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El imaginero Ignacio López y la orden dominica

La ciudad de la historia

José Manuel Moreno Arana

25 de marzo 2009 - 05:00

Ignacio López fue un destacado escultor barroco, a cuya relegada figura hemos dedicado diversos estudios y conferencias en los últimos años. Sevillano de nacimiento y de formación, terminará afincándose en El Puerto de Santa María, desde donde desarrollaría una fecunda actividad para toda la comarca durante el último cuarto del siglo XVII y las primeras décadas del setecientos. El gran número de tallas conservadas en nuestras iglesias que comparten la impronta de sus obras documentadas permite suponer una labor intensa para Jerez. Particularmente, cofradías y conventos integrarían su clientela jerezana. Entre los últimos, nos detendremos en esta ocasión en su posible trabajo para los dominicos locales, aportando además datos inéditos sobre el imaginero en los que profundizaremos en próximas publicaciones.

La relación de López con esta orden puede explicarse por los contactos laborales con el propio convento portuense de Santo Domingo, siguiendo la práctica habitual de las distintas órdenes de emplear a unos mismos artistas para el adorno de sus monasterios en diferentes localidades próximas. De esta forma, las más tempranas noticias documentales halladas se sitúan el 30 de mayo de 1683, cuando concierta la ejecución de dos pasos para la cofradía del Dulce Nombre, radicada en este desaparecido cenobio: un misterio, con una cruz de pino sobre un peñasco, y otro de palio, con una imagen de la Virgen1. Por desgracia, no han quedado rastros de ninguno de ellos, incluida la figura mariana, posiblemente una dolorosa, que acaso podría identificarse con la talla de candelero que con la advocación de "Virgen de las Lágrimas" aparece en el altar de esta cofradía dentro de un inventario fechado en 18362.

Para este mismo templo sabemos que también trabajó el retablista Alonso de Morales, maestro igualmente hispalense, discípulo de Bernardo Simón de Pineda, y activo en El Puerto por estos años. En concreto, en junio de 1697 contrata un retablo, hoy perdido, para una capilla colateral propiedad del regidor Miguel de Azcárate y de su mujer Antonia de Vidarte. Su imaginería debía incluir tallas de niños atlantes bajo los pedestales de las columnas y una figura de Dios Padre3.

Cabe preguntarse si este apartado escultórico fue también ejecutado por Ignacio López. Hay que recordar, en este sentido, que éste ya había trabajado con Morales en el retablo de Ánimas de la Prioral de aquella localidad y existen evidencias de que las colaboraciones entre ambos pudieron ser frecuentes. Al respecto, hay constancia de que mantuvieron una estrecha relación de amistad, que seguramente se iniciaría en su Sevilla natal4. Es significativo asimismo constatar cómo ambos reciben encargos por parte de unos mismos comitentes en distintas ocasiones. Así ocurre con la Parroquia de la O de Rota, para la que en un mismo año, 1691, Alonso de Morales hace una sillería de coro e Ignacio López un crucifijo para el púlpito5 (hoy conservado en el sagrario del mismo templo). Del mismo modo, resulta curioso que el citado ensamblador contrate el 4 de Mayo de 1683 unas andas para el cristo titular de la cofradía portuense del Nazareno6, una imagen donada a esta hermandad en 1702 que creemos creación muy probable de López. Por otro lado, es elocuente la actividad de los dos artistas para sendas cofradías con sede en la parroquia lebrijana de la Oliva, tallando el primero un túmulo para la de Ánimas en 1690 y el segundo diversas imágenes para la hermandad de los Santos en torno a 1695, respectivamente7.

Un caso similar pudo ocurrir con su presencia en el convento dominico de nuestra ciudad. De hecho, ya hemos propuesto en ocasiones anteriores la autoría del escultor sobre la imaginería del retablo mayor de su iglesia. Recientemente se ha confirmado que su arquitectura fue debida a otro sevillano, en este caso afincado en Jerez, Francisco Antonio de Soto, como ya llegamos a sugerir. Soto lo terminó en 1690, siendo revelador que sea el propio Alonso de Morales el elegido para evaluar la obra recién acabada8. No parece raro que después lo hallemos en el templo dominico de El Puerto. Incluso, no es descartable que Morales interviniera en alguna pieza destinada a los dominicos jerezanos.

El estilo inconfundible que muestran las esculturas del retablo, junto a la propia localización temporal del mismo en una época donde se tiene constancia de la participación de López en obras dominicas, además de la amistad de éste con Morales, son indicios que pueden fundamentar nuestra atribución.

Pero pensamos que no fue la única realización de Ignacio López para este convento jerezano. Para acabar, queremos dar a conocer una dolorosa que se conserva en su sacristía. De talla completa y tamaño menor al natural, representa a la Virgen en actitud orante. Una imagen que, a pesar de desafortunados repintes, sigue mostrando innegables lazos de unión con otras dolorosas que también le hemos asignado, caso de las jerezanas del Desconsuelo, Mayor Dolor y Piedad.

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