Javier Sierra: "Tenemos una mirada demasiado intelectual del arte"
Regresa al universo de ‘El maestro del Prado’ (2013) con ‘El plan maestro’ (Planeta), en la que vuelve a sumergirse en el arte a través de una novela que fusiona diferentes géneros

De la autobiografía a la ciencia ficción. Dos géneros que se dan la mano en El plan maestro (Planeta), última novela del escritor Javier Sierra (Teruel, 1971). Regresa con esta segunda parte a ese universo que forjó en 2013 con El maestro del Prado. Un bestseller que nació de la pura casualidad, cuando un extraño interlocutor asaltó a un Sierra universitario en las salas del Museo del Prado para ofrecerle algunas lecciones de arte que nunca solicitó. Tras confiarle su visión sobre ciertas obras de arte y los mensajes que ocultan entre sus trazos, desapareció sin dejar rastro.
Pregunta.¿Qué le ha empujado a volver a encontrarse con Luis Fovel y, por tanto, con El maestro del Prado?
Respuesta.Me ha empujado el hecho de haber escrito una novela como El maestro del Prado, que quedó abierta. Era la historia de un misterioso personaje que se me apareció en el museo siendo yo adolescente y que me enseñó a leer el arte y que un buen día se esfumó, no volví a verlo más, pero me dejó unos versos escondidos en un libro. Versos que publiqué y que se convirtieron en un acertijo que han intentado descifrar lectores de la novela de varios países. Esos intentos me hicieron ver que el personaje había calado y que merecía una segunda oportunidad.
P.¿Es consciente de que va a cambiar la mirada de miles de personas que visiten un museo, y busquen un mensaje en los cuadros que contemplan? La Fragua de Vulcano, de Velázquez, puede pasar a ser una secuencia de Encuentros en la Tercera Fase, perfectamente.
R.Soy consciente, pero tengo cierto rubor. Pues si con El maestro del Prado llevo doce años visitando el Museo y siempre me encuentro a lectores con el libro debajo del brazo, utilizándolo casi como una guía, con El plan maestro esa sensación se va a redoblar y, además, seguramente va a provocar que muchos lectores vayan acompañados de su hijos o de sus nietos. Si consigo eso, me ruborizaré, pero me sentiré muy satisfecho porque eso es lo que he buscado: cambiar la mirada hacia el arte, para que sea más sensorial e instintiva. Tenemos una mirada demasiado intelectual del arte. La novela abre el apetito por lo original y eso es muy bueno.
P.¿Cómo ha seleccionado los espacios, de la cueva de Altamira al Prado? ¿Y las obras?
R.Las he seleccionado desde mi propia perspectiva y experiencia. Son obras que me transmiten cosas o son museos en los que me han sucedido cosas. He visitado mucho todos los escenarios, muy explorados, y en la arquitectura de la novela he incluido muchos detalles y alusiones, esperando que haya lectores que sigan mis pasos, y descubran esos elementos que yo incluyo. El plan maestro es un libro de pistas, y puede ser utilizado como un mapa del tesoro para descubrir que, al final del camino, tu tesoro es tu mirada, tu manera de ver las cosas.
Creo mucho en el mestizaje. Las criaturas más perfectas son las que nacen de la mezcla de diferentes orígenes"
P.Es una novela muy híbrida, a ratos autobiográfica, a ratos histórica, pero también de ciencia ficción.
R.Es una mezcla. Yo creo mucho en el mestizaje. Las criaturas más perfectas y fuertes son las que nacen de la mezcla de diferentes orígenes. Y en literatura hemos pasado una temporada poniéndoles límites a los mestizajes. Autor de novela histórica, autor de novela negra, o romántica, etc. Un autor es un autor, y demuestra que realmente lo es en la experimentación, en no tener miedo a mezclar cosas. Si tuviéramos ese pudor nunca saldría un Julio Verne o un autor innovador.
P.Hay una reflexión en su novela sobre la ausencia de pedagogía en el arte y en los grandes museos. Lo mismo que nos enseñan el código de circulación, nos deberían enseñar a contemplar el arte.
R.El arte necesita relato, porque si no lo hay se queda simplemente en estética. Que pueden ser maravillosas, pero que al final pasan por nuestra memoria como los reels de Instagram, como algo efímero. Para que algo se quede en la memoria es necesario acompañarlo de relato y de emoción. El arte en los museos carece de ambas cosas. Las cartelas son muy escuetas, hablan de cosas muy materiales, pero no ofrecen una respuesta a la pregunta clave: ¿por qué?
P.¿Se siente cómodo convirtiéndose en protagonista de su propia obra, recuperando incluso secuencias de su infancia?
R.Me siento cómodo, porque mi libro es una conversación. Me siento con el lector y le cuento algo que me acaba de suceder. La conexión emocional se establece en el acto. No es un personaje que tengas que construir, porque ya está construido, es el autor. Me siento cómodo y creo que el lector también.
En tiempos oscuros como los que vivimos he intentado escribir una novela luminosa"
P.En su novela podemos encontrar un mensaje: el poder del arte, que nos puede salvar de muchas cosas.
R.En tiempos oscuros como los que vivimos he intentado escribir una novela luminosa. Por puro contraste con el momento actual y por pura necesidad, porque le estoy diciendo al lector que hay esperanza. Y en el arte y en las humanidades hay esperanza. Si nos fijamos, toda la sociedad está orientándose hacia lo técnico y científico. Si un hijo te dice que quiere estudiar latín es una desgracia en la familia. Mi novela es un canto a recuperar a los poetas, a los pintores, a la gente que ha construido armonía y belleza. Lo técnico y científico acaba siempre utilizándose para construir armas. El arte no se puede utilizar para pegar al otro.
P.De todas las obras que ha analizado e interpretado, ¿cuál es la que más le ha llamado la atención?
R.Hay una obra de la que no me he atrevido a escribir todavía, y que no está en ninguna de mis novelas, es El Descendimiento, de Rogier van der Weyden. Es un cuadro impresionante del Museo del Prado, donde el pintor da la sensación de estar tomando una fotografía, pero en el siglo XV. Tal es la precisión de la pincelada que creo que en ese cuadro se inventó la fotografía. Pero no nos lo contó. Sería una novela estupenda, muy mía.
P.¿Con tal cantidad de lectores, siente presión a la hora de entregar una nueva novela?
R.Tengo el síndrome del novato. Cada vez que entrego una novela me siento como cuando entregué mi primera novela, La dama azul, en 1998 (reeditada por Planeta en 2008), y nadie me conocía, y me asomaba a los escaparates de las librerías y me preguntaba: ¿alguien comprará mi libro? Pues aunque parezca increíble, me sigo formulando esa pregunta, y sigo yendo a los escaparates. La diferencia es que a los dos minutos siempre alguien se aproxima y me pregunta: ¿es usted Javier Sierra?
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