"Nuestra historia contemporánea es fea y hay quien no quiere escucharla"
Almudena Grandes presenta en el Jardín de la Luna Nueva su último libro, 'Las tres bodas de Manolita', una novela que habla de la supervivencia física y moral "desconocida por muchos"
El Jardín de la Luna Nueva se ha convertido para Almudena Grandes en una "estación habitual" en las promociones de sus libros. "De hecho, cuando publico una novela, doy por sentadas una presentación en Jerez y otra en Sanlúcar, como mínimo", apunta la madrileña, que ayer visitó por cuarta vez este espacio para hablar de su último libro, 'Las tres bodas de Manolita' (Tusquets). La autora fue introducida por María Regla Prieto y Natividad Montaño. Una obra que supone la tercera entrega, de seis, de los 'Episodios de una guerra interminable', que fue inaugurada con 'Inés y la alegría' y le continuó 'El lector de Julio Verne'. Un ecuador en el que la escritora dice sentirse "muy bien porque nunca dudé de que iba a acabar la serie, aunque hubo gente que sí y me lo sigue diciendo. Para mí este proyecto es un regalo, un privilegio, una suerte, y siempre lo he vivido como algo estupendo, no como un desafío". "Las novelas -añade- que han salido hasta ahora ya dicen mucho de cómo va a ser este proyecto. Las dos primeras trataban la guerrilla desde dos posiciones antagónicas, la tercera no tiene nada que ver porque 'Las tres bodas de Manolita' es una historia que se desarrolla en Madrid, de personajes pequeños y vida cotidiana en la posguerra. Y la cuarta, que la voy a empezar a escribir enseguida, es una novela de espías. Así que, como no se parecen, no me canso y espero que el lector tampoco".
Seis obras que engloban el tiempo de la posguerra, desde 1939 hasta 1964, en las que hay "una cantidad de historias por contar tan enorme y tan poco conocidas, que desde el punto de vista documental y de la intensidad narrativa, todas creo que son semejantes, pero la más dura de leer será la quinta". Un libro que se desarrolla en los años 50, "la década más triste del franquismo, gris, y es que en los 40 todos los vencidos tenían la impresión de que los aliados iban a intervenir en España. Una esperanza que se alargó. Y en los 60, el país empieza a cambiar y regresó la esperanza de otro camino".
Obras con una importante y complicada tarea de documentación detrás, "las historias en las que se basan mis novelas se han contado muy poco y, sobre todo, y es lo que hace también atractivo mi trabajo, que no han formado parte de la Gran Historia. Son como esquinas que se asoman en la documentación, que es una labor que me gusta mucho, además de escribir".
'El lector de Julio Verne' era un homenaje al género de aventuras, ¿qué es Manolita? "Tiene una definición genérica más complicada, muchos personajes... Es una historia de surpervivientes. Se habla no sólo de la supervivencia física, porque en los años 40 en Madrid no morirte de hambre era una prueba física, sino también de surpervivencia moral". Una historia de la cárcel que por una vez no habla de lo que ocurre en la cárcel, sino en la cola de la cárcel. Las protagonistas son las mujeres que esperan ver a los hombres en Porlier, para llevar paquetes a su maridos, novios, hermanos... "Una chica muy joven, con unos números en la vida muy malos, sin formación, sin trabajo, que tiene niños a su cargo..., consigue no sólo prosperar, sino ser feliz", añadió Grandes. Un homenaje a esas mujeres que estaban solas, en un medio hostil, con los hombres lejos, presos, exiliados, en el monte, muertos..., y que, "sin embargo, son nuestras abuelas y consiguieron que sus nietos fueran a la universidad".
¿De qué quiere que se entere el lector con este libro? "Quiero que sepa lo que representó la paz, el final de la guerra para las personas que la habían perdido. En este libro se descubre que lo que cuentan los historiadores de políticas de exterminio en el franquismo, pues que tienen razón en lo que hablan. Aquí, los momentos de revancha llegaron hasta la muerte del dictador. Es la historia de quienes lograron sobrevivir a esa hazaña, y es quizás lo que más se desconozca".
Una revancha que parece que nunca acabó porque "las cosas que no se hacen bien no se terminan bien. Y en España, con la llegada de la democracia, no se asumió el análisis de la historia reciente y se pretendió aislar la democracia actual de la republicana y la historia oficial sigue recogiendo gran parte de la herencia de la historiografía franquista. Nadie se atreve a hablar de cruzada, pero hay gente que se niega a hablar de golpe de estado".
¿Se sorprende cada vez que investiga? "Continuamente. En Manolita, todo lo que parece más novelesco es verdad y lo demás me lo he inventado yo. Y en concreto, la historia de Isabel Perales, de esa niña que llegó a Bilbao pensando que iba a estudiar y la pusieron a lavar la ropa con sosa. Se le destrozaron las manos. Eran los hijos que pagaban las culpas de los padres, y cuando esta mujer me lo contó me costó trabajo creérmelo, investigué y los historiadores le daban la razón a ella. Aquí hay un constante flujo de descubrimiento de historias nada bonitas y la historia contemporánea de España es muy fea. Comprendo que haya gente que no tiene ganas de que le cuenten historias feas, sólo bonitas, pero lo que tenemos aquí es eso".
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