temas, que constituyen todas ellas un testimonio de incalculable valor documental sobre cómo era la sociedad jerezana, sus clases, sus costumbres sociales, los actos políticos y económicos, los deportes, los toros, el mundo de las bodegas y sus empresas auxiliares, los trabajadores, el patrimonio artístico, temas familiares, etc… Todo un entretejido de imágenes que constituyen el más fiel y completo reflejo social del Jerez de finales del XIX y principios del XX. Siendo estos los valores que hacen de Diego González un fotógrafo crucial en la historia de la fotografía local injustamente reconocido hasta ahora.
Si bien su obra no tiene unos valores estéticos tan excepcionales, sÍ se hizo bandera de muchos de los avances técnicos del momento, como sus retratos a tamaño natural en los que se aprecia el magistral uso del retoque y efectos de relieve o el uso por primera vez en Jerez del magnesio en una fotografía, como es el caso de la instantánea tomada en 1898 de un acto en el Teatro Principal, que estaba en c/ Mesones, para recaudar fondos para la Guerra de Cuba, de la que traemos a esta página su reproducción.
En 1908 quedó viudo, a la edad de 48 años, con siete hijos, algunos aún pequeños, que sacar adelante. Sus valores humanos y su incansable capacidad de trabajo le hicieron persona muy apreciada socialmente, como se demuestra con su presencia en todos los ámbitos, lo que le valió el reconocimiento profesional generalizado. Fruto de ello es su importante presencia en la mayoría de colecciones fotográficas particulares y empresariales de la época a las que hemos tenido acceso.
Pero la labor de Diego González no acabaría en él, ya que en su estudio se formaron fotógrafos tan importantes como José Luis Demaría López 'Campua', uno de los más prestigiosos fotógrafos de prensa a nivel nacional, y Manuel Pereiras Pereiras (padre de Eduardo Pereiras Hurtado) junto con sus hijos Diego, Carlos y Javier González Ragel a los que cedió posteriormente su estudio. De ellos Diego cosechó éxitos también en Madrid como fotógrafo de prensa y del Banco de España. Y Carlos fue un magnífico fotógrafo pero pronto cambiaría la cámara por los pinceles. Ellos dieron lugar a generaciones de notables artistas que perduran hasta hoy en nuestra ciudad.
Diego González Lozano falleció en 1923 dejando tras de sí una magnífica labor fotográfica, de la que pueden apreciar una muestra en la exposición 'Identidades' que Cajasol les ofrece en su sala de c/ Larga 56 hasta el 12 de diciembre.
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