Julián Casanova: "No se puede hacer una imagen apologética ni sagrada de Franco"
El catedrático de Historia Contemporánea en la Universidad de Zaragoza acaba de publicar ‘Franco’ (Crítica), biografía en la que aborda diferentes momentos en la vida del dictador con la intención de llegar a los más jóvenes

“Todo lo que entra en la categoría de Franco hizo también cosas buenas lo estaban haciendo en ese momento las democracias más avanzadas de Europa, sin necesidad del legado de destrucción que habían dejado el golpe de Estado, la guerra civil y la larga época de miseria, hambre y pobreza”. Así de contundente es Julián Casanova en Franco (Crítica), la magistral biografía sobre el dictador. Desde la impronta que dejó el paso por África en su carrera –y en su carácter– hasta sus últimos días, pasando por las relaciones con figuras clave como Hitler y Mussolini. Sin intención de hacer un juicio sobre el personaje, Casanova trata de acercar la figura a los más jóvenes. Esa generación de la era digital que apenas conoce al dictador que marcó 40 años de represión, venganza y autoritarismo en nuestro país. Que llegó al poder sin ser un conspirador en potencia, pero fue tratado como una deidad que liberó a España del comunismo y la masonería.
Pregunta.Ha escrito mucho sobre Franco. Ha reunido a diferentes expertos para hacer un balance de su dictadura y ha abordado su relación con la Iglesia. ¿Por qué una biografía ahora?
Respuesta.Esto es la culminación de un trabajo. Todo aficionado a la historia sabe que la biografía requiere un nuevo enfoque narrativo. Era el momento de culminar mi carrera sobre el siglo XX español con una biografía sobre Franco. El reto fundamental es hacer justicia a todo lo que ha salido. También jerarquizar sobre lo que interesa a un lector del siglo XXI. La tercera ambición es el estilo narrativo y acertar con el tono para una generación que pertenece a la era digital.
P.¿Cree que la carrera de Franco no habría sido tan extraordinaria, en términos militares, si no hubiese existido África?
R.Franco hubiera estado en la Armada, pero no sacaron plazas. Quienes dominan la política española siendo militares son de artillería e infantería del Ejército de Tierra, donde él tuvo que ir. Luego se fue a África y todos esos militares que estuvieron allí, en una guerra colonial, pasaron después por julio del 36. Siempre se definió como militar y dijo que África dejó una huella indeleble. Lo cierto es que el continente brutalizó la vida de todos estos militares. Además, había una especie de agravio frente a la política, porque los dirigentes vivían tranquilamente en Madrid sin comprender a los grandes héroes de África. Sentían una especie de traición. Hay un punto de apoliticismo muy importante en la vida de todos. Su paso por África no se puede mostrar de forma aislada, sino dentro de un contexto europeo.
P.¿Cómo se pudo ver a él mismo con la carrera militar que protagonizó marcada por rápidos ascensos y condecoraciones?
R.Hay un poco de exageración en la forma de decir que Franco es el General. Hubo muchos generales en la Primera Guerra Mundial que ganaron medallas por méritos de guerra. Esa gente tenía el agravio frente a los que estaban en las oficinas e iban ascendiendo también. Siempre ha estado la versión de que Franco no buscaba las medallas, sino que llegaban por su valentía. Reinventó mucho la historia. Decía que sin el resto de soldados no hubiera sido nadie, que no hacía nada especial más que servir a la patria. Sabía, en su interior, que aquello le estaba dando un poder impresionante dentro del mundo militar. Hay algo de exageración, porque en el marco europeo no fue tan excepcional.
El desarrollo no justifica los costes sociales, culturales y en términos de víctimas"
P.Es curioso que, a pesar de odiar la República, nunca fue “un destacado conspirador e instigador a la rebeldía” como sí lo fue Sanjurjo.
R.Cuando llegó la República, Franco tuvo dos agravios: la ley de Azaña contra los ascensos militares y el cierre de la Academia General Militar de la que era director. Pero también es cierto que tuvo un enorme sentido de la obediencia y un cálculo racional de lo que era posible o no. Nadie da golpes de estado, arriesgando absolutamente todo, sabiendo que se va a fracasar, así que renunció a todos los que sabía que no estaban bien. A la altura de la primavera del 36 modificó esa actitud. Aun así, el jefe de la sublevación era Sanjurjo y el que estaba preparando la conspiración era Mola. En el momento en que entró en la Alemania nazi y en la Italia fascista y decidieron ayudarle, por razones estratégicas, se convirtió en el favorito de Hitler y de Mussolini. Dos meses después, estaba en la cúspide del poder, aclamado por sus propios compañeros. A unos –incluso a él mismo– les hubiera gustado presentarlo como un conspirador contra la República desde el principio, pero fue Jefe de Estado Mayor desde noviembre del 33 a febrero del 36.
P.El contexto internacional tuvo un gran peso en la carrera de Franco hacia el poder. Empezando por la carta a Hitler, en la que era un completo don nadie, pero le valió para abrir las puertas hacia Alemania e Italia.
R.Le mandó una carta porque tenía hombres de negocios importantes en el Marruecos español que se estaban jugando muchísimo estratégicamente. Hitler, inicialmente, parece que no la atendió, pero después envió los aviones que necesitaba Franco para pasar las tropas. A partir de ese momento, él mismo empezó a presentarse como jefe de la de la sublevación en España. Unos sublevados que son antibolcheviques y anticomunistas, pero nadie tenía un plan más allá de destruir la República y construir una dictadura militar. No había un guión preconcebido.
P.También jugó un gran peso la suerte. No tuvo enemigos internos con los que batirse. De Sanjurjo a Mola, pasando por Primo de Rivera, todos desaparecieron.
R.Mola hubiera sido un rival a la altura. Queipo de Llano no lo fue nunca, porque tenía un pasado republicano y estaba conectado con masones. Sanjurjo, sin duda. Pero toda esa gente desapareció, efectivamente, sin sacar ninguna teoría conspirativa.
Mientras que Hitler y Mussolini activaron su parte más radical e infame al final, con Franco pasó al revés"
P.Más allá de ese pilar que fue el ejército, la Iglesia hizo una campaña de propaganda absoluta por ese “héroe nacional” que consiguió liberar a España del comunismo y la masonería.
R.La Iglesia está unida a la historia de España. Hubo un momento inicial que, para la Iglesia Católica, Franco fue un liberador de algo que estaban padeciendo en la zona republicana. Entonces bendijeron la violencia y la represión. Después del 45, la Iglesia participó en las leyes, en la represión e incluso lo pasearon bajo palio, un privilegio de reyes. A partir de ahí, España necesitó soltar amarras de la conexión con el fascismo de Franco y los católicos entraron en la política internacional. Ese momento duró hasta el Concordato del 53 que fue la culminación de esa España católica. Desempeñó un papel importante para Franco.
P.En 1945 “dio los pasos necesarios para desvincularse de los fascismos derrotados, neutralizar la oposición a la monarquía, hacer creer a los españoles que les había librado de los horrores de la Segunda Guerra Mundial y convencer a sus enemigos exteriores de que lo que él gobernaba era una democracia católica y orgánica”. Un camaleón puro y duro.
R.Totalmente. Ese momento fue difícil. Estamos hablando de que Mussolini apareció en una plaza colgado cabeza abajo. No encontraron las cenizas de Hitler, ni siquiera su cadáver. Franco sabe que vendría un momento muy difícil y apareció por primera vez Carrero Blanco que le susurró al oído: No nos van a derrotar... las potencias y las democracias serán antisoviéticas. El anticomunismo es el elemento fundamental. Hay una parte de camaleón de supervivencia, pero también de muchos asesores y de mucha gente con privilegios.
P.Aunque la dictadura fue un periodo de dura represión y violencia, consiguió mantener la imagen de no saber nada de lo que sucedía en los campos de concentración y en las cárceles. Como Hitler en Alemania.
R.El vencedor es el que ha ganado la guerra frente al que la ha perdido. Aunque sean los dos igual de pobres. Esos vencedores eran cientos de miles de militantes que no iban a permitir que la victoria desapareciera. A partir de finales de los 50, el PIB empezó a crecer, la modernización dio sus frutos y hubo un gran éxodo del mundo rural al urbano. Se pasa de una España de estraperlo a una de televisión, de coche, de electrodomésticos... símbolos visibles de la modernización. Franco se apuntó todos los tantos de esta etapa y se quitó las penas de la primera. Mientras que Hitler y Mussolini activaron su parte más radical e infame al final, con Franco pasó al revés. Este tema es un gran triunfo del franquismo.
P.En la biografía aborda El Milagro Español y afirma que gran parte de la población “lo adoraba más allá del miedo, la represión y la propaganda”.
R.Imagine que nace los años 60. Empieza a haber agua corriente, progreso y desarrollo, pero no le han contado nunca la otra historia. ¿Quién era el artífice de todo eso? Franco. La gente cree que los historiadores hemos negado el desarrollo, el progreso, el PIB, pero nadie lo ha estudiado mejor que nosotros.
Ha vuelto el ruido, la falta de acuerdo y se ha acabado el miedo a decir que la dictadura fue algo bueno"
P.Mucha gente hace referencia a este periodo para justificar su buen hacer. Es muy dañino.
R.La gente se ha acostumbrado a que los costes sociales, culturales y en términos de víctimas estén justificados por un desarrollo. También está la mentira de que la democracia fue una continuidad del franquismo. Los jóvenes tienen que saber quién controlaba la enseñanza, los costes del éxodo rural por la industrialización, la violación sistemática de los derechos humanos, la torturas, el fusilamiento y el garrote vil. El libro no ofrece un juicio sobre Franco, pero no se puede hacer una imagen apologética ni sagrada del personaje.
P.La nostalgia es cada vez más fuerte. Especialmente llamativa entre personas que no han vivido esta etapa.
R.Sí, es fuerte pero creo que de forma universal. Ha vuelto el ruido, la falta de acuerdo y se ha acabado el miedo a decir que la dictadura fue algo bueno y que de vez en cuando se necesitan dictadores que pongan orden en el mundo. La democracia se está mostrando frágil y, en vez de cuidarla, hay muchísima gente que la está estropeando
P.“Tiene que ser posible, cincuenta años después, volver la vista a ese pasado y no buscar solo aprobación o condena”. Es una gesta difícil la que pide a los lectores.
R.Sí, es muy difícil. Pero pongo no solo, que significa basta de la historia en blanco y negro y basta de negar el conocimiento. Cuando uno va a la historia, no va a buscar venganzas desde el presente. La biografía sale en un momento de ruido y tenso. Los historiadores tenemos que demostrar que construimos historias para que la gente comprenda mejor el pasado a base de trabajo, profundización y viajes. La enseñanza que transmito en centros escolares es la importancia de una lectura crítica. También convencer a la gente que los nuevos propagandistas son aquellos que niegan el conocimiento. Esto es muy viejo.
P.Pero la historia es cíclica.
R.Sí...
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