A rienda suelta
Francisco Reinoso
Putativo
Vivimos en un mundo tan competitivo que desde pequeño se nos inculca casi exclusivamente a valorar la victoria independientemente del precio que hayas tenido que pagar por ello. En la escuela está el día en que te entregan las notas finales del curso y en función de ellas, tus padres y tu entorno te valoran. Da igual cuanto te hayas esforzado, cuanto hayas aprendido o incluso si una buena nota es el resultado de haber copiado. Mientras estés aprobado, todo se da por bien hecho.
El deporte, que es fiel reflejo de nuestra sociedad, tendemos a juzgar a los equipos y deportistas en función de si han ganado tal o cual título, Si has terminado la temporada asciendo de categoría o por el contrario has descendido. Dependiendo del resultado, la plantilla está formado por un puñado de superhéroes o por el contrario un atajo de incompetentes y aprovechados. Así nos han educado en la vida, así se magnifica esta forma de vivir en un estadio.
Hace unos días a las puertas de Carranza un grupito de aficionados la tomaba con Álex Fernández acusándole de pesetero y no se cuantas memeces más. El descenso del Cádiz nubla la coherencia y agudiza la mala educación del aficionado de turno. De Álex Fernández se puede criticar muchos aspectos, que si juega mejor o peor, que si juega poco vertical o cualquier aspecto del juego, pero dudar del compromiso con el Cádiz a esta altura de la película, cuando lo mejores años de su carrera los ha realizado en el conjunto amarillo, es de no tener ni idea.
Todo lo contrario pasa con los ascensos, que permite un año mantear y elevar a los altares pongamos por ejemplo a Joaquín Morales y al año siguiente convertirlo en un demonio con olor a azufre incluido. Porque todavía escucho a gente cuando hablan de Luis Oliver llamarlo el tito Oliver. Al final, la gran mayoría nos movemos y nos cegamos por el resultado sin valorar el esfuerzo y el trabajo realizado.
Cuando el Xerez a falta de cuatro jornadas empató en Chapín frente al Ayamonte a un tanto, partido que en el último suspiro pudo perfectamente haber perdido, un buen xerecista y amigo, preocupado porque el equipo de Checa casi había dilapidado la ventaja que semanas atrás le sacaba a sus perseguidores, me preguntó si esto era debido a un enfrentamiento entre la plantilla y entrenador. Mi respuesta fue que el partido frente al Ayamonte debió haber terminado en una goleada a favor del Xerez, pero que el deporte tiene estas cosas. Cuando el equipo ascendió virtualmente ante al Gerena, esos mismo jugadores que parecían semanas atrás estar jugándosela a Checa y al xerecismo, se convirtieron en superhéroes del club.
Así podríamos poner mil y un ejemplo no ya solo de fútbol, sino de cualquier competición deportiva. Los descensos y fracasos deberían servirnos para aprender y levantarnos con más fuerzas y más capacitados. Los títulos y las victorias para hacernos más humildes y descubrir los golpes de fortuna que también se nos dieron para alcanzar la gloria y permitirnos ser humildes al afrontar el próximo reto. Las notas finales buenas o malas, no deberían cegarnos de la realidad y esta tiene más que ver con si realmente he hecho todo lo que pude hacer o no. ¡Ah, y sí disfruté del camino!
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