Echando balones fuera

Política y fútbol tienen similitudes, no solo por el fanatismo inherente, sino por esa ficción que aflora cuando la realidad no gusta al que mueve el balón. ¿Obedece a ello la jugada electoral del 23J de quien ha dirigido este país los cinco últimos años?

22 de julio 2023 - 05:00

Yendo por la vida con bandazos, rodeos o echando balones fuera, se perderá el ‘partido’ de la credibilidad y la concordia.
Yendo por la vida con bandazos, rodeos o echando balones fuera, se perderá el ‘partido’ de la credibilidad y la concordia. / © Mark Melzi

Responsable es quien asume limpiamente el papel que le toque jugar, sin anteponer sus intereses personales. Yendo por la vida con bandazos, rodeos o echando balones fuera, se perderá el ‘partido’ de la credibilidad y la concordia. En todo campo de batalla, cada victoria individual ayudará al éxito colectivo, pero ese triunfo va a depender siempre, casi exclusivamente, de la determinación propia, no valen los remilgos ni hacerse trampas al solitario, hay que ir de frente. Así lo transmitía el entrenador de fútbol británico Bill Shankly (1913-1981), con un mensaje claro y contundente a sus jugadores: “Si estás en el área y no sabes qué hacer con la pelota, métela en la red y ya discutiremos más tarde las otras alternativas que tenías”. O dicho de otra forma, cuando llega la hora de la verdad, hay que dar la cara, sin salirse por la tangente ni buscar falsas escapatorias.

Son habituales los encuentros futbolísticos donde se pierde el tiempo con el balón o se le deja ir fuera del área y, de este modo, lograr el beneficio de que concluya lo antes posible el encuentro o ralentizarlo. Estas prácticas son permitidas en el ámbito deportivo y, por mucho que resulten polémicas, no hay reglas que prohiban tales comportamientos. Lo inaudito o inverosímil es que en la vida cotidiana haya quienes actúen del mismo modo. Es algo que soportamos a diario en nuestras relaciones sociales y que los políticos, de forma tan expresa como vergonzosa, ejemplifican hasta la extenuación. Cuando se les plantea un conflicto o una pregunta ‘incómoda’, suelen responder de manera poco clara o cambiando de tema, se desvían del asunto para eludir responsabilidades, o culpan a sus rivales con un clásico “y tú más”, que resulta más cómodo o socorrido, e incluso recurren sin rubor a la mentira o al cambio de posición, que vienen a ser lo mismo. Nunca se les agota el repertorio, si se les cuestiona sobre temas comprometedores, se salen por la tangente, los evitan hablando de la humedad del sol, pues versar sobre el sexo de los ángeles está muy visto. Evasivas les sobran, como ese clásico de recurrir al “no es de mi incumbencia”.

La política y el el fútbol tienen enormes similitudes, no solo por el compartido fanatismo, sino por la ficción que aflora cuando la realidad no gusta al que mueve el balón.
La política y el el fútbol tienen enormes similitudes, no solo por el compartido fanatismo, sino por la ficción que aflora cuando la realidad no gusta al que mueve el balón. / © Ramón Massats

Se ha convertido ya en una evidencia empírica que la política y el deporte rey del fútbol tienen enormes similitudes, no solo por el compartido fanatismo inherente, sino por esa ficción o fingimiento que aflora en ambas disciplinas cuando la realidad no gusta al que mueve el balón. Así lo describía de forma magistral el escritor y periodista Eduardo Galeano en su libro ‘El fútbol a sol y sombra’, al señalar que “hay actores insuperables en el arte de hacer tiempo: el jugador se pone la máscara de mártir que acaba de ser crucificado y entonces rueda en agonía (…) Y pasan las horas y los años, hasta que el juez manda sacar del campo a ese cadáver. Y entonces, súbitamente, el jugador pega un salto, ‘plop’, y ocurre el milagro de la resurrección”. Esta formidable metáfora literaria y balompédica resume impecablemente la jugada que, a la desesperada, puso en marcha Pedro Sánchez al convocar elecciones generales en España este 23 de julio de 2023. Tras recibir un duro golpe en las autonómicas y municipales del 28 de mayo, justo cuando peor les iba el ‘partido’ a él y a su equipo, finge una ‘lesión’, detiene momentáneamente el encuentro y reactiva su célebre manual de resistencia para ¿echar balones fuera o maquillar la derrota? A estas alturas del ’juego’ político, será el ‘árbitro’ de las urnas quien deba sacarnos de dudas.

Líbrenme Dios y la limitada cordura que aún mantengo de ‘radiografiar’ la personalidad, el carácter, ética y moral de quien ha gobernado nuestro país durante los últimos cinco años, pero es innegable que este relevante, discutido y polémico personaje bien merece un exhaustivo retrato psicológico, como el que amigos, enemigos y compañeros de su propio partido trazaron recientemente en un minucioso reportaje de Rodrigo Terrasa publicado por El Mundo. “Pedro es audaz, temerario, narcisista, ambicioso, extremadamente competitivo. Es un gran impostor”, son algunas de las conclusiones que sostienen quienes fueron consultados para ese artículo, del que caben destacar especialmente las reflexiones de Ignacio Varela, sociólogo de prestigio, subdirector del gabinete de la Presidencia del Gobierno de Felipe González durante 11 años y miembro de los equipos electorales del PSOE durante otros 35: “Todo en Sánchez es excesivo. Su tenacidad, su audacia y su ambición. Es capaz de traspasar cualquier límite y eso le da una ventaja competitiva. Es el secreto de algunos de sus éxitos, pero también lo que le hace tan peligroso. A dos pasos del precipicio, siempre hay alguien que se detiene. Él, no… Pedro Sánchez ha convertido el PSOE en un guiñapo. Le ha hecho una operación de taxidermia. Abres el animal, le sacas los órganos, lo llenas de papel de periódico y lo coses. Parece el mismo animal, pero no lo es. Parece que está vivo, pero no lo está”.

Jesús Cuadrado: “Pedro Sánchez cree que cada mentira, cada voltereta de carnero y cada giro espectacular que ha dado, no son errores, sino producto de su brillantez”.
Jesús Cuadrado: “Pedro Sánchez cree que cada mentira, cada voltereta de carnero y cada giro espectacular que ha dado, no son errores, sino producto de su brillantez”. / © VilaYVidal Fotografía

Varela, que acaba de publicar el libro ‘Por el cambio’, en el que relata cómo Felipe González refundó el PSOE y lo llevó al poder, señala que “el de Pedro Sánchez es un estilo muy caligulesco de ejercer la política, un nivel de cesarismo bestial. A los que tenía más próximos los ha abrasado. Es incapaz de reconocer un error propio, así que necesita culpables urgentemente para resolver cualquier crisis. Eso le ha dejado cada vez más solo y le ha hecho más desconfiado. Su relación con la verdad es completamente accidental. Es un gran simulador, un gran embustero. Ha alcanzado un punto irreversible. Sánchez puede anunciar que tiene la cura del cáncer y ya no le votaría nadie. Su relación con la sociedad española ha hecho crac”. Para concluir con ese ‘retrato robot’ del candidato a la reelección como presidente del Gobierno de España, valga la breve descripción de Jesús Cuadrado, ex diputado socialista y ex miembro del Comité Federal del PSOE: “El personaje de Pedro Sánchez nace de un complejo muy profundo y de un resentimiento muy dañino. Pero el 99,9% de la responsabilidad del ‘sanchismo’ es del PSOE, que avaló que él se creyera un Maquiavelo del siglo XXI… El ‘sanchismo’ es una manera de mantenerse en el poder a cualquier precio y estos últimos cinco años lo ilustran muy bien. Pedro cree que cada mentira, cada voltereta de carnero y cada giro espectacular que ha dado a lo largo de su trayectoria política no son errores, sino producto de su brillantez”.

A la vista de estas conclusiones sobre Pedro Sánchez, uno se pregunta si serán muchos los que recurran a otra cita histórica de Eduardo Galeano: "En su vida, un hombre puede cambiar de mujer, de partido político o de religión, pero no puede cambiar de equipo de fútbol”. Por lo que a mí respecta, lo que sí tengo muy claro es un recuerdo de cuando éramos pequeños y solíamos jugar al fútbol en la calle, algún vecino molesto amenazaba con pinchar la pelota si esta entraba en su casa. No era extraño escuchar un ‘psssssss’ (onomatopéyico) que ponía fin al partido. Y algo similar habría que comenzar a aplicar también cuando alguien eche balones fuera en política…

(*) Jesús Benítez, periodista y escritor, fue Editor Jefe del Diario Marca y, durante más de una década, siguió todos los grandes premios del Mundial de Motociclismo. A comienzos de los 90, ejerció varios años como Jefe de Prensa del Circuito de Jerez.

Dualidad

Si te cuento mi secreto,

sabrás lo mismo que yo

y la verdad es que no me gustaría

que sepas todo de mí.

Optaré por contarte

lo que no es cierto,

te diré que la felicidad es eterna

y que doy fe de ello.

También podría convencerte

de unas cuantas mentiras,

mentira es decir que somos perfectos

o que siempre resultamos sinceros.

Te diré más, pienso que la desnudez

no es sólo un hecho físico,

y que la verdad no se basa

en vestirse siempre de limpio.

Y te haré una pregunta:

¿cuántas veces te has tapado

la cara con las sábanas

porque no querías ver ni tu propia desnudez?

©️ Jesús Benítez

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