La alarma que no suena

13 de marzo 2021 - 04:00

Vivir próximo a estaciones de tren o puertos marítimos conlleva soportar insufribles pitidos y bocinazos. Les ocurre igual a quienes residen cerca de campanarios, aunque en estos casos el sonido resulta algo más melodioso, pero eso no evita que puedas acabar desquiciándote. De hecho, durante una temporada que pasé con mi hermana Consuelo en la población sevillana de Écija estuve a punto de ser ingresado en un psiquiátrico, a raíz de los irritantes efectos de 48 campanas repicando casi al unísono desde las 11 torres de iglesias que hay distribuidas en una ciudad con 39.000 habitantes; mérito tienen quienes sigan allí cuerdos. Por lo que a mí respecta, no he vuelto a usar el estridente despertador convencional, lo detesto, más aún desde que se inició esta pandemia de muerte, ruina y un eco permanente que estremece por las sirenas de ambulancias.

Dicho de forma sutil, zumbido es un ruido áspero, bronco, continuado y monótono que provoca desagradables molestias. Tales alteraciones acústicas pueden ocasionar que un individuo acabe completamente zumbado. Es decir, perdiendo el juicio. Por paradójico que resulte, se cumple ahora un año de ese estado de alarma que, aunque no suene, a muchos nos está sacando de quicio. Sí, ese maldito silencio también puede llevarnos del desconcierto a la locura, pues salvo propaganda, sermones, mentiras o restricciones, apenas escuchamos nada alentador.

En honor a la verdad, yo estoy tan en vilo, que el móvil lo he dispuesto para que avise solo con vibración y ya ni utilizo el reloj digital, por miedo a que suene sin esperarlo. Aún así, debo reconocer que he sentido hasta cierto alivio quitándome un peso de la muñeca, porque tengo muy claro que los relojes que avanzan como la edad son una simple fórmula de cálculo. La vida, en cambio, debe medirse por la emoción no aritmética de disfrutarla y, aunque sea confinado en mi casa, procuro vivir segundos, minutos, días y meses sin grandes alteraciones, teniendo como única ‘alarma onomatopéyica’ (natural), al silbido del hervidor de agua, para tomarme un infusión con calma…

(*) Jesús Benítez, periodista y escritor, fue Editor Jefe del Diario Marca y, durante más de una década, siguió todos los grandes premios del Mundial de Motociclismo. A comienzos de los 90, ejerció varios años como Jefe de Prensa del Circuito de Jerez.

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