Ignacio García Pomar

Cuaresma

Tribuna Cofrade

09 de marzo 2018 - 01:31

Sin lugar a dudas es el tiempo más bonito del año. El de la conversión, el de los recuerdos y la evocación, el del abandono del invierno y la llegada más o menos furtiva de la primavera, pero sobre todo el tiempo de las vísperas. Huele a incienso en la Iglesias y se escapa un sorbo del mismo a las calles aledañas, suenan las bandas en descampados despertando a nuestra tierra con un llanto de cornetas y tambores, los niños se llenan de sueños de capirotes remangados y palmas en un mar de sol y alegría. Los besamanos alegran las calles los Domingos y los ensayos, llenan de vida tardes y noches para desterrar hasta de la memoria la posibilidad de cualquier artilugio circular de infaustas posibilidades. Es cuaresma y en una parroquia de la periferia, sí, de la periferia, porque el chicle ha sido y es periferia de un Jerez al que siempre le costó mirar hacia el sur, una agrupación musical con cuarenta años de historia regalaba un precioso concierto el tercer Domingo de cuaresma. San Juan en San Rafael, presentando sus marchas y contribuyendo a la belleza de una celebración en la que se presentaba la plegaria de la Hermandad de la Salud. Precioso acto, magnífico concierto y el alma de la ciudad presente en todos y cada uno de los redobles de una banda. Agrupación musical que vino de intramuros para entronizar al que tiene la labor de estructurar un barrio que gracias a su hermandad ya está en el alma de todo Jerez. Porque el tercer Domingo de cuaresma comprobé que la Salud de San Rafael ya ha llegado a la calle Larga, sin necesidad de que haya recorrido la carrera oficial.

La Iglesia hasta la bandera, con un respeto y un silencio espectaculares para todos aquellos que intervinieron en el acto y por supuesto para el Señor con la Cruz abrazada que ya es el centro de su barrio.

Es cuaresma y los palcos ya toman las calles. Por supuesto mucho antes de lo necesario. Ya se demostró en los años de Pedro Pérez cuando la Unión de Hermandades tuvo que contratar a una empresa privada para su instalación que se podía actuar con muchísima más eficiencia. También ocurría con Pedro Pacheco, que conseguía con los medios municipales su instalación en un espacio de tiempo mucho más reducido.

En cualquier caso son dignos de estudio aquellos a los que con el olor de los primeros tablones les falta tiempo para escribir barbaridades de las estructuras de madera y despotricar de las hermandades sacando a pasear su anticlericalismo innato, gozando de su minuto de gloria en algún medio de comunicación. Surgen todas las primaveras como el azahar de los naranjos . En fin, que aunque les duela, estos personajes anti palcos también son cuaresma y ya forman parte del espectro cofrade de la ciudad. Es cuaresma y no quiero que se me pase el recuerdo de todos los años a la Agrupación de las Siete palabras. Ellos siguen en su particular travesía del desierto y yo espero que más pronto que tarde vean el momento de colocar su Cruz de guía bajo el dintel de la puerta de la parroquia que los acoja o que se exploren nuevas posibilidades para que definitivamente se encaucen sus inquietudes cristianas y cofrades. En fin, es cuaresma, y aunque no lo parezca por los duros días de lluvia que nos ha tocado vivir, cuando menos lo esperemos cualquier nazareno con una palma en la mano nos sorprenderá al surgir detrás de cualquier esquina proclamado el milagro anual de nuestra ciudad. Es cuaresma y la ciudad , sí, nuestra ciudad, está a punto de reventar de gozo, y el tiempo, siempre el tiempo, se nos escapa de las manos.

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