El futuro empieza ahora
54 Fiesta de la Bulería
Gema Moneo refuerza su condición de bailaora gracias a un espectáculo completo, con momentos de emoción y muy diverso
Gema Moneo expuso, mediante el estreno de ‘Ahora’, sus credenciales para coger el testigo del baile de Jerez. Lo hizo con un espectáculo bien hilvanado (quizás demasiado extenso en su segunda parte), cuidando los detalles (como el vestuario y la música) y apoyándose en un elenco de gran calidad, con el que consiguió hacer disfrutar al público que casi llenaba las setecientas localidades de las que consta el aforo de los Jardines de la Atalaya.
A lo largo de dos horas, la jerezana preparó un montaje fresco, con mucho dinamismo, en el que tuvo tiempo para exhibirse como bailaora y también para que el resto de artistas con los que contaba, pudieran ofrecer sus pinceladas de talento. Cierto es, como suele ocurrir en este tipo de propuestas, que hubo altibajos, es decir, con momentos especialmente reseñables y emocionantes y otros menos brillantes y hasta prescindibles, con demasiado protagonismo a actores llamados a ser secundarios. Pese a ello y por encima de todo, y es de lo que se trataba, el público disfrutó de una velada atractiva y donde no faltaron los instantes de arte.
Tras una introducción acompañada por Hugo López, su alter ego en esta creación, la quejumbrosa voz de Miguel Lavi nos llevó por tonás, a la que respondió por martinetes José Valencia, siempre en su sitio, y remató Israel Fernández, también por martinetes, con ese metal tan característico.
El aperitivo había sido de categoría, pero mejor aún fue el primer plato, sin duda uno de los momentos de la noche. Los hermanos Parrilla, Bernardo, Manuel y Juan, unieron su musicalidad encima del escenario a través de unos tangos creados por ellos mismos, y que, en las voces de Manuel de la Nina, Ismael de la Rosa, Juan de la María y Ezequiel Montoya, sonaron a gloria. Fue como un destello, que se tradujo en la ovación del público.
Con el ambiente en plena efervescencia compareció José Agarrado Moneo. No se deja ver demasiado el jerezano, hermano de Gema, por eso su actuación le sirvió para intentar reivindicarse. Con una tesitura de voz muy fina y un aire coplero, se entonó por zambra, correspondida por el cautivador baile de Gema, el acompañamiento musical de su padre, Jesús ‘El Guardia’ a la guitarra, y Melchor Borja al piano. No fue su única aparición pues posteriormente cantó por bulerías (eternas por cierto), haciendo guiños continuados a su tío Juan Moneo ‘El Torta’, a Luis de la Pica y rematando su intervención por cuplé.
Apareció después, de blanco inmaculado, Rafael del Zambo, cuya carta de presentación fue por bulería por soleá, para continuar por bulerías, a la que incorporó un innecesario bajo.
Habían pasado cincuenta minutos y casi no nos habíamos dado cuenta, sinónimo de que el público estaba disfrutando. Ahora bien, en casi una hora de espectáculo, no habíamos escuchado cantar por Jerez, un sacrilegio si tenemos en cuenta que estábamos en la Fiesta de la Bulería, creada expresamente en 1967 para defender los cantes de Jerez.
Antes de terminar la primera parte, la guitarra de Juan Campallo demostró una vez más que hablamos de palabras mayores. De tremenda pulsación y un exquisito trémolo, su toque dio paso al cante de Juan de la María, valiente por tarantas, al que siguió Ismael de la Rosa, ‘El Bola’, una voz dulce y melódica a la que da gusto escuchar, para continuar, ya a ritmo de tangos, Manuel de la Nina, con ese metal tan flamenco que posee (lástima que no trabaje más en Jerez), y Ezequiel Montoya, sobrado de fuerza. Los cuatro pusieron la banda sonora a un paso a dos bien trabajado de Gema y Hugo López.
Siempre es difícil levantar un espectáculo después de un descanso, más si cabe si esta primera parte había sido tan completa y tan variada. El encargado fue Miguel Lavi, con la guitarra de su inseparable Manuel Parrilla. Fiel a sus maneras, ‘El Lavi’ se acordó de Manuel Torre, siguió por Joaquín Lacherna y remató, en un macho de enorme dificultad, con esa letra que atribuyen al Planeta. Antes de marcharse, se metió por bulerías y esta vez sí, aparecieron los aires de la tierra, que defendió con hechuras.
Compareció entonces Israel Fernández, con la guitarra de Diego del Morao. El cantaor toledano, toda un top de los festivales veraniegos, mostró sus respetos a Jerez nada más empezar, y seguidamente se arrancó por bulerías, marcadas por el canon camaronero. Sin embargo, al contrario que en otras ocasiones, nunca se le vio cómodo, pese a los intentos de un sensacional Diego del Morao, que encendió al público con sus falsetas. La guitarra pues estuvo muy por encima del cante.
El baile volvió a primera plana con Hugo López, esta vez en solitario. Nuevamente con el excelente atrás que componían el Bola, Manuel de la Nina, Juan de la María y Ezequiel Montoya, el cordobés se movió con soltura, parándose para escuchar el cante y dejando detalles de su buena pose.
Tras la aportación de Melchor Borja, capaz de tocar el piano, el bajo y hasta cantar, los botines blancos de Antonio Canales centraron el foco en la escena. El sevillano, artista invitado, regaló al público todo un catálogo de replantes, demostrando que aunque el tiempo pasa y que sus condiciones físicas ya no son las de antes, el que tuvo, retuvo.
Apoyándose en las bulerías al golpe, Canales remató su aportación acompañando a Gema Moneo, que con traje blanco con lunares negros, brilló con luz propia junto al maestro.
Aún faltaba lo mejor. Lo puso José Valencia, ese dandy cantaor, con un sello personal y que es capaz de llevarse a su terreno cualquier propuesta. El lebrijano, arropado por el magnífico piano de Melchor Borja, cantó por farrucas con una elegancia y una calidad sobresalientes.
Echó el resto Gema Moneo por soleá, demostrando una vez más su poderío sobre las tablas, hasta llegar a las bulerías final, de nuevo con José Valencia en modo crack, y donde no faltaron la gracia de las pataítas de El Berza, El Pirulo y Felipe de la Jirda, que nos recordó a su padre, el desaparecido Diego El Cabero, con sus quiebros a compás, y el arte de Sara Fajardo y JuanGrande, que puso al escenario bocabajo con su compás.
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