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No pequemos de ingenuos. La historia de la humanidad nos ha dejado multitud de ejemplos de trascendencia e importancia infinitamente mayor que la de tener una afición repartida entre dos clubes. Desde guerras santas, donde en el nombre del mismo dios, pero interpretado con matices distintos, seguidores de uno y otro bando han luchado hasta la muerte por la erradicación del contrario, pasando por luchas entre hermanos que se creían con el derecho de un ducado, un condado o un reino por herencia. Ha pasado, pasa y pasará. La codicia, los intereses, el estatus de unos cuantos son capaces de arrastrar en el nombre de dios o de sus ancestros, a muchos fanáticos dispuestos a morir por esa sensación de verdad absoluta que se les ha inoculado y que defienden con su vida si es necesario.
He hablado con xerecistas de todos los colores, viejos y jóvenes, hombres y mujeres, de lo que compraron acciones el pasado siglo y de lo que en aquel entonces prefirieron que fuera el ayuntamiento quien cargara con el coste de conversión del Xerez a sociedad anónima deportiva. Al final de escuchar muchas opiniones una primera conclusión es a la que llego. Todos se consideran 100% xerecistas.
Una segunda conclusión es que no todos los que se consideran 100% xerecistas consideran a los del club rival xerecistas y es ahí donde los caminos se bifurcan. Lo que nació bajo un mismo club, un mismo escudo, un mismo sentimiento que pasaba de padres a hijos, llega en el preámbulo de la nueva temporada con una realidad bastante consolidad en la que el origen de todo sigue existiendo, el nuevo club sigue existiendo, todos se autoproclaman xerecistas. Una parte de aquella afición sigue en el Xerez y abandera el xerecismo 'verdadero' y la otra defiende su xerecismo 'en libertad'. Apellidos estos, 'verdadero' y 'en libertad', que ahondan en la división.
Si a esto le unimos que cada entidad tiene sus directivas, sus estructuras, sus empleados, sus presupuestos, sus compromisos con patrocinadores, sus relaciones con los políticos y una masa social a la que deben alimentar con resultados, la ruptura del xerecismo que una vez conocimos está servida. Esta es la realidad, a día de hoy, del xerecismo. Un mismo sentimiento y dos equipos que con el paso del tiempo, si no ha ocurrido ya, serán dos aficiones diametralmente opuestas y enfrentadas, dos equipos que lejos de convivir en paz, desearán la extinción del otro para gloria del que perdure (aunque es algo que no se escuchará por aquello de lo políticamente correcto y el fair play).
Lo de sentarse a dialogar, ceder nuestra verdad absoluta en pos del verdadero sentimiento xerecista, defender un proyecto de club común, una idea de ciudad por encima de intereses personales, eso de momento lo vamos a dejar para gente ilusa, soñadora y alejada de la realidad del comportamiento humano. O igual en unos años el futuro nos sorprende y todos iremos juntos de nuevo a Chapín a ver a nuestro Xerez ¿Te imaginas!
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