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La obra y vida del escultor Pinto Berraquero regresa a la Academia San Dionisio de Jerez

La institución celebra una emotiva mesa redonda sobre la figura del artista jerezano en el centenario de su nacimiento.

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Francisco Fernández García-Figueras, Juan Salido Freyre y Francisco Puerto Pinto, en la Real Academia de San Dionisio de Jerez

Jerez/La figura de Francisco Pinto Berraquero regresaba a la Real Academia San Dionisio de Jerez de la Frontera este pasado martes 3 de diciembre de 2024 con motivo de una mesa redonda conmemorativa del nacimiento del escultor jerezano.

Pinto Berraquero formó parte de la real corporación como académico de Número y compartió vivencias académicas junto a Francisco Fernández García-Figueras, presidente de honor de la Academia, y pilar fundamental a la hora de recordar la personalidad del escultor jerezano durante la mesa redonda. El otro gran soporte de la tarde fue su hijo, Francisco Puerto Pinto, catedrático del Departamento de Expresión Gráfica Arquitectónica de la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Sevilla.

Por último, Juan Salido Freyre, presidente de la Real Academia San Dionisio, fue el encargado de moderar unas intervenciones en las que se echaron de menos las palabras de un Gonzalo Martínez Andrades que finalmente se asuntó por un incidente de última hora.

El escultor jerezano Francisco Pinto Berraquero nace el 6 de julio de 1924, en la ciudad de Jerez de la Frontera. Su trayectoria artística se inicia en el oficio, como aprendiz en el taller de su padre, el tallista Lutgardo Pinto Ruiz. A los trece años su padre lo inscribió en la Escuela de Arte y Oficios Artísticos de Jerez, facilitándole así un entorno en el que podía obtener una formación más completa que la que podía recibir en un taller. De allí pasó a las facultades de Bellas Artes de Sevilla y Madrid. De este modo, se inició un largo periodo formativo que ocupó toda su juventud, hasta 1950.

Difíciles años en la que España sufrió los terribles efectos de una Guerra Civil a la que siguieron años de carencias y restricciones sociales y culturales. Junto al artista Manuel Romero Fernández, fue uno de los primeros jerezanos en cursar estos estudios universitarios de Bellas Artes.

En 1965 ingresa como profesor de modelado en la Escuela de Artes y Oficios de Jerez, de la que fue alumno en su infancia. Desde ese momento y hasta su jubilación impartió clases de modelado e Historia del Arte, y formó parte del equipo de dirección del centro junto a su antiguo compañero Manuel Romero. Esta ocupación lo mantuvo al día de los logros y avances en el Arte de su época, que trasladaba con entusiasmo a sus alumnos.

A pesar de estos logros, la precariedad de los años sesenta y setenta del siglo XX le empujó, como a otros muchos artistas, a asociarse entre 1962 y 1985 con su antiguo discípulo, Manuel Prieto Fernández. Durante estos años realizaron numerosos trabajos de imaginería, reproducciones de imágenes religiosas y obras decorativas, incluso emprendieron una actividad empresarial a través de un pequeño comercio de artículos artísticos dirigida a profesionales y aficionados al arte.

No fue hasta las décadas de los ochenta y noventa, una vez que la estabilidad profesional le permitió invertir tiempo para adentrarse en un proceso creativo intenso, cuando se producen las obras más personales, que sigue dedicando al estudio del desnudo y los oficios de su tierra, a la que se añaden otros motivos más universales como las emociones, la expresión del movimiento y el vacío, la luz y el espacio, que le dirigieron a una conceptualización formal que mantuvo siempre la impronta de lo figurativo y a la pintura.  

Mientras su labor en el ámbito de la imaginería entre 1955 y 2000, ha sido ampliamente reconocida en el contexto jerezano y regional, formando parte del elenco de artistas cuyas obras son ya patrimonio histórico de catedrales, parroquias y hermandades, el intenso y silencioso trabajo que realizó en paralelo, sólo empezó a ser reconocido y expuesto al final de su trayectoria artística y vital, en los años noventa, animado y empujado por su círculo más cercano de amigos y familiares. 

Falleció con el inicio del nuevo siglo, tras una larga enfermedad que no le impidió abandonar el dibujo y el modelado hasta sus últimos días.

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