Visto y Oído
Los Hardacre
Opinión
Las fechas a veces, sin querer, se trastocan y así aparecen, en este caso, los años 1914 y 1915 (otros comentarios se fijan en 1917) cuando finalmente llegó al lector una de las más brillantes y entrañables obras que haya salido de la inspiración de un poeta: en este caso del genial moguereño Juan Ramón Jiménez. Un libro del que –hace poco más de cuarenta años- pudimos extraer algunas de sus historias centradas en la figura del mismo: un burrito llamado Platero.
“Platero y Yo” es su título y de él extrajimos algunas de sus historias a fin de dar forma a un recital que titulamos “Platero y su Amigo”, dedicado especialmente a alumnos de colegios e institutos. Para dicho trabajo contamos con el acertado concurso de otro gran poeta y amigo: Juan Antonio Sánchez Quirós así como con la inspiración del académico y también amigo, Antonio Mariscal Trujillo. El primero consiguió ensamblar los textos de Platero con breves intervenciones explicativas a fin de hacer más asequible las historias creadas por Juan Ramón Jiménez. Todo ello con diapositivas centradas en las figuras que en el libro se insertan, realizadas por Antonio Mariscal.
La experiencia citada obtuvo el respaldo de Caja de Ahorros de Jerez convocando un concurso entre estudiantes sobre “Platero y yo”. La referida entidad crediticia respaldó una nueva edición del mencionado libro haciéndolo coincidir con el centenario del nacimiento del poeta: (1881-1981) con un amplio y exaltativo prólogo de Arturo del Valle.
Los alumnos premiados y quienes habíamos –cada uno desde su participación directa colaborado-, nos fuimos hasta Moguer (Huelva) en autocar fletado por decisión –como premio-, de Caja de Ahorros de Jerez con la ilusión de visitar algunos de los lugares que el poeta reseña de sus paseos, encuentros con la chiquillería de su época, siempre junto a Platero, el Museo de Juan Ramón Jiménez y Zenobia Camprubí en la Casa Municipal de Cultura. También estuvimos en el cementerio y, ante las tumbas del matrimonio fueron leídos algunos capítulos de Platero y Yo.
El encuentro de hoy se centra en “Platero y Yo” y lo mucho que esta obra ha dado de sí desde su publicación lo mismo en teatros que en recitales y conferencias. Perdonen que aborde el tema en el que he adquirido cierto protagonismo, el de los recitales ya que, aparte lo narrado, he llevado a cabo la grabación de las algo más de cien historias de que consta la obra, un trabajo realizado en los estudios de Onda Jerez Radio y que aún hoy no han podido ver la luz por pequeños problemas de traspaso de las primitivas grabaciones en casete, a las actuales de CDs. Confío en el trabajo de los técnicos –aún está en sus manos- a fin de que algún día pueda rescatar a –mi Platero-.
Por cuanto se refiere a otros sistemas creativos con base en “Platero y Yo”, en 1964 se filmó en Moguer una versión cinematográfica dirigida por Alfredo Castellón con Simón Martín y María Cuadra como protagonistas. Por cuanto al teatro, en diciembre de 1972 se ofreció en el María Guerrero madrileño una versión realizada por José Hierro, con música de Carmelo Bernaola interpretada por el Teatro Nacional de Juventudes con dirección de Ángel F. Montesinos.
Parecería –según lo estoy narrando-, que Juan Ramón Jiménez escribió exclusivamente “Platero y Yo”, pero entre otros, entre muchos otros –poesía especialmente- y prosa, figuran Elegías puras, Elegías intermedias, Elegías lamentables, Baladas de primavera, La soledad sonora, Poemas mágicos y dolientes, Melancolía, Laberinto, Libros de amor, El corazón en la mano, Bonanza, Baladas para después y un largo etcétera, dedicando sus libros –según sus biógrafos- a la minoría. En 1893 Juan Ramón y su hermano Eustaquio ingresaron internos en el colegio que los jesuitas dirigían en El Puerto de Santa María –al parecer ahí empezó a pintar y a escribir poesías-. En 1896 aprobó los exámenes para obtener el grado de bachiller en el Instituto de Jerez.
Aun cuando en cuantas ocasiones he leído alguna referencia sobre el poeta, casi siempre centrada en la personalidad del mismo: hombre serio, de pocos amigos, hipocondríaco, fue cordial y buen esposo de Zenobia. Un dato que puede darle un toque de humor está referido a su fecha de nacimiento: 23 de diciembre de 1881. Al ser las veinticuatro horas de un día las cero horas de otro, prefirió decir que había nacido el día 24, en la Nochebuena. Por eso muchos años después se motejaría él mismo “el niñodios” y así se presentó en algunos poemas: “Cuando yo era el “niñodios”, era Moguer, este pueblo,/ una blanca maravilla; la luz con el tiempo dentro.
También te puede interesar
Lo último