De un proyecto piloto a un éxito descomunal

Así canta nuestra tierra en Navidad (1)

Treinta años después del primer disco, grabado en 1982, la colección sigue siendo un elemento imprescindible en estas fechas · La idea de Juan Pedro Aladro, Mariano Ruiz y Paco Izquierdo se cimenta en las dos primeras ediciones gracias al trabajo de Juan de la Plata y Manuel Parrilla

De un proyecto piloto a un éxito descomunal
Fran Pereira / Jerez

02 de diciembre 2012 - 05:00

El mes de diciembre está intrínsecamente relacionado en Jerez con la palabra zambomba y con los villancicos. 'Estando un marinerito, ramiré', 'Los caminos se hicieron' o 'Camina la Virgen Pura' vienen a nuestra memoria al llegar a esta época del año como algo nuestro. Sin embargo, no siempre fue así. Cuentan que esta tradición perdía protagonismo allá por la década de los cincuenta y sesenta, y aquellos encuentros habituales en los patios de vecinos de Jerez, en los que la gente se unía para cantar y bailar viejos romances y villancicos y sacaba a la calle lo poco que tenía, habían comenzado a extinguirse.

Fue entonces cuando a la Caja de Ahorros de Jerez, a través de su subdirector general, Mariano Ruiz, se le ocurrió recuperar este legado jerezano. "Había vivido de pequeño las zambombas en la calle La Merced en casa de mi abuela", comenta, "donde mi madre cantaba infinidad de villancicos y se respiraba un ambiente que en aquella época, principios de los ochenta, se estaba perdiendo".

"Además, siempre me ha gustado el flamenco y por ahí decidimos, junto a Francisco Izquierdo, Jesús Mantara y Juan Pedro Aladro, dar forma a esta idea", relata.

Juan Pedro Aladro, productor artísticos de la colección, acababa de incorporarse a la empresa para potenciar el departamento de márketing junto al citado Francisco Izquierdo, y su primera apuesta seria, pues compartía idea con Mariano Ruiz Carretero, fue crear, de manera piloto, esta grabación, que nacía, como en el caso de su compañero, de sus vivencias de antaño.

Así, a principios de 1982, Aladro contacta con Juan de la Plata, director de la Cátedra de Flamencología, y parte fundamental de la iniciativa en sus primeros años. La propuesta agradó al periodista jerezano cuya primera contradicción en la idea fue el hecho de contar con guitarras pues hasta entonces los villancicos populares de esas casas de vecinos sólo se cantaban con panderetas, zambombas y almirez, a lo sumo.

Con el visto bueno del director de la Cátedra, el siguiente paso era contratar a alguien encargado de dar viveza musical al asunto, "de aflamencar el proyecto", señala Aladro, y el elegido fue Manuel Parrilla. "Se lo pregunté a Ríos Ruiz y me habló de Manolo Parrilla. Yo lo conocía de mi juventud en la venta Benjamín, pero poco más. Se lo propusimos y aceptó, y quizás aquella decisión fue una de las más importantes", relata el productor.

La maquinaria estaba en funcionamiento. Se inició entonces un enorme trabajo de recopilación por parte de Juan de la Plata, al que también ayudaron el propio Aladro "con villancicos que recordaba de mi niñez como 'El Marinerito'", e incluso de Parrilla, que rescató de boca de su madre el 'Quítate del sol', por ejemplo.

No hay que olvidar que el objetivo primordial del proyecto era, según se recoge en las bases del mismo, "recuperar, revalorizar y difundir los villancicos populares de la provincia de Cádiz", donde se encontraban romances y cantares que en ciudades, pueblos y caseríos fueron antaño el vehículo para manifestar la alegría honda y jovial de la gente sencilla durante la fiesta navideña.

De aquella ingente documentación lograda por Juan se sumó lo que Pedro Pérez Clotet había recopilado en el libro 'Romances de la sierra de Cádiz' (1940), datos que en su viaje por la serranía gaditana realizara Germán Álvarez Beigbeder a principio de los años 20, documentos del musicólogo Antonio Gessa Loaisa, y la aportación de Antonio Murciano, que había trabajado con anterioridad en el folcklore arcense, sin duda una localidad con peso específico en la conservación de los villancicos con personajes como La Remedios, toda una enciclopedia de este aspecto y con la que también se mantuvieron conversaciones para recuperar antiguos villancicos (pese a su malestar, que no entendía como aquellos villancicos populares se aflamencaban).

Como en todo proyecto, no faltó la parte misteriosa, pues cuenta Juan Pedro Aladro que en la Caja de Ahorros "una persona anónima, porque a día de hoy no he sabido quién era, entregó un hoja con 20 temas", temas que a lo largo de la saga se fueron grabando en su totalidad.

Fue un trabajo complejo y laborioso y ahí es donde Parrilla tuvo mucho que ver. "Parrilla se iba con mi mujer (Mercedes Fernández) y escuchaba las cintas que Juan Pedro Aladro había grabado a personas mayores. Era difícil porque a veces no se entendía nada, y los dos se pasaban horas y horas dándole forma al asunto", recuerda Gregorio Fernández, presente en todos los discos salvo en uno.

Llegado el mes de julio, fecha elegida para comenzar la grabación, Juan de la Plata y Parrilla de Jerez agruparon en torno a ellos a un grupo de jóvenes llamados a dar forma al proyecto. De esta manera, en el estudio de Alta Frecuencia de Sevilla se plantaron en autobús, en pleno verano y casi con cuarenta grados de temperatura, Parrilla de Jerez y un jovencísimo Gerardo Núñez a las guitarras; las voces de Fernando Torre, Tomás Torre 'Torrito', Jesús Soto 'El Almendro', Carmen Cobos, Milagros Bermúdez, Rosa Reina e Isabel Verdugo y la zambomba del mencionado Gregorio Fernández.

Bajo la batuta del ingeniero de sonido Pepe Torrano, pieza clave en toda la colección, Parrilla imprimió a los temas el aire flamenco que Aladro pretendía, realizando una labor encomiable en la parte musical, tanto en las adaptaciones como en el terreno de la guitarra, con falsetas que a día de hoy han quedado grabada en la memoria de muchos.

Así las cosas, el denominado Coro del Aula de Folcklore de la Cátedra de Flamencología fue el encargado de dar vida al proyecto inicial en el que resultaba fundamental un aspecto teniendo en cuenta las fechas en las que se grababa, el ambiente. Cuenta Juan Pedro Aladro que el estudio se convertía "en una auténtica fiesta del barrio de Santiago, porque algunos de los temas que se grabaron tenían hasta su propia pataíta, fue quizás el gran éxito de todo".

No era fácil entonarse, teniendo en cuenta la frialdad del estudio y que en muchos casos, como el del joven Jesús Soto 'El Almendro', era la primera vez que se metía a grabar. "Fue una experiencia inolvidable, y aunque traíamos los villancicos ensayados, todo era complicado dentro del estudio, te ponían los cascos y a cantar, todo de forma fría".

El resultado fueron doce temas, muchos de ello adaptados no sólo en la música sino también en la letra, pues por ejemplo, en Estando un marinerito ramiré, o en Terebol se suprimen estrofas habituales en el repertorio tradicional.

Lo mismo ocurre en el Romance Pascual de los Peregrinitos de García Lorca, el clásico 'Los peregrinitos', que había sido grabado en 1931 por La Argentinita con el piano del propio Lorca. Parilla lo adapta de manera brillante quedando una obra irrepetible desde el primer picado de guitarra hasta el final.

Entre las particularidades de la colección aparece una exigencia de Aladro, las letras. El productor inquirió la inserción en cada una de las grabaciones de las respectivas letras de los villancicos, una circunstancia que contribuyó a su recuperación pues "la gente se acostumbró a utilizar las letras para cantarla después en las zambombas", comenta Aladro.

El presupuesto total para la grabación de esta primera entrega superó con creces las trescientas mil pesetas de antaño, y se editaron un total de 1.000 cassettes, el formato más habitual de aquella época, y 250 discos de vinilo. Todo se agotó, y la propuesta sirvió a la Caja de Ahorros de Jerez para dar un golpe de efecto, según cuenta su subdirector general. "Comercialmente hablando, la colección, al menos en estos primeros años, fue un éxito porque conseguimos que la gente abriera muchas cuentas en la Caja".

"No se hizo campaña-explica Juan Pedro Aladro- porque no se sabía cómo iba a responder la gente, pero sorprendentemente todo se agotó. Nadie pensaba por aquel entonces que esto iba a llegar donde ha llegado hoy", destaca.

El éxito, como bien confirma Mariano Ruiz Carretero, fue colosal, y la entidad financiera decidió continuar con la apuesta dando salida a un segundo volumen. El dato curioso lo apunta Pepe Ríos, relaciones públicas de la Caja desde el año 1985 y que convivió de cerca en el proyecto a partir de entonces. "Si te fijas en la portada del primer disco no aparece volumen, fue una apuesta pero nadie pensó nunca el grado de repercusión que iba a obtener porque la colección ha sido la más importante a nivel nacional en cuanto a recuperación de romances y villancicos".

No obstante, "no todos fueron buenas noticias", reconoce Juan Pedro Aladro: "Ahora se ve todo de manera distinta, pero en su día también recibimos muchas críticas por parte de algunos críticos de fuera de Jerez, a los que no les convencía ese 'aflamencamiento' propuesto. Les molestaba que hubiese metido las guitarras y las panderetas, pero era así, porque eran villancicos para escuchar", continuó.

En el tintero se habían quedado infinidad de letras y tras el visto bueno de la Caja, las partes comenzaron a preparar el segundo volumen, editado en 1983. Se siguió la misma línea, es decir, grabándose en pleno verano en Sevilla, de nuevo con la dirección artística de Manuel Parrilla y con casi las mismas voces. El llamado Coro del Aula de Folcklore de la Cátedra siguió contando con Parrilla y Gerardo Núñez a las guitarras y las voces de Fernando Torre, Tomás Torre 'Torrito' y Jesús Soto 'El Almendro'. En cambio, el elenco femenino varió por completo pues Parrilla incorporó a una jovencísima Tomasa Guerrero 'La Macanita', a Mari Carmen García, Victoria Prado y a Mercedes Fernández, que se unía a su marido, Gregorio Fernández, encargado del compás y la zambomba.

A estas dos figuras Aladro las reconoce como "básicas". El primero por "su aportación al ambiente, estaba pendiente a todo", y a la segunda porque era con la que Parrilla ensayaba todo y después se lo enseñaba a los cantaores (risas). Tenía muy buena voz y mucho gusto".

Este segundo disco salió a escena en la Navidad de 1983 editándose 1.500 cassettes y 250 discos de vinilos y su coste rondó las cuatrocientas sesenta y cinco mil pesetas de la época. Al igual que el primero, el éxito y la aceptación fue excelente. No obstante, Juan de la Plata considera que "el primero gustó más a la gente que el segundo".

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