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La tarde del lunes 11 de mayo de 1801, José Delgado Guerra, Pepe-Hillo, no estaba en su mejor forma en Madrid. Ese día toreaba sesión doble, y en la corrida matutina había sufrido un puntazo en una pierna. No sabemos si al entrar a matar tiró la muleta y echó mano al reloj de su padre ("la suerte del reloj"), pero lo cierto es que "Barbudo" lo empitonó por el estómago por más de un minuto, destrozándolo por dentro ante el horror de la reina María Luisa, presente en la plaza, y la angustia de su amigo José de la Tixera, que describió la cogida con todo detalle. Casi cien años después, un periodista sevillano le rendía honores con un "Ensayo biográfico, histórico y bibliográfico". Era Manuel Chaves Rey, nada que ver, ni él ni su hijo, el también periodista Chaves Nogales, con el personaje que hoy calienta banquillo no precisamente en el Sánchez-Pizjuán. Redactor en "El Liberal", fue un escritor prolífico que abordó variadas disciplinas: historia, arte, crítica literaria, costumbres, arrimándose incluso a la poesía, la comedia y la zarzuela. El mundo cofrade de la ciudad aún disfruta con "La semana santa y las cofradías de Sevilla de 1820 a 1823". Sucedió a Guichot como cronista oficial, y fue académico tanto de la Sevillana de Buenas Letras como de la Real de la Historia. En la Biblioteca conservamos una decena de sus obras, entre ellas "Historia y biografía de la prensa sevillana" (1896), "Bocetos de una época" (1892), o "Una carta del rey Neto" (1894), pero lo más singular son tres cuadernos manuscritos y dos "Newspaper cuttings", unos álbumes plagados de recortes de prensa y sabrosas fotografías de la época. Estas piezas, además de únicas, son un interesante testimonio de la Sevilla de finales del XIX y principios del siglo XX: reuniones o banquetes de los partidos políticos, como el del Partido Liberal en 1909 con discurso de un tal Pedro Rodríguez de la Borbolla ; biografías manuscritas sobre sevillanos ilustres, efemérides, y sobre todo críticas de sus obras en periódicos como El Baluarte, El Noticiero Sevillano, El Cronista o El Universal, entre otros muchos. Chaves era auxiliar del Archivo y Biblioteca Municipal, donde había pasado años de sesudas indagaciones. De hecho, algunos contemporáneos vieron en él a un investigador serio y concienzudo más que a un consumado escritor, un "observador perspicaz y curioso, cuya constancia y laboriosidad para rebuscar y revolver los archivos y bibliotecas le dan una supremacía sobre sus méritos como buen literato", según narraba El Progreso a propósito de su folleto "Pro-patria: dos héroes sevillanos" (1893). Lo cierto es que había empezado a escribir a muy temprana edad, pasando a mejor vida apenas cumplidos los cuarenta, por lo que si su legado no es de una excelente calidad literaria, sí constituye una generosa aportación a la cultura de la capital de Andalucía. Por eso se exponen algunos de sus cuadernos, incluido el dibujo que le hizo Diego Ballester que ilustra este artículo, en "No solo libros", la muestra que se exhibe en la Biblioteca de Jerez.
NATALIO BENÍTEZ RAGEL.
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