Wayne Jamison

Juego de marionetas: ¿alguien da más?

Reseña

14 de octubre 2023 - 00:00

En su día afronté la lectura de ‘Juego de marionetas’, la novela de Ramón Clavijo y José López, por obligación, la de presentarla en su puesta de largo en la Fundación Caballero Bonald. Pero, lejos de convertirse en una carga, resultó un bálsamo, un oasis de liberación en unas jornadas repletas de obligaciones y compromisos. Creo que algo parecido le sucederá a quien la lea o haya leído. La diversión está garantizada.

El escritor David Toscana, autor de obras maravillosas como ‘El último lector’, ‘El ejército iluminado’ o ‘Evangelia’, dijo algo que viene al caso: “El novelista posee una libertad de interpretación del pasado que no tienen los historiadores; hay que aprovechar esta libertad para alcanzar posibles verdades o al menos mover a reflexión al lector. En todo caso, la Historia en manos del novelista puede ser una experiencia estética”. Algo de eso encontramos también en esta obra. Me propongo explicarlo diferenciando cuatro elementos cuya interrelación me parece clave en esta obra.

Entretenimiento. Por lo explicado antes. Es ante todo una novela muy entretenida, de esas que apenas dan respiro al lector.

Contexto histórico. Y no solo porque aborda unos años y un contexto de especial interés y que en este caso giran en torno a la presencia americana en Rota, de cuyo inicio precisamente se acaban de cumplir 70 años. Se trata de un componente que ha ido adquiriendo más importancia en la saga del inspector Castilla de la que forma parte esta novela, con elementos e historias de la posguerra en esta zona poco conocidos pero relevantes. Jerez, Cádiz, Rota, Nueva Jarilla… Se suceden escenarios que conocemos, pero en un contexto al que muchos solo podemos acercarnos a través de libros como este. Se presenta con una enorme fidelidad, incluyendo la relación ‘institucional’, de cooperación obligada entre españoles y americanos en, por ejemplo, temas de seguridad. Son tal como se describen, con esa sor patrol (policía militar americana) coordinada con la policía española para vigilar que los soldados estadounidenses no se desmadrasen más de la cuenta durante sus juergas en suelo español.

Hay que tener en cuenta cómo se fraguó y se selló ese acuerdo hispano-americano para la instalación de la base, tras una Segunda Guerra Mundial en la que España jugó el papel que jugó y en los inicios de una Guerra Fría en la que el comunismo pasó a ser el enemigo común. Ese contexto en el que se produjo ese acuerdo, el secretismo que le caracterizó, el proceso de adquisición de suelo y la consiguiente instalación de mayetos en Nueva Jarilla… Todo eso está magníficamente retratado.

Género. Estamos de nuevo ante una mezcla de géneros narrativos, novela histórica y novela policíaca, un maridaje resulta de lo más estimulante. Quizá sea la base sobre la que se sustenta esa capacidad de entretenimiento.

Personajes. Es una de las grandes virtudes de esta novela. Sí, sobre todo Castilla, un policía peculiar, como sabemos, peleado con el mundo y con carácter complejo. Aparece magníficamente retratado, pero de forma indirecta, como debe ser, a través de sus acciones, sus diálogos, sus reflexiones, sus obsesiones… Es difícil describir mejor a alguien. Uno no sabe si quererlo u odiarlo, lo que es un logro admirable. Porque lo que sí es seguro es que Castilla no deja indiferente a nadie. Y conseguir eso con un personaje no es fácil.

Estamos, en definitiva, ante una novela superior, prueba de la madurez literaria de sus autores. Ya lo decía Virginia Woolf, que de esto sabía algo: una buena novela le hace a uno pensar o sentir. Esta hace ambas cosas. ¿Alguien da más?

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