El parqué
Álvaro Romero
Descensos moderados
HACE unos días me encontraba en la cola de un supermercado esperando mi turno para pagar la compra. Entonces me fijé en la persona que iba justo delante de mí, me resultó vagamente conocida, pero no acababa de reconocerla. Al momento se giró y me dio bastante alegría reconocer a Francis Cabral. ¡Hacía años que no lo veía!
El caso es que nos saludamos y mientras avanzábamos en la cola entre otras cosas empezamos a recordar su carrera futbolística. Aquel niño delgado que debutó con tan solo 16 años y que desde el primer momento enamoró al xerecismo. Sabíamos que no tardarían en ficharlo equipos de superior categoría. De hecho fue internacional sub-20 y sub-21 y jugó en Primera División con el Cádiz de los Mejías, Mágico y otro de los ilustres jerezanos xerecistas como lo fue Dieguito de la Margara. Su punto álgido lo alcanzó en el RCD Español.
Nunca una cola de un supermercado me había resultado tan entretenida, pero le tocó pasar por caja y ahí me despedí de él. Cual no sería mi sorpresa cuando me dijo: “Yo te espero a que tu también pases, que no tengo prisa”. Así fue, aboné mi compra y unos metros más allá estaba Francis esperando. Retomamos la conversación, entre anécdota y batallita futbolera, empezamos a recordar a otros jerezanos que habían brillado de manera especial en el Xerez CD. Uno de los primero nombres en salir junto al de Dieguito fue el de Torres, otro de los que maravilló en el Domecq a la afición y que luego pudo hacer carrera en la máxima categoría del fútbol español, concretamente en el Sporting de Gijón.
El nombre de Antonio Poyatos irremediablemente surgió en la conversación. El espigado centrocampista de Torremelgarejo siempre fue un portento físico, pudo haber triunfado en balonmano, baloncesto o lo que se hubiera propuesto. Su gol ante el Ceuta el 18 de mayo de 1986 supuso el ascenso a Segunda para el Xerex CD. Pero su techo como futbolista estaba por llegar. Tras pasar por el Logroñés de David Vidal, alcanzó su cénit en el Valencia de Luis Aragonés donde fue determinante para obtener el subcampeonato de Liga y clasificarse para jugar competición europea. Zubi, Camarasa, Mazinho, Mijatovic, Eskurza o Fernando eran algunos de sus compañeros en aquel gran equipo. Justo en ese Valencia empezó a despuntar un joven jerezano, que no llegó nunca a vestir la elástica xerecista quien llegaría incluso a disputar un mundial de fútbol, les hablo de Quique Romero. Junto con Kiko probablemente las dos perlas jerezanas que no vistieron el azul y blanco del Xerez.
Yo saqué a relucir la figura de una de mis debilidades futbolísticas, Carlos Rodríguez Peña, Chicha, que escribió algunas de las páginas doradas del xerecismo de finales de los 90. Era un jugador distinto, talento y genialidad a raudales. De hecho en un torneo en Maspalomas con la selección española sub-16 Chicha era titular y los últimos 15 o 20 minutos finales solía sustituirle Iván de la Peña. Acuña, Perdigones, Choquet, Miguel Ángel Rondán, Paco Peña, Fernando Román, Javi Peña, López Ramos, Juan Carlos Núñez, Jesús Mendoza o Raúl Molina también forman parte de ese club de ilustres jerezanos xerecistas. Seguro que me olvido de muchos.
Y luego está Juan Pedro, el Pirata, que sin tener la calidad o el talento de otros miembros de ese imaginario club, a fecha de hoy encarna la figura del verdadero espíritu del xerecismo. Solo el deseo de ser xerecista, su entrega, su pundonor y su amor por el fútbol le hizo llegar a alcanzar la capitanía de Xerez CD y ser ídolo del xerecismo.
Ahora nos toca deambular por el desierto, pero estoy seguro de que llegarán nuevos ilustres que harán grande de nuevo al Xerez CD.
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