Todo sobre el martinete
Martinete del rey sombra
‘Martinete del rey sombra’ de Raúl Quinto, el flamante Premio Nacional de Narrativa incluye un estilo musical flamenco en su título
La ficha
'Martinete del rey sombra' Raúl Quinto, Jekill & Jill, 173 pp.
En la literatura en español ha habido sonatas, valses, sinfonías, conciertos, nanas, baladas, blues, tangos … pero esta es la primera vez que el título de una novela de éxito hace referencia a un estilo musical jondo, en concreto al martinete. ¿Se trata de un síntoma de normalización?
Lo que cuenta el flamante Premio Nacional de Narrativa, Martinete del rey sombra, en clave de ficción, es la Gran Redada, el arresto masivo de la población gitana española en un intento, fallido, de exterminio, ocurrido el 30 de julio de 1749, que acabó en un indulto general 18 años más tarde.
Pero ¿qué es lo que sabemos del martinete? Lo que es seguro es que no se cantó en la época de la Gran Redada, que es la que recrea esta obra. De hecho, aunque hay referencias a la Prisión General de los Gitanos en el flamenco, todas ellas son posteriores en más de un siglo a los hechos ocurridos en 1749.
La primera referencia al martinete la encontramos en el espacio que a ellos les dedica Antonio Machado Álvarez Demófilo en su Colección de cantes flamencos de 1881. Machado Álvarez considera que martinetes y carceleras son sinónimos, concepto que luego repetiría Antonio Chacón en una entrevista de 1928 al afirmar que no existe el cante por carceleras: o son martinetes o son saetas . Hay referencias anteriores a los cantes de prisión y, en concreto, Davillier nos habla en 1874 de uno de estos cantes “que se denominaban carceleras”. Es la única mención a este cante con anterioridad a Machado Álvarez. Gerhard Steingress sostiene la hipótesis de que tonás, carceleras y martinetes sean cantes derivados de las primitivas saetas. Los presos interpretaban esas saetas desde la cárcel, al paso de las procesiones de Semana Santa. Tonás, martinetes y carceleras serían el resultado de sustituir el contenido religioso de las letras manteniendo la melodía.
Lo cierto es que hasta la guerra civil sólo he localizado nueve grabaciones de martinetes, lo que demuestra, cuando menos, que se trata de un estilo escasamente popular. Esos martinetes son de dos tipos melódicos. El primero, y seguramente el más antiguo, es el del tipo melódico de la carcelera, que es el que grabó por primera vez Diego Bermúdez El Tenazas, discípulo de Silverio, en 1922, a raíz de su éxito en el Concurso de Cante Jondo de Granada.
Si Franconetti tenía martinetes en su repertorio, cosa dudosa, estos serían del tipo de la carcelera. No sólo porque El Tenazas fuese discípulo de Silverio Franconetti, también por la descripción que hace Machado Álvarez, contemporáneo de Franconetti, en 1881 del mencionado cante: “La música de los martinetes, que es acompasada y al parecer fácil de retener, sin grandes subidas ni bajadas, se presta muy poco a ser aprendida”. El propio Chacón afirma en otra entrevista que la saeta, cante con el que estaría ligado el martinete, según el propio Chacón, es una suerte de improvisación. Respecto a la melodía actual del martinete, la primera grabación que se realizó en esta línea, que sepamos, fue la de Manuel Centeno, en el mismo año de 1922. Digo que sepamos porque el martinete estaba en el repertorio de Antonio Chacón y este lo grabó, en 1899, en varios cilindros de cera que están perdidos. ¿Era un martinete? ¿Era una carcelera? Ojalá algún día aparezca y lleguemos a saberlo.
También lo cantaron con la melodía actual, antes de la guerra, José Cepero, en dos ocasiones, Niño de Utrera, Paco Mazaco en dos ocasiones, y el Niño Gloria y Juan el Cuacua, estos dos últimos cantaores gitanos.
Estas son las razones por las que me aventuré a proponer, hace algunos años, que el cante por martinetes es muy reciente. Aún más reciente debe ser la melodía actual, de la que no he hallado referencias anteriores a 1922, como digo. Creo, por otra parte, que jamás fue un cante de trabajo, como muchas veces se ha dicho. El propio Antonio Mairena, que fue fragüero y gran especialista y defensor de los cantes por martinetes, así lo creía y abominaba de las grabaciones, tanto ajenas como propias, que incluían el acompañamiento rítmico de un martillo en la ejecución del martinete.
Por supuesto que ninguno de estos martinetes grabados antes de la guerra civil se ejecuta con el ritmo de seguiriyas. Esto fue un invento del sevillano Antonio Ruiz Soler, el primero en bailar el martinete, para la película Duende y misterio del flamenco, dirigida por Edgar Neville en 1952. Necesitaba un ritmo para bailar el cante y echó mano del compás de seguiriyas, según afirmó el propio bailaor en una entrevista para la serie de televisión Rito y geografía del baile realizada en los años 70.
Claro que si el martinete apenas se graba antes de la guerra civil, la toná no se graba en absoluto, siendo la primera grabación de 1954 por Rafael Romero. Y de Antonio Mairena unos meses más tarde ese mismo año, la segunda.
Martinete del rey sombra incluye un capítulo dedicado a la historia de los gitanos, en clave lírica.
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