No te vayas por las ramas
Mortero bastardo
Jerez/EL refranero está lleno de referencias a los árboles. En el pasado los árboles eran importantes en la vida de las personas. Ahora no tanto, casi nadie se interesa por ellos. O mejor dicho, todos los valoramos mucho hasta que nos molesta alguno en particular, y entonces no hay ningún miramiento para acabar con él (o con ellos). Ejemplos hay a montones: los eucaliptos del cauce del río Guadalete o los del Parque González Hontoria o de la calle Pintor González Ágreda en San Joaquín; la falsa pimienta (pienso en una en concreto, pero se repite muchas veces la historia) que llena de basura la cubierta del edificio contiguo; o la yedra que sube por la pared del bloque desde el jardín de nuestro vecino de abajo. En esos casos, bye, bye, arbolitos, estáis muertos. También ha funcionado tradicionalmente no cortarlos pero sí mutilarlos cuando molestan por alguna razón. Basta cortarles las ramas de cierta manera y se consigue hacerlos inviables para su propio sostenimiento vital y estructural, lo que los conduce definitivamente al suelo. Y ya se sabe que Del árbol caído todos quieren hacer leña.
Algunos refranes son enseñanzas de la vida que valen o no según se quieran considerar: Dichosa la rama que al tronco sale, Árboles y hombres, por su fruto se conocen o Árboles y amores, mientras tengan raíces tendrán flores. Árbol que crece torcido jamás sus ramas endereza. Son todos metáforas sobre nuestro entorno íntimo y familiar.
Otros, sin embargo, enuncian experiencias que son muy aplicables a la vida colectiva y urbana: Adecuadas plantaciones, enriquecen las naciones; o Árbol copudo, da sombra, aunque no de fruto; Quien a buen árbol se arrima buena sombra le cobija. Sombras, tan queridas en esta tierra, sobre todo ahora que despunta esa primavera por la que cada año apuestan los almendros. Pronto les seguirán los naranjos, jugándosela como cada mes de marzo. ¿Y si viniera ventoso? ¿Y si marzo mayea?
A veces El árbol no deja ver el bosque, otras son las ramas las que no nos dejan ver el árbol.
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