Gritos que claman a dos voces
Diario de las Artes
LOS QUE NO SE RINDEN
Colegio de Arquitectos
SEVILLA
Aunque el arte siempre ha tenido mucho de compromiso social; últimamente, su desarrollo se ha apartado bastante de esa dimensión por la que los infinitos problemas que existen en la sociedad se ponen claramente de manifiesto. Hoy la creación artística va por otros derroteros más esteticistas que los que puedan argumentar los esquivos desenlaces de una existencia con muchos desajustes y muchas espurias circunstancias. No obstante, la realidad es la que es y, todavía, hay artistas que se valen de su creación para testificar lo que es evidente y poner el dedo en la llaga de aquello que testimonia las graves posiciones de esta sociedad en absoluta decadencia. Conflictos bélicos de descarnada magnitud; situaciones espantosas que dejan entrever las vivencias de pobres indefensos, protagonistas, sin querer, de una realidad desbocada, cruel e incomprensible; pruebas inequívocas de que el mundo atraviesa momentos desconcertantes que inciden nefastamente en los más desfavorecidos. Desgraciadamente, a todo ello se le da la espalda o, por lo menos, se contempla como un escenario alejado donde se desarrolla una obra ajena, que pareciera que nunca nos fuese a tocar de cerca. El arte y sus artistas están demasiado preocupados por otras circunstancias alejadas de esa realidad aplastante, cruel e injustificada. Sin embargo, siempre hay honrosas excepciones que marcan diferencias; son ‘los que no se rinden’.
Luis de Vega es un fotógrafo de acción, de esos que se fajan diariamente en lo peor de la existencia; allí donde se cuece lo más descarnado y donde la realidad impone sus desquiciadas posiciones. Su mirada está acostumbrada a contemplar los manifiestos argumentos esquivos de esa existencia. Cada una de sus obras son relatos despiadados de esos escenarios brumosos, en ruinas y sangrantes que huelen a cementerio y tienen colores de agujero.
Paco Pérez Valencia ha sido, desde siempre, pintor de verdades. Sus obras no esconden absolutamente nada ni son refugios de placeres equivocados. El artista de Sanlúcar ha gritado con fuerza lo real de lo que acontece; nunca se ha refugiado en narraciones vibrantes de claridades desvirtuadas; en su trabajo se descubren hechos que sonrojan, duros epígrafes de lo que sucede, voces con el guión de la negrura.
Ahora, Luis de Vega y Paco Pérez Valencia, hacen visibles los esquemas de esa realidad aplastante que no tiene vuelta de hoja, que está, ahí, viva, inquisidora, desapasionada y con sus perfiles de total injusticia. Fotografías que gritan, que duelen, que abren la carne y escupen verdad. Pintura de negros horizontes y mutiladas perspectivas de vida. Textos de torcidos renglones que magnifican la pobreza de lo humano y que aterrorizan con sus trazos dibujados en la llaga del miedo.
Son los registros de una exposición que va más allá de un arte perfilado con claridades; una especie de manifiesto contra la crudeza de esa existencia que unos pocos quieren sobreponer sobre una mayoría indefensa. Gestos fortalecidos por una conciencia con la que casi todos comulgamos pero a la que se mira de lejos. Una muestra de perfiles duros, de golpes extremos para captar la mirada hacia una realidad impactante, cruda y descarnada. Obras realizadas a cuatro manos: la fotografía impactante, cruda, que duele y escuece de Luis de Vega sirve de base a los textos, dibujos y pinturas de Paco Pérez Valencia que potencian la realidad descrita y acentúan la dimensión extrema de situaciones que claman al cielo.
El Colegio Oficial de Arquitectos de Sevilla se abre a los implacables esquemas de una vertiente artística que no se detiene en los bellos efluvios que engrandecen las bondades de lo que se considera bueno. La exposición nos lleva por otros horizontes, por especiales escenarios donde la vida vale poco y los que la viven discurren por un abismo de indefensión y absoluta desolación. Es la verdad incuestionable de lo que existe. El grito desesperado de los que, todavía, dan un paso al frente y están en las trincheras. Esos que no se rinden y buscan en lo artístico otra manera de decir las cosas, de contemplar la realidad con la crudeza de lo que manifiesta, de expresarse con pasión, lejos de lo simple y con poco sentido. Ellos son la otra manera de ser y sentirse artistas.
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