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La salud es lo que importa
Cerca de 405 millones de personas padecen rosácea, una enfermedad que tiene un gran impacto en la calidad de vida de los que la padecen. Sucede lo mismo con el acné, ya que los pacientes que lo sufren estiman su afección más grave de lo que consideran los médicos. Hablamos de enfermedades de la piel que a los que las sufren les generan ansiedad e incluso pueden mermar su autoestima. Esto demuestra que la salud de la piel afecta no solo a nivel físico, sino también a nivel emocional.
Por este motivo, la Dr. Cristina Eguren decidió ponerse manos a la obra y escribir El acné y la rosácea como nunca antes te lo habían explicado, un manual riguroso, práctico y de fácil lectura que pretende acercar estas dos patologías a la población.
Según explica la doctora, la obra pretende aportar información amena y comprensible sobre estas dos afecciones. "Una paciente informada es una paciente mucho más fácil de tratar y ayudar, y por eso doy tanta importancia y dedico gran parte de mi tiempo y esfuerzo a la divulgación médica", afirma la Dra. Eguren.
El acné y la rosácea son dos patologías cutáneas muy relacionadas entre sí, de hecho se pueden considerar como dos estadios evolutivos dentro de una misma enfermedad. "En ambos casos el problema se origina en la glándula sebácea", expresa la experta.
Sin embargo, a diferencia del acné, la rosácea tiene una mayor dependencia de la influencia hormonal androgénica y el sebo que se genera es más fluido e irritante y menos obstructivo. Por ello, en la rosácea se produce un menor número de lesiones retencionales (no aparecen comedones), pero existe un mayor desequilibrio del estado funcional de la piel.
Para entender ambas afecciones es necesario conocer que la grasa es uno de los grandes enemigos de la piel. Tal y como explica la Dr. Eguren, el espectro de la patología de acné o rosácea tiene su origen en la glándula de la grasa. "Esta glándula desemboca en el folículo del pelo y por ello decimos que el acné y la rosácea son patologías que derivan de la unidad pilosebácea", afirma la experta. Cuando la glándula sebácea, por diversos factores, pero fundamentalmente como consecuencia de la influencia hormonal, aumenta su tamaño y actividad, comienzan los problemas y esto suele ocurrir en torno a los 10 ó 12 años, con el inicio del desarrollo de la pubertad.
El exceso de grasa en la piel puede generar: daño textural con poro y glándulas sebáceas que se hacen más visibles (hiperplasias sebáceas) aparición de lesiones retencionales (comedones abiertos o cerrados), inflamación crónica, alteración de la función barrera (la piel se deshidrata y se hace sensible, la mal llamada "piel mixta"), inactivación (disminuye la producción de ácido hialurónico, colágeno, elastina, se reduce la capacidad de retención elástica y aumentan la flacidez y el descolgamiento) y alteración de la microbiota cutánea.
Y finalmente la dermatóloga recuerda que el mito de que "la piel grasa envejece mejor" es rotundamente falso. Es lo que hay.
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