"Cuando estás fuera, la gente se olvida de ti, es comprensible"
Juan Granados. Cantaor
El jerezano afincado desde hace tres años en Mannheim, una ciudad cerca de Stuttgart, cuenta su experiencia en Alemania con el flamenco.
Juan Granados Calle (Jerez, 1976) ha pasado estos días en su tierra donde ha vivido in situ la Semana Santa, una festividad "fundamental" en su día a día. Rodearse de los suyos y saborear la semana es el mejor remedio para oxigenarse tras el duro invierno en Mannheim (Alemania) donde reside actualmente.
-Aunque lleva tiempo fuera de Jerez la gente le tiene un poco desubicado...
-Puede ser, me marché de Jerez hace ya catorce años y desde entonces he estado en varios sitios. Primero estuve varios años viviendo en Málaga, luego volví un tiempo a Jerez y posteriormente he estado cinco años entre Alemania y España, hasta que en 2013 decidí asentarme en Mannheim, una ciudad que está cerca de Sttutgart, donde actualmente vivo. Ahora estoy como los profesores, vengo para las vacaciones, Navidades, Semana Santa y verano, pero sobre todo en Semana Santa procuro estar porque me gusta mucho.
-¿Y el cante da para vivir en Alemania?
-La verdad es que no me puedo quejar, llevo trabajando tiempo en una escuela, Renate Wagner Flamenco Studio, una de las mejores de Alemania y la verdad es que estoy contento de trabajar en lo que me gusta, que es cantar. También hago cosas con Mariquilla de Graná, una bailaora que vive allí e incluso tiene su propia Cátedra.
-Supongo que aunque lleve tiempo fuera no habrá sido fácil la adaptación...
-No, porque yo soy una persona a la que le gusta mucho su tierra, y bueno se echa de menos a tu familia. Lo peor para mí es el clima, porque en el lenguaje me defiendo con los intérpretes y bueno, las clases de cante que doy, las imparto en español. Estar fuera me está enseñando bastante, uno ve las cosas de otra forma. Allí no es que el flamenco esté mejor valorado pero sí hay un respeto muy grande y una gran afición. Eso de salir al extranjero ya no es como antes, ahora tienes que tener un conocimiento porque hay gente muy aficionada y que sabe distinguir una soleá de Alcalá de una de Frijones. Pero no sólo en el cante, en el baile hay incluso más afición.
-Es sorprendente...
-Sí que es sorprendente. Mira, a mí lo que me ha llamado la atención es cómo les gusta la pureza, lo tradicional. Todo eso es lo que a mí me ha servido para enriquecerme y también para renovarme.
-¿Y cómo ven Jerez?
-Jerez es especial. La palabra Jerez sigue siendo un cincuenta por ciento de facilidades, el resto lo tienes que demostrar. Cuando uno habla de Jerez la gente te respeta porque saben que aquí está la esencia.
-O sea que se ha convertido usted en una especie de embajador de Jerez en Alemania.
-(Risas) No sé, aunque no me importaría. Yo intento llevar siempre la bandera de mi tierra y que la gente sepa que Jerez es importante en el flamenco. Estas Navidades, por ejemplo, monté con mis alumnos una zambomba de aquí con villancicos y la grabamos en vídeo. Si tú escuchas el sonido sin mirar las imágenes te crees que es una de las múltiples zambombas que se hacen aquí. Eso me lo dijo el otro día El Bo, que se lo enseñé y me comentó: 'Si tú no me dices ná me creo que es una zambomba de una peña o hermandad de Jerez', y sin embargo allí no había ningún español. Eso es muy bonito.
-(...)
-Mira el otro día hice también una jornada de la saeta y los alumnos disfrutaron como nunca, porque es un cante especial.
-Es especial para usted, porque este año le hemos visto cantarle a varias hermandades...
-Sí, a mí es que la saeta es un cante que me fascina. Soy cofrade y el momento de cantar a una imagen es único. A mí uno de los instantes que más me gustan de la Semana Santa es cuando le canto a mi Cristo de la Expiración, porque él me mira.
-Volviendo a Alemania, supongo que también seguirá dando recitales...
-Claro, en ese sentido no me puedo quejar, porque normalmente hago muchas cosas. Allí hay mucha gente que habla español y muchos españoles, no sé si decirte si por suerte o por desgracia, y el flamenco gusta muchísimo. También hay gente que no entiende el idioma pero se quedan prendados con la musicalidad que transmite el flamenco.
-Habla de que hay muchos españoles por allí. ¿Os tratan bien?
-Por supuesto, en ese sentido yo personalmente no me puedo quejar. En Alemania dan su sitio a todo el mundo, y en materia social van muchos años por delante de nosotros. Lo que más valoran es la seriedad, ahí no hay titubeos. Si el horario de clases es de 8 a 10, es de 8 a 10, no puede empezar a las ocho y diez y terminar a las diez y diez. Quizás sean muy cuadriculados, pero el sistema funciona y por algo es. De eso me he dado cuenta. Te digo un ejemplo. Allí la gente no cruza cuando el muñeco del semáforo está en rojo, y si lo haces te miran mal.
-Y por Jerez, ¿le veremos pronto en algún ciclo como los Viernes Flamencos o alguna peña?
-Es difícil. La última vez que vine fue precisamente a los Viernes Flamencos en 2004. Ya ha llovido (risas). Mis puertas están abiertas pero bueno, también entiendo que es complicado. A mi tierra no le reprocho nada, porque es lógico que la gente, al estar fuera, te pierda de oídas. Esta Semana Santa me he encontrado con mucha gente a la que hacía tiempo que no veía y me han preguntado.
-Dice usted que ha evolucionado como persona, ¿ha influido eso también en su cante?
-Sí, ahora me veo más centrado, estudio mucho más y siempre quiero hacerlo bien, ya cante para un cumpleaños que hacerlo en un teatro para mil personas. A mí lo que me ha gustado toda la vida de Dios es cantar y tocar la guitarra y ahora, al estar fuera, te lo tomas todo con más seriedad. También será la edad, ya tengo cuarenta años, una mujer, una hija, y eso impone.
-Hace casi diez años que no graba nada. ¿Ha perdido el interés por grabar?
-No, lo que pasa es que ahora no veo el momento. He podido hacerlo en varias ocasiones, pero no me he sentido para meterme en un estudio. Sí que he hecho alguna grabación audiovisual en directo porque allí gusta más un DVD que un disco en sí.
No hay comentarios