El parqué
Álvaro Romero
Descensos moderados
Finales de octubre y principios de noviembre, ya entrados en el otoño, solemos recordar a aquellas personas que se nos fueron. Siempre demasiado pronto y siempre dejando una huella imborrable en nuestro corazón. Ni que decir tiene que Antonio Machado nos lo contó de la manera más bella posible. "Caminante, son tus huellas el camino y nada más; Caminante, no hay camino, se hace camino al andar...".
Hace unos días, uno de los mejores pilotos de automovilismo que ha dado Jerez, Sergio García, recordaba en sus redes sociales al que fuera su amigo, a la vez que su rival más complicado en sus primeros años como piloto de karting: José Antonio Páez. Treinta años hace ya de aquel trágico accidente, treinta años hace ya que se nos fue una de las promesas más brillantes del automovilismo de competición de nuestro país.
Ahora que vivimos tiempos convulsos, fuera y dentro de nuestro país, es muy reconfortante, cuando lees las palabras de aquel niño, hoy todo un padre, refiriéndose a José Antonio: "30 años amigo y sigo sin superarlo. Sigues con nosotros. Primero me hiciste mejor piloto y luego mejor persona. Gracias por eso y por cuidarme cuando lo necesité. No ha habido casa en la que no me haya acompañado nuestra foto, ni día que no me acuerde de ti. Sigue cuidándonos. Gracias amigo".
Porque por encima de la rivalidad prevalece el respeto, la amistad y el amor o al menos así debería ser. Hace un par de años dediqué uno de estos artículos de opinión a la figura de este piloto, lo titulé 'Nuestro Senninha', entre otras cosas contaba cómo le conocía a través del programa Todo Motor.
El veterano y querido piloto Amador 'Ganso' Jaén también ha expresado su cariño por Páez: "30 años ya, siempre fuiste muy grande cómo persona, y como piloto ya fue una cosa fuera de lo normal un verdadero genio y profesional con las cosas muy claras, nos dejaste huella para siempre, nuestro Paito".
La vida sigue queramos o no, nos duela más o menos, con heridas sin cerrar o cicatrices profundas, pero la vida sigue. Cuando tres décadas después sigues recordando a alguien es porque fueron capaces de dejar una huella imborrable y probablemente es lo más bonito que nos pueda deparar el futuro. Ni todo el dinero del mundo, ni riquezas por muy vastas que sean conseguirán que trascendamos en el tiempo. Solo la humildad, el amor, el talento, la integridad y el respeto contribuirán a petrificar nuestro legado en el corazón de los que se quedan.
Mientras podamos siempre tendremos en el recuerdo aquel niño educado, sonriente, respetuoso, que se transformaba en un piloto temible cuando disputaba una carrera. Siempre nos quedará la duda de cual hubiera sido su techo como piloto, pero leyendo a Sergio García y a Amador Jaén, tengo claro que de largo ha conseguido su victoria más importante. Dejar huella.
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