‘Manual para cobardes’: el héroe cambia de traje

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Julia Montejo publica con la editorial Extravertida una novela sobre perdedores en los márgenes de la Historia  

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La escritora Julia Montejo, fotografiada este lunes en Sevilla.
La escritora Julia Montejo, fotografiada este lunes en Sevilla. / Juan Carlos Vázquez
Braulio Ortiz

23 de agosto 2024 - 06:30

“Por aquel entonces, yo era un cobarde, un auténtico gallina. Sufría enormemente al darme cuenta de que pertenecía a una estirpe de nobles aventureros, pero que las únicas hazañas que había vivido eran las que leía en las novelas de aventuras. Por eso, de entre todas ellas, las que más me fascinaban eran las de los vascos y su mítica relación con la mar. Locos o valientes, en aquella época la línea que separaba unos de otros era si cabe más delgada y difusa”, confiesa el protagonista de Manual para cobardes, la novela que la guionista y escritora navarra Julia Montejo ha publicado con la editorial andaluza Extravertida, una ficción ambientada en dos tiempos –la Fuenterrabía de 1940, con el encuentro entre Franco y Hitler en Hendaya como trasfondo; el Madrid de mediados de los 70, en el que se prepara el atentado a Carrero Blanco– y que reflexiona a través de las peripecias de su personaje, Eduardo Zuloaga, un tipo que siempre se encuentra en el lugar equivocado pero que vive así las andanzas más imprevistas, sobre dónde radica la verdadera heroicidad.

“En la novela exploro cómo los valores masculinos, individualistas, que asociamos al concepto de héroe no te llevan a una vida plena. Al final, esos patrones de conducta son como un traje constreñido que te vas quitando, cuando reevalúas esos valores y te preguntas qué te aportan”, explica Montejo. El Zuloaga ya adulto, que arrastra un anodino matrimonio de conveniencia y sólo conoce la emoción en los discos de Bach y de Haendel, entenderá gracias a un temerario plan en el que se ve implicado que “la auténtica heroicidad es responsabilizarte de tu vida, tomar las decisiones que tienes que tomar y no tener miedo de querer, de ser amado y de amar”, analiza la autora, nacida en Pamplona pero muy vinculada a Andalucía y más concretamente a Chipiona, donde su familia tiene una casa y donde Montejo presentó hace unas semanas Manual para cobardes. Zuloaga entenderá en su viaje personal que la nostalgia deforma la visión de las cosas: “Él se ha pasado la vida cuestionándose cómo un niño como él, tan capacitado y con tantas posibilidades, ha acabado siendo un adulto gris. Nos pasamos la vida intentando volver a ser lo que fuimos, pero a menudo nuestro recuerdo añora algo que nunca existió. Lo importante, a lo que tenemos que agarrarnos, y eso lo entiende mi protagonista, es el ahora, el presente”. 

Montejo aborda esos interrogantes que nos pesan a todos, los de quiénes somos y por qué estamos aquí, con la liviandad de un humor inspirado –“los poetas debían de ser unos tíos bastante feos porque a todos los suelen abandonar”, se dice en algún pasaje– y un logrado ritmo en el que se vislumbra el oficio de una guionista formada en Los Ángeles y curtida en series como Siete vidas o Motivos personales. “Para mí”, señala la narradora, “es muy importante que las novelas sean entretenidas, que el lector quiera seguir pasando páginas y que no vea el libro sobre la mesilla de noche con pereza. Pero tampoco concibo la literatura sin esas preguntas que me hago. Hay que encontrar el equilibrio entre la amenidad y cierto poso, que la obra tenga algo de revulsivo”.

Julia Montejo.
Julia Montejo. / Juan Carlos Vázquez

La distancia ha permitido a Montejo tratar el tema del terrorismo de ETA y recrear la Operación Ogro en la que se atentaría contra Carrero Blanco. “La banda lleva muchos años extinguida, pero todavía hay mucho trabajo por hacer para comprender cómo pudo darse ese fenómeno. Para mí, el malestar que llevó a algo así comenzó a fraguarse en la posguerra, en esos niños que veían a sus padres rotos estaba el germen de la violencia futura. Es una lección de la que deberíamos aprender, aunque no parece que estemos en el camino. Todo el dolor de Gaza, por ejemplo, va a tener consecuencias que durarán generaciones”, defiende la escritora, que recientemente publicó Todas esas chicas de zapatos rojos, un ensayo sobre “cómo afectan las hormonas femeninas a la creación, cómo pueden ser un desequilibrio y también un estímulo”, y que ahora dirige el pódcast Contando mujeres, que ha arrancado con un episodio dedicado a la “fascinante” Emilia Serrano, baronesa de Wilson.  

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