Una mujer nueva... y desconcertante

La sevillana Lale González-Cotta firma la traducción de 'Pandora', una 'nouvelle' de Henry James hasta ahora inédita en español que acaba de publicar la editorial Impedimenta

Lale González-Cotta, retratada días atrás en el centro de Sevilla con un ejemplar de 'Pandora'.
Lale González-Cotta, retratada días atrás en el centro de Sevilla con un ejemplar de 'Pandora'.
Francisco Camero Sevilla

02 de agosto 2014 - 05:00

En 1884, cinco años antes de que vieran la luz dos de sus obras más célebres, Daisy Miller y Retrato de una dama, Henry James publicó una nouvelle que contenía ya, de manera muy elocuente y condensada, la mayoría de los rasgos de estilo e intereses personales por los que hoy se le sigue celebrando como uno de los grandes escritores de su tiempo. Pandora, una historia de fascinación y desconcierto, de gran densidad psicológica y -como el propio James estuvo siempre- a caballo entre la cultura y la sensibilidad de Europa y las de Estados Unidos, acaba de ser traducida por primera vez al español por la sevillana Lale González-Cotta, y editada por Impedimenta con su característico esmero.

"James es un autor difícil, porque es oscuro y a la vez muy preciso; oscuro conceptualmente, y preciso léxicamente... Pero me apetecía ponerme ese desafío y finalmente lo he hecho", dice González-Cotta, que ya tradujo para la misma editorial una novela de Edith Wharton, La solterona, y para el desaparecido sello sevillano Paréntesis Madame de Treymes y otros relatos, una colección de cuentos inéditos en España de la misma autora, que compartió con James, además de una larga y honda amistad, el gusto por la ironía, el humor, las atmósferas íntimas y un dramatismo tan rotundo como delicadamente sutil y elíptico.

Fernández-Cotta, amante de esa literatura de la "sinuosidad", siempre sintió cierta predilección por los relatos cortos y nouvelles del también autor de Otra vuelta de tuerca y Washington Square. Y en Pandora, además, encontró otro aliciente: la posibilidad de compartir con los lectores de James -nacido en Nueva York en 1843, fallecido en Londres en 1916, "ciudadano de dos países, intérprete de su generación en ambos lados del océano", como reza su lápida- una obra de cuando el autor era "más claro" e incluso "optimista"; es decir, el James de siempre... pero algo distinto. "Se conoce al James más ampuloso y oscuro, el del final de su vida, con pasajes larguísimos y muy digresivos, con largas subordinaciones e interrupciones de discurso, pensamientos que quedan inconclusos o párrafos laxos gramaticalmente... Pandora es un libro anterior a esa fase, es una obra más temprana, y esto se nota también en el estilo: las frases son más cortas y en general todo es un poco menos... ambiguo", explica la traductora, que ofrece también en esta edición de Impedimenta una certera introducción tanto a esta obra en concreto como a muchas de las claves de ese general oscurecimiento -tanto estilístico como emocional- que experimentó James, desde sus frustraciones personales, amorosas y profesionales, hasta la tartamudez que se le agravó con el paso de los años y que le obligaba a reelaborar mentalmente su discurso de forma ininterrumpida.

Pandora cuenta la historia de Otto Vogelstein, un joven conde alemán resabiado tan sólo culturalmente y en el fondo -aunque tardará un poco en darse cuenta- algo ingenuo, que conoce durante un viaje en barco a una mujer -la que presta su nombre al título- dotada de un poderoso e indescifrable magnetismo. Él se dirige a Washington para dar los primeros pasos de una plácida carrera diplomática en salones refinados con cháchara mundana y miradas de reojo lanzadas desde la cima del prestigio social. No es allí, desde luego, donde espera reencontrarse con esa muchacha preciosa, que regresa a su país -se dirige a Nueva York- tras una estancia en Europa con su familia a todas luces pueblerina y extravagante, de la cual ella, de un modo instintivo que intriga y finalmente seduce al conde, es la única persona que no parece reñida con la elegancia. Y sin embargo se reencontrará con ella, nada menos que durante una visita privada del presidente del país a la mansión de una vieja e influyente familia de la capital...

"La obra constituye un retrato de la mujer emergente del siglo XX, que era una mujer muy distinta a la mujer... florero de los siglos precedentes. Él mismo tampoco tenía muy claro cuál era el papel de esa mujer, por lo que no sabía ubicarla socialmente, entre otros motivos porque tampoco es que fuera Henry James un progresista en este sentido", explica la traductora sobre esta novela corta en la que resuena con mucha fuerza otro de los temas siempre presentes en los libros del autor: la movilidad social, o lo que es lo mismo, al menos bajo la mirada del mismo, "el hermetismo de las clases, y cuánto se deja uno en el camino, y a costa de qué, para ascender en la escala social".

González-Cotta, nacida en Osuna pero residente en Sevilla desde su infancia y filóloga inglesa de formación, llegó, dice, "con un poco de retraso" a la traducción, sobre todo teniendo en cuenta que siempre, desde pequeña, tuvo "clarísimo" que esto es lo quería hacer. "Pero las cosas en la vida llegan cuando llegan...", dice quien se encargó también de supervisar para la editorial Baile del Sol la traducción de Stoner, de John Williams, una auténtica joya, afortunadamente cada vez menos secreta, de la narrativa estadounidense reciente. Entre sus próximos retos, dice, se encuentran la escritura de una novela propia y el aprendizaje del francés para alguna vez, por "osado que suene", dice entre risas, poder traducir a Stendhal.

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