
Carmen Pérez
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Deporte es aquello que no resulta sano hacer forzado. El fútbol, en cambio, se podría definir como una religión que tuvo orígenes deportivos. Ningún ateo o agnóstico podrá entender jamás esta disciplina que unifica a dioses, apóstoles y fanáticos en torno a un trozo de pellejo lleno con aire comprimido, que hace las veces de cruz o Corán.
Sabemos que las religiones mueven montañas y que, como afirmó el padre del marxismo, pueden ser “el opio –droga- del pueblo”. Cualquier metáfora o descripción, por malsonante que resulte, tendrá su parte de razón o proximidad con el fenómeno futbolístico. La fe hacia el fútbol ha generado durante siglos una cierta analogía con lo místico, que incluye Biblia, divinidades, santoral y milagros. De hecho, con los once jugadores y el entrenador, forman los 12 apóstoles y la santa cena sería algo así como un Madrid-Barça, o un España-Brasil, con un hipotético árbitro haciendo el papel de Judas. Eso sí, el Monte de los Olivos fue talado, se hicieron réplicas (catedrales o simples templos) por todo el planeta, algunos con nombres y trascendencia divina como Maracaná, Wembley, Santiago Bernabéu o Camp Nou, en los que millones de devotos asisten a ceremonias donde se puede sermonear.
La sede de la religión futbolística no está en Roma o en Arabia Saudita, sino en Suiza, respondiendo a las siglas de FIFA y UEFA, teocracias u organizaciones muy distintas a las que vemos en el Vaticano o en la mezquita de Masjid al-Haran. Estas federaciones o cónclaves tienen Papa, obispos, cardenales, maquinaria mediática y, por supuesto, moneda de cambio, de uso fraccionario. Organizan múltiples peregrinaciones televisadas, multitudinarias y millonarias. Los fieles, ataviados con sus indumentarias de rigor y portando reliquias, siguen sus rituales, rezan o entonan cánticos con pasión y se persignan para estar en gracia divina.
Por último, estarían los llamados predicadores o periodistas del mundo religioso que deben tener siempre en cuenta un mandamiento: "Ay de aquél que mencione el nombre Dios en vano". En suma, con la iglesia futbolística hemos topado y, ante ella, sólo tengo una plegaria: "que nos cojan confesados". En el nombre del padre y del hijo y del…
(*) Jesús Benítez, periodista y escritor, fue Editor Jefe del Diario Marca y, durante más de una década, siguió todos los grandes premios del Mundial de Motociclismo. A comienzos de los 90, ejerció varios años como Jefe de Prensa del Circuito de Jerez.
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