El parqué
Álvaro Romero
Descensos moderados
Tribuna Económica
Actualmente, existe una percepción generalizada de que las empresas están diversificando las cadenas de suministro y reubicando los negocios más cerca de casa, esto es, que la globalización está en retirada. Con el Covid y la guerra de Ucrania son muchas las circunstancias que parecen avalar la conveniencia de que se revierta la profunda integración económica que habíamos alcanzado. Todos hemos sentido la dependencia de la Eurozona de la energía y de algunas materias primas claves o hemos conocido los retrasos en los suministros que están sufriendo las empresas, originando, por ejemplo, enormes esperas para hacerse con un automóvil por falta de microchips de Asia.
Las empresas, sin duda, están reaccionando ante estas circunstancias con diferentes estrategias, modificando las políticas de stocks o diversificando los proveedores, por ejemplo, a través del aumento de los países de abastecimiento. Sin embargo, según un artículo publicado por el BCE recientemente, no se encuentra evidencia empírica que confirme que haya habido una respuesta más radical en Europa, reubicando en casa la producción que necesitan o en países vecinos (reshoring y nearshoring).
No, todavía, porque, aunque el estudio niega que se pueda confirmar la desglobalización de las cadenas de producción de industrias estratégicas, añade: los patrones comerciales pueden tardar en manifestarse. Literalmente dice: “El riesgo de fragmentación del comercio mundial es real y sus consecuencias podrían ser graves tanto para los productores como para los consumidores”.
La presidenta, Christine Lagarde, fijándose en otras variables, lo da por iniciado. En el discurso de bienvenida –Strengthening resilience in a changing geopolitical landscape– a la novena conferencia del BCE sobre los países de Europa central, oriental y sudoriental, celebrada esta semana, afirmaba que, desde la crisis financiera, el crecimiento del comercio como porcentaje del PIB mundial se ha estancado; advertía sobre los crecientes niveles de proteccionismo a medida que los países reconfiguran sus cadenas de suministro; y recordaba que durante la última década el número de restricciones comerciales vigentes se ha multiplicado por diez.
Expresó también su preocupación por el aumento de las tensiones geopolíticas y el debilitamiento del comercio mundial: el mundo se está volviendo más multipolar, con una mayor competencia entre las principales potencias, menos respeto por las reglas y normas internacionales y una influencia menguante de las instituciones multilaterales.
Sí, existen muchos impedimentos para que la globalización prosiga. Pero no olvidemos que reubicar es un proceso costoso y complejo, Requiere de grandes inversiones y tiempo. Hay que valorar si se cuenta con la mano de obra adecuada. Y hay que hacer cálculos de los mayores costes, de mano de obra, de energía, y los procedentes de diferencias regulatorias, como estándares ambientales más estrictos (es tremendo tomar conciencia de lo que significa realmente esto). Además, existen otras fuerzas que impulsan activamente la globalización, como la digitalización. El retroceso actual puede ser sólo un replanteamiento. La historia, ya sabemos, avanza en espiral.
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