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"La realidad del convento, para la mujer, representaba el poder en su totalidad"

El autor presenta esta tarde en la Kursala 'La abadía de los crímenes' (Planeta): una novela de intriga situada en la España de la Baja Edad Media, con Jaime I como único protagonista masculino

Antonio Gómez Rufo participará hoy en el ciclo 'Presencias Literarias' de la UCA.
Pilar Vera/ Cádiz

14 de marzo 2011 - 05:00

-Estamos ante una novela policíaca ambientada en el año 1229 y con una monja detective. ¿Qué diría Umberto Eco, si lo leyera?

-Pues yo creo que se divertiría. Junto a las intrigas hay una historia de amor y desamor muy notable en torno a la anulación del matrimonio de Jaime I con Leonor de Castilla. La abadía de los crímenes tiene muchos puntos en común con El nombre de la rosa, pero Eco aprovechaba la historia para tratar temas de teología y filosofía, y aquí jugamos con la intriga y el misterio para reivindicar el personaje de Jaime I, que es un personaje poco conocido, a pesar de todos los homenajes.

-Jaime I y Leonor son, junto con Violante de Hungría, los personajes "reales" del libro, ¿qué le ha sorprendido de ellos?

-Bueno, tanto de Leonor como de Violante hay muy poca documentación, apenas un pequeño retrato de las dos. A Jaime I se le presenta a menudo como un rey conquistador, guerrero, brutal, de mal carácter... pero hay episodios que indican que era un hombre con mucha sensibilidad. Jaime I fue un hijo no deseado, se quedó huérfano muy pronto, fue educado -sin afecto- por un Consejo de Regencia, se casa por conveniencia a los 13 años con Leonor... y es la princesa Violante, la primera mujer de la que se enamora realmente, la que lo humaniza. Aquí, esa influencia yo la he preferido desarrollar a través de la monja, con la que mantiene una relación más bien maternal -el monarca tenía en ese momento 21 años-, y vamos viendo la transición de ese hombre al principio antipático y brusco. He intentado hacer un acercamiento psicológico al que fue el personaje más importante del XIII en la Cristiandad.

-En la abadía hay secretos, cámaras de tortura, se traducen libros prohibidos... ¿se inspiró en alguna congregación real?

-La abadía femenina que aparece en la novela está inspirada en la de Santa María de Vallbona, el primer convento femenino de la corona de Aragón. En esa abadía inventada, sin hombres, incluso el Papa tiene que pedir licencia a la abadesa para poder entrar. Avisan al rey porque hay unas novicias que están siendo asesinadas y otras violadas, y hay que desentrañar el misterio. Don Jaime se hace acompañar de una monja de gran capacidad deductiva y excelente carácter. A través de ellos conoceremos la resolución del misterio, así como las historias de amor y desamor que se suceden. Siempre digo que es una novela intergenérica, que reúne misterio, intriga, amor y humor, con final feliz, que es muy agradecido.

-Está muy de moda decir que uno ha escrito una obra "a varios niveles..."

-En la presentación en Barcelona, me dijeron que había escrito una "novela de capas", que iba de la abadía a las celdas y, por último, a las tumbas. Efectivamente, a lo largo de la novela nos vamos aproximando a lo más profundo del ser humano. Cuando la escribí, tenía como objetivos principales la mezcla de género y que fuese divertida.

-Sólo hay un protagonista masculino. Qué sesgo más inusual para una novela medieval.

-Procuro escribir novelas actuales aunque el marco esté muy lejano en el tiempo o el lugar. Me gusta trabajar sobre el alma femenina. En esta época, en los ámbitos domésticos, la mujer tenía el poder: entre la abadesa y las monjas, tenían poder en toda la comarca, legislaban el territorio. Tanto la abadesa, como las novicias y demás mujeres mantienen unas conversaciones muy actuales, extraídas de lo que yo he oído a mis hermanas y a mis amigas: transmiten emociones, expresan sentimientos. El mundo de la mujer es aquí totalmente protagonista y mi fascinación por las mujeres, por supuesto, sigue en aumento.

-¿Tenía más poder una mujer en la corte o en el convento?

-Sólo tal vez en el ámbito doméstico podían disfrutar de algún poder de decisión. El convento, en este sentido, representaba el poder en su totalidad, porque no había hombres. Se dedicaban, eso sí, a lo que se han dedicado las mujeres toda la vida: trabajar incansablemente por los demás pero, fuera de allí, nunca han tenido nada que hacer. Las que aparecen -Isabel la Católica, la Papisa Juana, Lucrecia Borgia...- son excepciones que han pasado a la historia.

-Dice que esta puede ser su novela más importante.

-Yo creo que lo es. Con cada novela pretendo que mi literatura sea más sencilla. La dificultad máxima es conseguir sencillez en la narración: no perderme en descripciones, reflexiones, cosas que pueden truncar el ritmo de la historia. Esa simplicidad narrativa, para mi gusto, hace que sea el mejor trabajo literario que he hecho.

-Trata tangencialmente el tema de los nacionalismos...

-Jaime I y los aragoneses ya habían asumido que, tras Valencia y Murcia, las Baleares caerían solas. Pero los nobles catalanes se empeñaron en pasar por Mallorca y pidieron que su conquista fuera recogida sólo como una gesta catalana. A Jaime I aquello le molestó porque tenía que llevar la contraria a los nobles de Aragón. Digamos que, de alguna manera, fue un pleito de los "nacionalistas" con el "poder central". Curiosamente, se generó un marco histórico con el que los lectores pueden identificarse. Lo de los nacionalismos es de esas cosas incomprensibles, porque responden a un motivo económico, surgido en la burguesía y asumido sin embargo por cierta izquierda.

-En La abadía de los crímenes hay leyendas de la época, se recogen crónicas... ¿Cómo ha sido el trabajo de investigación?

-Largo. De los tres años que me ha llevado hacer el libro, dos de ellos han sido de documentación. He procurado leer todo lo que he encontrado sobre el siglo XIII. Había bastante en la biblioteca de Valencia, donde tienen la bibliografía más completa sobre Jaime I. También me han ayudado mucho las fuentes de la Iglesia católica, que conserva (en latín) todas las normas de funcionamiento interno de las abadías de la regla de San Benito. Pero, como toda la documentación, tienes que olvidarte de ello una vez empiezas a escribir.

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